Por: Arantza Díaz. 20/04/2025
En México, 5 de cada 10 nacimientos se dan por césarea de acuerdo con información de Casas de Partería México, esto, denuncian, se debe a que quienes atienden no saben acompañar partos fisiológicos; un mercado obstétrico donde las mujeres son sometidas a este procedimiento, aún sin requerirlo. Es bajo este contexto que se cumple un mes de la publicación de la NOM 020, una norma que le aprieta el cuello a las parteras y que, además, no las contempló en el diseño de este marco; en un doble filo, su publicación infiere un riesgo inminente a las mujeres, a su autonomía y a su acceso a una atención integral materna y neonatal.
La llegada de la NOM 020 implica, entre otras cosas, una división de las parteras, desdibuja lo que es una Casa de Partería y prohibe a las parteras tradicionales el uso de medicamentos; la vida de mujeres corre peligro con la llegada de un marco normativo que, más que contemplar las necesidades de las mujeres durante el parto emprende una división y apremia su incapacidad para brindar una atención humana y de cuidados a las madres y sus bebés.
Para dimensionar los alcances de esta NOM 020 y la forma en que ha llegado para cambiar el paradigma de la partería, Cimacnoticias conversó con Hannah Borboleta, fundadora y directora de la casa de partería Morada Violeta quien adelanta: Las consecuencias de la norma son varías, especialmente, sobre las mujeres.
Las consecuencias de la NOM 020
El primer punto para deshilar los puntos débiles de esta norma es saber que pretende limitar y excluir a las parteras tradicionales, en su lugar, serán las enfermeras obstétricas y perinatales quienes ocuparán el espacio, sin embargo, resulta evidente la pérdida de conocimientos; las y los enfermeros no son parteros, ni poseen las herramientas de una partera tradicional para garantizar un nacimiento seguro, saludable y acompañado.
Ahora bien, Hannah Borboleta explica que sólo se les permitirá mantenerse al margen a las parteras que están adscritas a la profesión, es decir, que cuentan con un titulo de «partera profesional», sin embargo, hay muy pocas escuelas en nuestro país que entregan este documento, por lo tanto, la mayoría de las parteras en nuestro país queda fuera de algunos de estos «requisitos» que impone la NOM 020 y con ello, se infiere la inminente pérdida de su trabajo.
Como si esta exclusión que se asemeja a una cacería no fuera suficiente, las limitaciones se vuelven más fuertes, pues la norma contempla que sólo las mujeres que ejerzan «profesionalmente» -como las enfermeras-, tendrán la posibilidad de hacer uso de medicamentos que dan garantía a un parto seguro. Ante esto, Hannah cuestiona qué harán las parteras tradicionales sin medicamentos que controlan las hemorragias; es un riesgo latente para las mujeres que se acercan con las parteras, por ejemplo, de su comunidad.
«Al final de cuentas, la mujeres deberían poder decidir con quién atenderse, ¿no? Si ellas se quieren atender con una partera que se ha formado de distintas maneras y que no es reconocida esa manera [profesionista] por el Estado, pues eso debería ser el derecho de las mujeres. Entonces varias de nosotras que tenemos años trabajando caeríamos dentro del rubro de «personal no profesional autorizado» o «parteras tradicionales», dice Hannah.
Pero, si en esencia podría parecer que el Estado defiende la seguridad de las mujeres y que, no hay nada mejor que atenderse en manos de «profesionales», ¿entonces, cómo golpea a las parteras? El asunto es que, las personas de enfermería no tienen idea de cómo laborar la partería; esa carrera no les da las herramientas suficientes para ejercer como parteras y las clases que toman durante su formación, las da, precisamente, las parteras tradicionales.
«Se llama enfermería por una razón, porque no son partería. La partería la aprenden con las parteras, entonces, el Estado dice que le preocupa la seguridad de las mujeres, pero en realidad pone más en riesgo al no darnos crédito en cuanto a nuestro saber y conocimiento», sostiene Hannah.
