Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 19 de noviembre de 2022
L’argent
El Dinero (Robert Bresson, 1983)
En su despedida como uno de los más grandes realizadores en la historia del Cine, Robert Bresson mantiene intactas y con gran portento sus disertaciones sociales, no intenta dar giros inesperados sino todo lo contrario, mantiene las formas y fondos con que cautivó a lo largo de su carrera; una obra determinada por una representación cuasi lirica de la cruenta y dolorosa mordacidad de la vida. En esta ocasión se concentra en una tragedia vivencial que llega a extremos fatales de manera inevitable, nacida esta de una ligera y joven broma; un acto cuasi virginal que enciende la potestad del destino. Nuestros personajes son, claramente, entes comunes sin un dote especial más que la natural predestinación que tenemos todos a la transgresión moral. ¿El pretexto?: uno de los rudimentos más triviales pero ineludibles ante las necesidades impuestas por la sociedad moderna: la adquisición capital.
Bajo su clásica economía narrativa y basado abiertamente en un texto de Tolstói, Bresson se despliega ante el campo azaroso de las experiencias: nudo conductor/filamento entre las carestías y la exigencias contemporáneas del año en que se estrenó el filme así como de las actuales; las pinceladas en el fino lienzo del realizador francés son -y siempre fueron y serán- una reflexión universal de la condición humana. De una sencillez sugestiva, el encadenado introduce diversos polos que se entrecruzan ocasionalmente, pero sin ser el real objetivo; no nos hallamos frente a una cinta que quiera concentrarse en las interconexiones personales sino en los imperantes vínculos del infortunio entre lo material y lo carnal. El elemento disruptivo de la calma entre los caracteres presentados, mismos que no se habían visto jamás, dentro de la lógica diegética: un billete falso de alta denominación que habrá de pasar de mano en mano con alevosía por parte del propietario en turno hasta que el más humilde de la cadena, bajo la ignorancia y falta de uso común de este valor, intenta proyectar una ingenua compra. Desde este punto, los diversos ejes se irán tornando en vías dispares que habrán de expresar la dominante huella de la conveniencia y la ventaja. La soledad declamada aquí como un miramiento hacía la comodidad, el beneficio y la lucha plenamente individual.
No resulta sorpresivo que la mano de Bresson se presente tan cauta y sutil como elegante y madura. Durante el metraje juega con brillantez entre lo directo y el disimulo; en el recorrido del entramado la explicites da paso a una máscara que nos aparta de acciones en concreto dejando que la construcción propia del guion nos de vía libre para edificar desde el subtexto; la relación entre lo que acontece dentro de la pantalla y el clarificado campo de la interpretación es de una alta gama de calidad; mismo que se torna a cada paso más complejo al ir involucrando todo lo sembrado paso a paso, minuto a minuto. El tacto resulta, entonces, de amplio naturalismo; con un segundo acto que resultar ser casi una crónica del sistema de justicia y penitenciario de la Francia de los 80, que si bien no contiene referencias rotundas nos puede llegar a recordar la sobresaliente “The Wrong Man” de Hitchcock (1956). Utilizando sus recursos técnicos con sencillez, pero al mismo tiempo con eficacia y firmeza, el legendario director nos regala una última lección maestra de economía narrativa y exhortación humanista.
En su canto de cisne, Bresson nos coloca de nueva cuenta y pujantemente frente al espejo de la ignominia. Nos ofrece un miramiento sagaz sobre aquello de lo que somos capaces en diversas situaciones tan comunes y triviales que la alegoría se pierde y el realismo se abre un camino que nos acerca a las razones de aquellos que deben ir sorteando las arbitrariedades de facto que no pueden controlarse, aún así se crea o se quiera. El universo cinematográfico de Robert Bresson dejó aquí su último peldaño, pero lejos está de perder su fuerza y belleza. Entre sus líneas nos encontramos con una homilía que a todos nos compete enfrentar para entender los campos de la resistencia y/o debilidad. Conceptos que en dado caso, como dentro del mundo de este magnífico realizador, terminan por estar más cerca de lo que creemos. Quizá y hasta puedan significar plenamente lo mismo.

El Dinero de Robert Bresson
Calificación: 3.5 de 5 (Buena).
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Fotografía: Pinterest