Por: Carlos Cleri. 26/03/2022
“El fundamento de la cooperación de las sociedades modernas no reside ni en el trabajo ni en el capital ni en la utilidad, sino en la actividad del espíritu, alma, memoria, origen de la acción voluntaria (deseo), intelectual (creencia) y afectiva (sentir). Maurizio Lazzarato.
Reconstruir un país arrasado por sucesivas “pestes” es tarea inevitable e ingrata.
Los golpes militares organizados por pupilos de West Point, la CIA y la Embajada norteamericana (wikileaks) fueron reemplazados por golpes blandos, que, con el mismo objetivo restaurador del sistema oligárquico, aunque sin militares pero sumando jueces, consultoras que combinan minería de datos, análisis estratégico (Bannon/Marcos Peña) y oligopolios de comunicación (Clarin La Nación), intelectuales, periodistas, personajes de la farándula, ong´s, medios digitales y “trolls”, se incitan conductas hostiles para con funcionarios, empresarios, ciudadanos y gobiernos no enrolados en el neoliberalismo. Diversas “artes” se combinan para activar resortes emocionales, manipular opinión, desmoralizar y generar descontento. Se instalan candidatos populistas que afloran conservadores furiosos (Carlos Menem, Lenín Moreno, Ollanta Humala, …); recurrena “fakenews”, “lawfare”, mentiras, magnificación de rumores, post-verdades; se exageran errores de gobierno y se le imputan “totalitarismo”, “corrupción” y “ataques a la prensa”; se traban leyes en el Congreso y se arbitran (in)justicias desde los tribunales (Comodoro Py y la Corte a la cabeza). Correa, Evo, Dilma, Lula, Cristina Fernández sufrieron estas operaciones. Fue así que emergió la primera “peste”: Cambiemos15. Macri/Durán Barba aprovecharon astuta y maliciosamente la pérdida de impulso del gobierno del Frente para la Victoria y utilizaron un arsenal de difamaciones y falsedades para hacerse del Estado y arrasar el país en tan solo cuatro años. Su presencia maligna ensombrece la gestión del Frente de Todos a través del reingreso de la auditoría del FMI y el implante de métodos mafiosos. Las acciones de políticos, empresarios, jueces, legisladores y funcionarios de los tres poderes son inducidos extorsivamente. Luego, la segunda “peste”: Covid19, además de su impacto sobre la cotidianeidad y los costos humanos y sociales asociados, prolongó y agrandó la crisis.
Ante la angustia que me provoca observar que ha transcurrido más de la mitad del período de gobierno y la mayoría de los comunes están lejos de satisfacer sus necesidades sustanciales, y asumiendo mi limitada visión desde abajito y lejos del tablero, no puedo ocultar la sensación de que perdura la ilusa idea de que se puede cerrar la brecha entre oligarquía y pueblo, y que el F.d.T. carece de osadía (y creatividad) para confrontar al poder real y hacer frente a transformaciones imprescindibles, posibles y prometidas (sistema impositivo, financiero, control de los oligopolios, minería y agricultura sustentable, etc.). Del laberinto actual no se sale (sólo) por arriba; los comunes nos hallamos más cerca de la tierra que del éter, y estamos dispuestos a cavar túneles de escape.
Por arriba, el gobierno, en el marco del Consejo Económico y Social, debe construir acuerdos estabilizadores con empresarios, sindicalistas, académicos, científicos. No tengo dudas que Gustavo Béliz podrá desplegar su capacidad técnica y valores morales en un escenario más despejado, pero es preciso integrar, en paralelo, la participación organizada de los comunes. Para ello, y siguiendo un principio doctrinario esencial, el gobierno debe instar y favorecer el ensamble de “organizaciones libres del pueblo” para definir estrategias esperanzadoras/liberadoras que sus conducciones (sociales, políticas, militantes, gubernamentales) deben ejecutar (táctica). Podría fundamentar la propuesta citando copiosa bibliografía, pero agotaría al lector, por eso sintetizaré aludiendo al libro “ Asamblea” de Michael Hardt y Toni Negri (Akal, 2019) que pormenoriza la profusión de Comunidades Organizadas que están emergiendo en África, Asia, Oceanía, Europa y América Latina. Estos ensambles sociales abrevan de distintas fuentes (ideológicas, políticas, religiosas, sociales), adquieren distintos matices, constituyen mancomunidades “sin líderes” y se orientan a constituirse en opción (no excluyente) al mercado irracional e inhumano (impregnado de consumismo, acumulación, exclusión, destrucción del hábitat…) y a la democracia imperfecta.