Además, la NOM 020 estipula que el personal médico debe ser responsable de las Casas de Partería, mientras que una Partera Profesional es considerada colaboradora y excluye a las parteras tradicionales y a las parteras autónomas. Esta conformación no responde a la realidad de la gran mayoría de lugares que existe actualmente en México, y demerita las capacidades y el conocimiento de las Parteras que están al frente de las casas que ya existen.
Las normas para replegar parteras, no son nuevas
A mediados de los 1800, las profesiones de la salud intentaban hacer replegar a las parteras, pues las mujeres «invadían» los campos que eran considerados exclusivos de ellos; querían ganarse el reconocimiento social y del gremio académico, pero eso implicaba el intento por controlar a otras agrupaciones, entre ellas, a las parteras.
Y para 1887, se instauró la ginecología como especialidad, lo que terminó por recrudecer la presión estatal; los médicos –mayoritariamente hombres– exigían que las parteras tradicionales se hicieran a un lado en el camino obstétrico y de acompañamiento.
Esto último, lo documenta Ana María Carrillo en «Nacimiento y muerte de una profesión«, donde refiere que el Ministerio de Gobernación terminó cediendo y publicó un reglamento para las parteras. Se les limitaron sus funciones, donde se les demandaba sólo a atender aquellos asuntos de «menor importancia o riesgo», mientras que en caso de algún parto complicado, el médico era la única figura que debía acudir a atender y contener la situación.
Las parteras no podían aplicar anestésicos, ni practicar inyecciones, mucho menos, realizar cualquier operación obstétrica. Un reglamento que fue anunciado en el siglo XIX y que cumple con unos criterios similares a la NOM 2024; diferentes años, misma postura.
«Están destinadas, aunque sin pretensiones de una igualdad imposible y absurda, a ser las auxiliares de los médicos en casos difíciles, y sus sustitutos en otros muy contados. Natural, era hacerles conocer el oficio en todos sus pormenores, de otra manera, servirían ustedes tanto como cualquier otra anciana de vecindad» (Doctor Quijano. en «La medicina científica, 1892).
Hannah Borboleta externa que, precisamente, la carrera de enfermería fue creada -en su momento- como un intento de desplazar a las parteras tradicionales. Esta segregación data de hace 200 años y se mantiene vigente, con esto, la partera refiere que no es que se señale a las enfermeras, sino a la carrera, a la política y a las violencias estructurales que ejerce el Estado en contra de las mujeres parteras.
«La norma realmente desconoce e ignora, pero pero también diría yo, adrede, el contexto y la diversidad tan rica de partería que hay en México para estandarizar, algo que ni conoce, ni le interesa conocer», refiere Hannah.
En su momento, muchas mujeres quisieron meterle freno a la NOM 020 que recién se presentaba como una iniciativa- Entregaron más de 300 comentarios donde se pedía modificar algunos puntos e incluirlas en el diseño; resultaba urgente que fueran contempladas, sin embargo, todos estos comentarios y peticiones de mesas de trabajo se echaron para abajo.
«La justificación fue que [los comentarios y propuestas] no fueron entregadas en la forma correcta, pero entonces si de verdad te interesara, aunque no sea la forma, pues entonces tú le dices; Hacemos mesas de de diálogo, foros, etcétera, hay una falta de voluntad total de parte del estado de realmente entender la partería, realmente el cometido del Estado nunca fue incluir la partería, sino más bien normar la partería, regular la partería y así restringir la partería, cosa que ha pasado en el mundo entero»
Entre esto, Hannah sostiene que, con el arribo de la NOM 020, el peligro inminente es la pérdida de los saberes; la desaparición de un conocimiento que le tomó a las mujeres décadas y décadas de estudio y preparación.
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Fotografía: Cimac noticias. Cortesía para CIMAC / Morada Violeta