Por: Eduardo Vázquez Reyes. Primer Párrafo. 27/04/2016
En el marco de las actividades electorales para los comicios del próximo 5 de junio y con la finalidad de tener un ejercicio democrático, el pasado 18 de abril se realizó en Coatzacoalcos el Primer Debate 2016 a la Gubernatura del estado de Veracruz. Al respecto, algunos medios de comunicación han publicado una serie de afirmaciones con las que se le otorga la victoria al candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Héctor Yunes Landa. En ese sentido, diversos periódicos y revistas digitales sostienen que los factores mediante los que la vox populi asegura esta supuesta victoria son, entre otras cosas: claridad, rigor y propuestas.
En las redes sociales tanto los seguidores del aspirante del PRI como los del candidato del Partido Acción Nacional (PAN) en coalición con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Miguel Ángel Yunes Linares, se adjudican un resultado satisfactorio de dicho evento. Ambos contendientes se declaran – o los declaran sus simpatizantes- ganadores. Sendos candidatos pregonan un buen desenvolvimiento en un “debate” que en lugar de ser el espacio para la defensa de la viabilidad de propuestas (que deberían tener como fin mejorar el territorio veracruzano en su economía, cultura, seguridad, etc.) se tornó en una especie de presentación de evidencias, ya sea para demostrar honestidad o en su defecto, corrupción de alguna de las partes.
A decir verdad, lo que caracteriza a un buen debate en general, y al debate político en particular, es el conjunto de estrategias discursivas, argumentativas y de defensa de las opiniones y abordaje de un tema en específico. Si alguien logra convencer (de manera racional, es decir, con estos elementos) a un auditorio virtual o físico, creo yo que podremos hablar de un auténtico éxito en el debate, cualquiera que sea su naturaleza. De lo contrario, no sería congruente predicar de un debatiente dicho logro o victoria, como ha ocurrido con el debate mencionado.
Pero el primer debate no sólo se centra en los aspirantes del PRI y PAN-PRD. También la candidata del Partido del Trabajo (PT), Alba Leonila Méndez Herrera, hizo lo suyo. Pues, además de utilizar palabras y frases fuera de lugar, en sus intervenciones no dejó de intentar que el auditorio se sintiera identificado con el sector al que, aseguró, representa: los pobres, las mujeres, los trabajadores. Apeló a la emoción- pero a una mezcolanza de todo tipo de sentimientos-, en lugar de convencer mediante recursos racionales.
En concreto, con este “ejercicio democrático” nos queda aún más claro que el debate político ha decaído en sumo grado. Y lo podemos sintetizar con las siguientes características: falta de argumentos, de réplicas precisas y de defensas congruentes. Lo que sí vimos fue el tan recurrido desvío de temáticas.
El debate político y la buena lógica
Sabemos de antemano que existen dos clases de debates en este sector público: el debate político y el debate de políticos. En el primer caso, cualquier persona o miembro de la sociedad puede discutir sobre temas tales (ideologías, acciones, partidos, etc.). En el segundo, tenemos a actores sociales que representan a un partido y lo que buscan en este tipo de eventos es dar razones mediante las cuales conseguir el voto a favor. A grandes rasgos, el aspirante a un cargo público debe responder a la siguiente sencilla pregunta: ¿por qué debo votar por usted? Y la respuesta es el conjunto de argumentos o razones por las cuales los votantes deberíamos preferir una opción por encima de otras.
Regularmente en este tipo de debates es posible localizar dos maneras de proceder: a) desde una perspectiva lógica (lo que importa es el argumento), b) desde un punto de vista emocional (la mala retórica). Desde los lineamientos del primer punto de vista, lo que es relevante al debate es qué argumentos (opiniones o propuestas justificadas con razones) utiliza el político y no el conjunto de frases y palabras con una carga sumamente emocional.
En el segundo caso, lo relevante es la manera de ganar adeptos, utilizando todo tipo de recursos: acusaciones hacia los oponentes- regularmente sin fundamento pero que impactan en el oyente-, ataques a la trayectoria política, el uso cuestiones pasionales, entre otras cosas. De esta manera quien debate de esta forma busca desviar el tema para no comprometerse con la carga de la prueba. Y aunque parezca mentira, casi siempre lo consigue. Revise, lector, la historia de la política mexicana.
Seguramente al leer todo lo que se ha escrito en el párrafo anterior, ha pasado por la mente de muchos de ustedes el Primer Debate 2016 a la Gubernatura del estado de Veracruz, por ser éste el más cercano. Recordemos los argumentos, las razones que se ofrecieron al respecto de cada tema: seguridad, economía, desarrollo social. Asimismo, reflexionemos por un momento cuántas frases emotivas y fuera de lugar se sacaron a colación.
Quizá, después de esto vengan a la memoria palabras y frases como: “vengo de una familia trabajadora”, “como se atreve usted a hablar de inseguridad si está inmiscuido en escándalos de delitos”, “la mujer es la fuerza que se necesita”, “soy una persona honesta y quien ha sido bueno lo seguirá siendo”. En Lógica la mayoría de estos ejemplos se llaman falacias o argumentos incorrectos. Estas son solo algunas de tantas aseveraciones que se podrían recordar. El objetivo, repito, es desviar la atención para no ofrecer argumentos contundentes.
Claro, se podrá replicar a este texto que los debates políticos en México siempre han sido de esta manera: saber quién es el menos peor. Pero la racionalidad no debe estar alejada de asuntos de la polis. ¡Por las barbas de Platón! No obstante, este es el primero de otros debates. Creo que el presente proceso electoral dará mucho para la atenta y amena reflexión. Al final éstos tienen que ver en la construcción de una real “democracia deliberativa”. Y el tener acceso a ellos es el inicio de la existencia objetiva de dicha frase y no sólo parte de un discurso desgastado y sin sentido ni referencia.
*Eduardo Vázquez Reyes
Miembro del Círculo Analítico de Xalapa (CAX)
[email protected]
Fuente: http://primerparrafo.com/el-debate-politico-en-veracruz-o-de-la-falta-de-argumentos/
Fotografía: veracruzanosinfo