Los términos “comunidad” y “organizaciones libres del pueblo” utilizados en Argentina poseen el virtuosismo de hacer eje en la libre asociación de personas en defensa de sus derechos e intereses y en el carácter diverso de la sociedad, superando la visión institucionalista, herramental, partidaria e ideologizada. En nuestro país las experiencias son incipientes, variadas, potentes, plenas de inspiración, riqueza y auspicio. Haciendo eje en los municipios, algunas poseen carácter integral y otras se vinculan con aspectos/espacios específicos (alimentos, agricultura campesina, pueblos originarios, etc.). La confluencia de este movimiento con los acuerdos de superestructura agregará efectividad e impacto sobre la calidad de vida de todos y todas.
Veamos algunas acciones en curso. Roberto Feletti hace un esfuerzo loable para contener a los monopolios de la industria alimenticia, pero sus logros serán efímeros si no cuenta con una oferta alternativa basada en el asociativismo, la reciprocidad, solidaridad y generosidad. Hace falta acortar la distancia entre productores y consumidores hecho que, ya está ocurriendo espontáneamente a lo largo y ancho del territorio donde cooperativas de productores se acercan a comercios de cercanía, quehacer que es coronado por mutuales con capacidad de distribución, transporte y logística, encargadas de adquirir (y canalizar) alimentos no producidos localmente. Queda latente la posibilidad de construir un sistema de intercambio compensado múltiple que opere con tecnología de cadena de bloques. La socialización de estas experiencias puede incluir la producción de semillas oriundas y criollas, fertilizantes, empaque, manufactura en origen y reproducción de especies vegetales nativas para reforestación o frutales y ornamentales para ventas parroquiales. Imaginación y voluntad sobra; falta tierra, equipamiento, organización, transferencia de experiencias. La lógica organizativa va más allá de los precios porque incluye el asentamiento de colonias de jóvenes productores y “desarraigo del desarraigo” en la línea de la propuesta del maestro Guillermo Gallo Mendoza de “marcha al campo”. La burocracia municipal/provincial no ha podido manejar la recolección, clasificación y reciclado de residuos; por qué no le damos espacio a cooperativas conformadas por quienes operan a sabiendas en contenedores de desechos y basurales a cielo abierto coligados a tecnologías nacionales que valorizan plásticos, aceite, vidrio, caucho, biomasa. Por qué no profesionalizamos el cuidado de ancianos, niños, discapacitados, desvalidos y excluidos asociando a quienes han hecho esa tarea (gratis) por años. Por qué no damos a futuros moradores la posibilidad de construir sus viviendas. Por qué no devolvemos el arte y la cultura a los cultores populares. Por qué…
Los comunes, estamos dispuestos a construir túneles para salir del laberinto. No queremos planes, subsidios, dádivas; sólo tierra, herramientas, acceso a formas organizativas (cooperativas y mutuales) y aliento inicial. ¿Está dispuesto el gobierno a cambiar el chip paternalista originado por desvíos populistas o por prácticas neoliberales de exclusión y suelta de “lastre”? ¿Está dispuesto el gobierno a proveer los medios, sin intermediarios, sin punteros, sin nadie que se quede con una parte o exija compensaciones?
Si el planteo tiene lógica constructiva, bueno será recordar que queda poco tiempo.
Carlos Cleri ocupó el cargo de Subsecretario de Comercio Exterior y Jefe de Gabinete del Ministerio de Economía y Producción de la Nación, actualmente ocupa el cargo de Coordinador ad honorem de la Unidad de Vinculación con las Mesas del Asociativismo y Economía Social del INAES.Suscribite a nu
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Fotografía: Mundo cooperativo