Por: Prof. Pablo Carrera. Argentina. 14/02/2021
A finales de octubre de 2020 el jefe de gobierno de CABA comenzaba a hablar de la vuelta a las clases Presenciales. Más allá de las críticas de sanitaristas, docentes y políticos la idea se instaló y terminó siendo tomada por la mayoría de las jurisdicciones; de hecho en la provincia de Buenos Aires, finalizando el año también comenzaron a llegar las resoluciones que nos indicaban la vuelta a la presencialidad para algunos grupos. De esto surgen dos posibles líneas de análisis: por un lado podemos analizar la capacidad que tiene el gobierno de Larreta de imponer agenda; por otro lado, la necesidad que tienen muchos/as de conseguir la foto de la vuelta a las aulas, más allá de que en la práctica fuera solo eso: una foto. Ambos análisis nos llevan a una primera conclusión: hay muchos más Larretas de los que nos gustaría.
El comienzo del ciclo lectivo 2021 nos encuentra a los/las docentes ante un enorme desafío, el de organizar la vuelta a las aulas. No voy a explayarme sobre la importancia de la presencialidad para la educación porque todos/as sabemos lo irremplazable que es el contacto humano en el ámbito educativo. Acá el problema es Otro: la pandemia que aún no finalizó.
Hemos visto en estos últimos tiempos la resistencia que en CABA está generando la vuelta a clases y no veo esa misma resistencia en la provincia de Buenos Aires. Si bien hay algunas diferencias en la normativa que plantea la vuelta a las aulas tanto en una como en otra jurisdicción, hay un problema de fondo que no difiere y hay un análisis que no debería escindirse, ya que aprendimos en este último año que el AMBA es una sola región, más allá de las divisiones administrativas: el virus va a comenzar a circular fuertemente en las comunidades educativas1.
Tengo la sospecha, aunque no la certeza, de que si esta misma vuelta a clases en nuestra provincia estuviera promovida por María Eugenia Vidal, serían muchas más las voces que se alzarían en contra de la medida. Por suerte no está para poder verificar mis sospechas, prefiero que sea así.
Como miembro de un equipo directivo veo con enorme preocupación las dificultades que tenemos (y tendremos) en este desafío que nos impusieron. Si se toman estrictamente todos los protocolos para una “vuelta segura a las aulas” son muy pocos los establecimientos educativos que están en condiciones de garantizar la vuelta; pero lo más preocupante de esto es que esa decisión (y organización de la vuelta) queda en manos de los directivos.
Una vuelta, aunque mínima, a las aulas implica la movilización de miles de personas, muchas de ellas en transporte público; esto, como decía, va a convertir a las escuelas en el próximo foco de circulación del virus. La manera de disminuir en parte ese riesgo sería la aplicación estricta de los protocolos, pero quienes crean que esto se puede garantizar conocen muy poco las escuelas y sus dinámicas.
Uno de los aspectos que se torna fundamental en esta vuelta a las aulas es el de la limpieza. Quienes hayan estado en una escuela como equipo directivo conocen lo dificultoso que resulta, en muchos casos, lograr que los/las porteros/as cumplan con la limpieza mínima de los establecimientos; si a esto le sumamos que ahora debería realizarse una limpieza más exhaustiva y en varios momentos de la jornada, nos vamos a encontrar con un enorme problema al que tendremos que sumarle que, al día de hoy, los/las porteros/as que tengan dispensas laborales no tendrán suplente. Todas estas complicaciones aumentan los riesgos de quienes tenemos que asistir a las escuelas.
El margen de decisión que nos deja la normativa en relación a cómo organizar la vuelta a las aulas también va a generar conflictos: tanto las familias como los/las docentes van a cuestionar las decisiones de algunas escuelas en función de lo que otras decidan.
Hagamos un juego de imaginación: el equipo directivo de una escuela les dice a sus preceptores/as que cada uno/a organice la vuelta al aula de sus cursos, seguramente cada curso volverá de manera diferente o en algunos casos no volverá a las aulas, esto va a generar no solo la confusión del personal y de las familias, sino el cuestionamiento de por qué unos lo hacen de una manera y otros de otra. Ahora proyectemos esto a nivel distrital o provincial: si lo hacemos con sinceridad veremos la complicación a la que nos enfrentamos. A no ser que lo que se busque, de manera solapada, sea la vuelta en los establecimientos de gestión privada, quienes vienen presionando a una vuelta a como dé lugar.
Será imposible establecer un sistema de burbujas con alumnos/as y personal que se moverán mayoritariamente en transporte público y docentes que irán de una escuela a otra. Será imposible mantener el distanciamiento de 2 metros entre los/las alumnos/as: quien así lo supone nunca estuvo en una escuela. Será imposible mantener la ventilación necesaria de las aulas, ya que en poco tiempo nos vamos a encontrar con temperaturas que nos pondrán en la disyuntiva de “pasar frío” o “ventilar los espacios”. A estas imposibilidades tendremos que sumarle todas las contingencias de un día de clases: docentes que faltan, preceptores/as que faltan, alumnos/as que no traen autorizaciones para salir o entrar en sus horarios, alumnos/as que lleguen a la escuela con fiebre, porteros/as que falten dejando a la escuela sin personal para garantizar la limpieza, docentes que plantean que tienen miedo de asistir porque viven con personas de riesgo o por otra entendible (o no) situación, etc, etc.
