Por: José Yorg. 09/06/2024
“Vista así la realidad cooperativa, es preciso orientar la acción a suprimir toda aquella estructuras generadoras de atraso del sistema y crear los valores propios de la cooperación. Porque para que el cooperativismo desempeñe las funciones de agente de cambio y de instrumento de desarrollo en forma eficaz, pronta, visible y a fondo, debe existir el movimiento cooperativo con toda la fuerza y alcance de un movimiento social con masas, cabezas, doctrina, engranajes, espíritu, conciencia y planificación concertada y científica. Pensar en otra cosa es hacer folclore, con pinitos, emblemas y frases hechas”. Dr. Carlos Mario Londoño.
La educación cooperativa interpuesta en todos los ámbitos requiere que sus intelectuales fortalezcan y reafirmen la misión transformadora de la conciencia de los pueblos por medio de su didáctica teórica y práctica en cuanto a lo que es deseable y, sobre todo posible, otra forma empresarial y organización de la sociedad basada en la relación amigable. La educación cooperativa es, entonces, un bien público imprescindible para construir un mundo mejor.
Los educadores cooperativos debemos iniciar y ampliar una conversación Latinoamericana en la que se pueda debatir y presentar propuestas y sobre todo defender la educación cooperativa en su forma más genuina, alejándose, tanto de la contaminación ingenua y utópica, como de la corriente economicista, ambas corrientes le hacen el caldo gordo al neoliberalismo, al tiempo que se benefician de algún modo.
Pero, en este punto, cabe preguntar ¿Cómo debería la pedagogía cooperativa superar la agenda educativa del neoliberalismo?
Tal tarea no aparece como una labor fácil de realizar, puesto que se oponen creencias muy arraigadas, muy estructuradas maneras de pensar y actuar. En mi profusa trayectoria experimenté personalmente múltiples y variadas formas y maneras de contrariedades y discriminaciones, no tan sólo de sectores claramente adversos, sino también de sectores del propio movimiento educacional cooperativo.
Esto también significa repensar cómo se puede organizar y ejecutar la educación y formación política desde las ciencias sociales y políticas para comenzar en serio la construcción del poder político cooperativo Latinoamericano, sin lo cual, y como dice el dicho popular “el cooperativismo es puro humo”.
El desafío aquí y ahora es que la educación cooperativa recupere su esencia política transformadora y su compromiso con la democracia participativa y proclame que el neoliberalismo no es tan sólo una ideología económica, sino que opera como una usina pedagógica contra-cultural contraria al humanismo, a la cooperación y al compañerismo.
Los educadores cooperativos debemos reconocer y hacer realidad la afirmación de que la educación cooperativa es un bien público y por cuanto es reconocida esta dimensión pedagógica, de formación ciudadana democrática, es indispensable en este momento en que los sistemas formales de educación en todo el mundo está infiltrada de reestructuración neoliberal.
Esto sugiere el modo en que debería la pedagogía cooperativa superar la agenda educativa del neoliberalismo, en primer lugar, colocar en los planes educativos la ética humanista, la moral cooperativa, la responsabilidad y preocupación social para interrelacionar la extensión, la enseñanza y la investigación cooperativa universitaria. Neutralizar la negativa actitud política de los despaciosos y retardatarios.
Estos pocos lineamientos reflexivos implica tomar en serio aquellos valores, principios, historias y pedagogías resultantes de tantos años de lucha bondadosa cooperativa.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
Fotografía: José Yorg