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Por: Moisés Absalón Pastora. Detalles del Momento. 20/09/2018
La fake news es la definición más llamativa de lo que en el decir castizo es la noticia falsa. No importa si es en inglés o español al final su significado real es el poder de la mentira. Este es un producto pseudo periodístico que utiliza como vehículo los portales que abre la prensa escrita, la radio, la televisión o las redes sociales para desinformar deliberadamente y engañar, sin escrúpulos de ninguna especie.
Los que utilizan la mentira falsa o la fake news son en realidad terroristas fundamentalistas que han hecho del periodismo que ejercen la causa del imperio que les financia para destruir la Nicaragua desde donde con un amplio libertinaje todos los días masacran la paz del pueblo con él alto poder letal de la mentira.
La noticia falsa vocifera desde cualquier plataforma mediática con la mala intención de propiciar errores, manipular decisiones, desprestigiar o enaltecer instituciones dependiendo de las conveniencias, obtener ganancias económicas o rédito político sin importar por encima de qué o de quienes pasen.
La noticia falsa presenta, valga la redundancia, hechos falsos como si fueran reales y son una amenaza a la credibilidad de los medios serios y los periodistas realmente profesionales. Lo hacen para influir en la conducta de la nación a la que afectan sicológica, política y socialmente y para que su estafa la compren afuera los que sin investigar se convierten en traga mentiras hasta la total infección hepática.
Nicaragua hoy es víctima de las noticias falsas. Un consorcio diabólico, unido política y estratégicamente al enemigo histórico de Nicaragua, Estados Unidos, está atrincherado en la mentira para demoler la verdad desde sus cimientos y a eso apostaron cuando desde la manipulación de circunstancias precisas como la quema de la Reserva Indio Maíz, las reformas abortadas del INSS o de la aparición del primer muerto posterior al 18 de abril, que fue un sandinista que terminaron haciendo suyo, tomaron vuelo para celebrar y asegurar que la caída del actual gobierno era un hecho.
La libertad de expresión y prensa en Nicaragua se volvió un descarado libertinaje porque no hay escrúpulos. Las fronteras entre lo ético y lo criminal tienen enormes portillos abiertos a nombre de una democracia mal entendida donde la realidad se estrella con los caprichos políticos de quienes nos quieren imponer una verdad que no existe y que al final es la fatídica noticia falsa.
Aquí los que propagan la noticia falsa, además del terrorismo en el que se enfundan, se creen intocables, pero todos los días delinquen y ambientan escenarios que propician muertes porque así lo confesó un encapuchado que, entrevistado en un programa matinal de televisión, por supuesto como todo bandolero con el rostro cubierto, dijo que la causa, su causa, la causa del terrorismo, requería de más muertos sin que importara cuantos más fueran. Una declaración de esta naturaleza, en cualquier otro país del mundo, habiendo pasado un contexto como el vivido recientemente aquí ameritaría la intervención policial porque estamos claramente frente a una amenaza porque ese llamado es una invitación letal para oídos de cualquier bárbaro.
Centroamérica, siempre lo dije, sería segura en la medida que Nicaragua lo fuera, pero Estados Unidos y su brutalidad diplomática, viendo siempre al retrovisor, no lo entendió y metió desde el 18 de abril pasado nuevamente sus grapas en nuestros asuntos, interviniendo directamente a través de sus lacayos nacionales, para generar un cisma que se extendió a Costa Rica, que convulsiona a Honduras, que malea a Guatemala, que tiene enredada a Panamá, que corrompió a Argentina, que tiene a Perú en el umbral de la disolución parlamentaria, a Brasil indignado por la inhibición aplicada a Lula Da Silva, a Colombia de retro en los acuerdos de paz, a Venezuela incólume después de tanta campaña por reducirla, a Cuba de pie y a la espera del desbloqueo ordenado por el mundo al imperio, a México esperando este primero de diciembre la asunción por primera vez de un gobierno de izquierda que será un factor decisivo para que se haga escuchar con más fuerza la voluntad de una Latinoamérica que demanda crecer por sí sola, sin los modelos políticos de ningún imperio que como estados Unidos debe dejar de creer en sus propias noticias falsas, como por ejemplo que es el paradigma de la libertad y de la democracia.
Las noticias falsas o fake news hacen ruido por su alta capacidad distorsionante, pero en Nicaragua su penetración mermó en la medida que vamos ganando, pero ganando de verdad, el camino a la paz, al orden, a la justicia, a la estabilidad, a la razón y la sensatez.
Digo ganando de verdad porque la frase la utilizan los que en realidad deberían decir vamos perdiendo ya que se están diluyendo, son menos, se matan entre sí, se desaparecen, se dividen, porque quedaron al descubierto, porque sus mentiras se estrellaron contra el sentido común del nicaragüense que identificó rápidamente que todo lo que le habían pintado era una macabra mentira que quiso hacer de la nobleza del pueblo nicaragüense una escalera para que el oportunismos, ante la incapacidad de ganar una elección, el imperio les pusiera en sus manos un poder, que difícilmente podrán tener, después de tantas barbaridades que hicieron y que ahora conocemos con toda la dimensión del daño causado a través de esas sus campañas mediáticas que afloran una desesperación que es letal hasta para ellos mismos por su alto grado de irracionalidad.
Las noticias falsas nunca superaran a la verdad. El crimen, el delito, las torturas, los tranques, la irresponsabilidad de algunos empresarios, el terrorismo mediático, la amenaza de muerte, la violencia, las violaciones, son lo que son y no se les puede llamar y justificar de ninguna manera, por más que políticos vestidos con sotanas lo quieran santificar, por más que lo grite Luis Almagro que solo repite que le dicen, por más campaña que realice Washington por dibujar de angelitos a las gárgolas que nos mataron y desbarataron la economía que teníamos hasta antes del 18 de abril.
La noticia falsa, que es el poder de la mentira, tiene que reinventarse de otra forma porque aquí fracasó y aquellos que la usaron como plataforma de su particular interés político, si algo de credibilidad alcanzaron algún día esta simplemente voló en pedazo porque Nicaragua decidió levantarse y no ver atrás, perdonar, pero no olvidar y por encima de todo responder a quienes, a todo pulmón, desde la inmensa herida que el crimen organizado dejó en sus corazones, hacer justicia para todos.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.
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Fotografía: El 19 Digital