Por: Alai. 16/10/2018
Nos gustaría compartir algunos de nuestros puntos de vista sobre este delicado momento de la política brasileña en la última semana de la campaña electoral:
1. Esta elección es muy especial porque puede significar la victoria o la derrota del golpe contra la democracia iniciado en 2014, que prosiguió con el impeachment de la presidenta Dilma Roussef, se extendió al gobierno ilegítimo de Michel Temer. Para nosotros, el golpe no es sólo el impeachment. El golpe es el proyecto que las élites y el capital financiero no tuvieron fuerza para conquistar en las elecciones y que necesitaban la fuerza y la ilegalidad de otros aparatos como los medios y el poder judicial para ejecutar. Así, el golpe es también las reformas de retirada de derechos, el estímulo al desempleo y, principalmente, la prisión política del presidente Lula, sin pruebas y en velocidad acelerada, para impedir que el candidato favorito de la población disputara las elecciones.
2. Comprendemos también que el golpe es síntoma de la profunda crisis económica, social y política que afecta no sólo a Brasil, sino a todo el mundo, resultado de la hegemonía del capital financiero internacional y de la destrucción acelerada de los bienes de la naturaleza, de los derechos sociales y del Estado en todo el mundo. Es importante tener esta comprensión, porque las elecciones no resolverán esta crisis y probablemente, incluso con la victoria de las fuerzas populares, tendremos la continuidad de la crisis y de los enfrentamientos que marcaron este período.
3. La población brasileña comprendió que hubo un golpe y que era necesario derrotarlo. Pero no escogió el camino de las calles y de las movilizaciones. Con la excepción de la victoriosa huelga general que barrió la reforma de las pensiones. De esta forma, eligió en la candidatura a Lula la forma de manifestar su descontento y deseo de cambios. El MST defendió la candidatura de Lula hasta donde fue posible. Realizamos una hermosa marcha para registrar su candidatura y con otros movimientos populares hicimos una huelga de hambre que duró 26 días y denunció las manipulaciones del Poder Judicial. Y hemos mantenido el Campamento Lula Libre frente a la carcelería de la Policía Federal en Curitiba como testimonio vivo de nuestra convicción de la inocencia del presidente. A pesar de las protestas de la ONU y de un gran movimiento cívico por Lula Libre, el Poder Judicial impidió que el presidente Lula pudiera concurrir a las elecciones. Frente a ello, el Partido de los Trabajadores optó por lanzar al ex ministro de Educación y ex alcalde de Sao Paulo Fernando Hadadd como candidato. Y nosotros, como las demás fuerzas democráticas, decidimos apoyar su candidatura, porque representa la derrota del golpe, la libertad de Lula y la posibilidad de superar la grave crisis económica y política y reanudar un camino de desarrollo del país.
4. Por otro lado, en estos 4 años de golpe, la derecha brasileña se valió de innumerables herramientas: movimientos sociales fabricados, militancia activa del poder judicial y de los medios contra la democracia … Uno de los frentes de estos ataques fue el estímulo a los líderes con un discurso fascista como Jair Bolsonaro, un diputado federal por tres décadas (pero que se presenta como anti-sistema), ex capitán del ejército, defensor de la dictadura militar y de la tortura, además de la retirada de numerosos derechos sociales. Bolsonaro es asesorado por militares y economistas de fondos de capital extranjero. El discurso de violencia, homofobia y radicalidad de Bolsonaro creció con el apoyo de los medios, que esperaba que en la polarización entre él y la izquierda, la derecha tradicional pudiera presentarse como “moderada” o “centro”. Sin embargo, la población decidió castigar en las urnas a los partidos que realizaron el golpe, como el PSDB de Fernando Henrique Cardoso y Aécio Neves (cuyo candidato Geraldo Alckmin deberá quedar entre cuarto o quinto) y el MDB de Michel Temer (cuyo candidato Henrique Meirelles no debe estar entre los seis primeros puestos). Y la creación huyó del control de los creadores, tomando los votos de la antigua derecha.
5. Entendemos, por lo tanto, que en esta elección hay una disputa nítida de proyectos: entre la continuidad del golpe y sus reformas, representada por su versión más radical y autoritaria, Jair Bolsonaro, y la reconstrucción de la democracia y de los derechos, representado por Fernando Haddad. Es, por lo tanto, una elección marcada por la lucha de clases. Por un proyecto que combina los sectores más conservadores de nuestra sociedad y el capital internacional contra el proyecto de los trabajadores.
6. Desde el punto de vista de la política exterior, esta disputa de proyectos está representada por un lado por el proyecto de Bolsonaro, de una política más alineada a Estados Unidos, de no reconocimiento de Palestina y de ataques a Venezuela y a los gobiernos progresistas de América Latina. Por otro lado, por el proyecto de Hadadd, de retomada de la integración latinoamericana y de fortalecimiento de las relaciones con los países del Sur Global.
7. De esta forma, ésta será una elección difícil, disputada, tanto en las urnas, como en las calles, como demostró el gigantesco movimiento de mujeres #No él, en el último fin de semana. Sabemos también que los resultados de esta elección influenciarán decisivamente los rumbos de América Latina y pueden señalar a una nueva ofensiva progresista en todo el mundo. Por lo tanto, de nuestra parte, seguiremos luchando, por la reforma agraria popular y por un proyecto popular para Brasil, y pedimos a nuestros amigos en todos los continentes que permanezcan atentos a los desdoblamientos en Brasil y que puedan denunciar tanto la ofensiva conservadora y la prisión política del país, el presidente Lula.
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Fotografía: Alai