Para finalizar en lo que refiere a los inconvenientes no podemos dejar de pensar qué sucederá (porque indefectiblemente sucederá) cuando se detecte un caso de Covid-19 en la escuela: tendremos que aislar una burbuja que no es tal y modificar el cronograma de asistencia, además que eso repercutirá en otras escuelas, ya que ese/a docente tampoco podrá asistir a otros establecimientos en los que trabaje. Por lo que la confusión ganará en las familias y en el personal.
Los problemas para la vuelta a las aulas son muchos, y como equipo de conducción nos sentimos algo solos, más allá de la buena voluntad que siempre han mostrado los/las compañero/as del sindicato, los/las inspectores/as y parte del personal de la escuela, sin los cuales no hubiéramos podido afrontar el ciclo lectivo 2020.
No me quiero quedar solo con este compendio de preocupaciones, porque siento que también tengo la obligación de proponer, en función de los años de experiencia que tengo como docente y como miembro de equipo directivo.
Considero que lo más coherente hubiera sido que, luego de todo un año de aprendizaje de trabajo virtual, se utilizara todo ese capital de conocimiento que desarrollamos los/las docentes y las instituciones para que, en esta primera parte del año, se continuara de esa manera, mientras se avanza con el plan de vacunación.
Paralelamente continuar con el programa de ATR y retomar fuertemente el programa Conectar-Igualdad para intentar saldar la brecha digital que ha quedado tristemente expuesta en la pandemia. Luego del receso invernal, con gran parte de la población vacunada (que es lo que avizoramos y deseamos) y habiendo transitado parte del invierno en el que casi todos coinciden que puede darse una segunda ola de contagios, poder pensar una vuelta a clases de los grupos que más lo necesitan, esto es: 1ro y 2do año y 6to año2. Me parece que la continuidad de un formato de escuela virtual que supimos construir sobre la marcha el año pasado, nos daría una certidumbre que sería de gran valor para toda la comunidad educativa. Es una pena que no se haya podido capitalizar ese aprendizaje.
La incertidumbre y los miedos que se nos presentan en este contexto de vuelta a las aulas no 2 Considero que tanto el 1er año como el 2do son los que más necesitan una vuelta a las aulas, ya que el 1er año es el que se tiene que adaptar a la secundaria, y el 2do es el que tendría que haber tenido esa adaptación en el 2020. Con respecto a 6to año también considero que deberían tener un refuerzo de su aprendizaje de manera presencial, ya que les será de suma importancia la preparación para afrontar los estudios superiores que quieran encarar. Aunque no se trata solo de miedos e incertidumbres de cómo organizar la escuela, se trata de la salud de los/las docentes, de las familias, de la población.
Para finalizar no quiero soslayar la presión que las escuelas de gestión privada seguramente han realizado sobre las autoridades, es por eso que los políticos del PRO (siempre tan atentos a los reclamos de las empresas privadas) se montaron en esa cruzada por volver a las aulas; si bien esto último no me sorprendió, si lo hizo el discurso del Ministro de Educación quien también tomó ese reclamo con el mismo interés y entusiasmo que la Ministra de Educación de CABA; sobre esto ha sido muy elocuente la conferencia de prensa que ambos brindaron hace unos días con los carteles amarillos y la propaganda del gobierno de la ciudad detrás.
La puesta en escena y el contenido de la conferencia hacía muy difícil visualizar que pertenecen a distintos espacios políticos. Por si fuera necesario aclararlo que soy peronista, voté a este gobierno y volvería a
hacerlo. Pero si hay algo que no nos ha ayudado en otro momento es el temor de decir lo que pensamos por no hacerle el juego a la derecha. Después de ver a Trotta y Acuña en la conferencia de prensa tengo motivos para pensar que no somos los/las docentes con nuestros cuestionamientos los que hacemos el juego a la derecha, ni los que estamos allanando el camino para un futuro gobierno de Larreta.
Y también, por si fuera necesario, aclaro que tengo 4 hijes en la escuela pública, el mayor terminó 6to año el año pasado, con todo lo que eso le implicó, y mis otras tres hijas van a 3er año de la secundaria, por lo que tengo sobradas razones personales para desear la vuelta a las aulas, pero no es desde mi lugar de padre desde el que hablo, lo que digo lo hago como docente y compañero y desde una responsabilidad social que como equipo directivo tengo y asumo.
Referencias
1) Se acaba de confirmar la circulación comunitaria de la cepa Británica en el país, que es, según los especialistas, un 70% más contagiosa.
Fotografía: elcorreodeandalucia