Por: La Señal Medios. 15/03/2021
El Papa y el Ayatollah
Por La Señal Medios *
La apuesta fuerte, se concretó. El Papa Francisco dialogó en Nayaf con el gran ayatollah Ali al-Sistani, máxima autoridad del islamismo chiita y admitido como uno de los hombres más influyentes de la región. Las coincidencias fueron importantes, pero el sólo hecho de la reunión implica un golpe profundo a las campañas occidentales para desprestigiar esta franja mayoritaria del mundo musulmán.
El pontífice visitó a Al-Sistani en su residencia de la ciudad santa. Jorge Bergoglio puso de relieve “la importancia de la colaboración y de la amistad entre las comunidades religiosas para, cultivando el respeto recíproco y el diálogo, se pueda contribuir al bien de Irak, de la región y de la entera humanidad», según la información vertida por el vocero papal Matteo Bruni.
Francisco llegó ayer a Irak a bordo del avión papal -acompañado por enviados de distintos medios, entre ellos Télam y Vatican News, cuyos materiales complementan los datos ofrecideos por La Señal Medios- para una histórica visita de tres días al país, la primera de un pontífice.
Bergoglio, de 84 años, y Al-Sistani, de 90 años, se reunieron durante casi una hora en la residencia del líder nacido en Irán y convertido en una voz de referencia en Irak, en donde sus prédicas semanales y sus publicaciones en redes sociales son evaluados por millones de fieles.
Durante el encuentro, agregó Bruni, el Papa agradeció al líder islámico porque, junto con la comunidad chiita «de frente a la violencia y a las grandes dificultades de los años pasados, elevó su voz en defensa de los más débiles y perseguidos, afirmando la sacralidad de la vida humana y la importancia de la unidad del pueblo iraquí».
A Al-Sistani se atribuye un rol valioso en los esfuerzos por pacificar a Irak tras la invasión estadounidense de 2003 y se lo conoce por apoyar la separación entre religión y Estado, una cuestión aún hoy muy en debate entre los musulmanes.
Según un comunicado que difundió en Irak la oficina de prensa del líder musulmán, «la discusión giró en torno a los grandes desafíos que enfrenta la humanidad en esta era», así como «el compromiso con los altos valores morales para superarlos».
Al-Sistani comunicó su mirada sobre “la injusticia, la opresión, la pobreza, la persecución religiosa e intelectual, la supresión de las libertades básicas y la ausencia de justicia social, especialmente las guerras, los actos de violencia, el bloqueo económico, el desplazamiento de muchos pueblos en nuestra región, especialmente el pueblo palestino en los territorios ocupados», consignó el comunicado.
En diálogo con la prensa que acompaña al Papa en la gira, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, consideró al encuentro como «un paso adelante» en el diálogo interreligioso que promueve Francisco, mientras que el canciller vaticano, el arzobispo Paul Gallagher, lo caracterizó como «una reunión que abre un camino».
El Papa llegó a la residencia de Al-Sistani en un auto blindado que le dio el Gobierno iraquí para sus desplazamientos en el país y precedido por una caravana de seguridad de más de 10 camionetas. En la puerta de la vivienda, el hijo de Al-Sistani, Mohamed Rida, esperó a Francisco para entrar juntos al lugar.
Al llegar desde Bagdad al aeropuerto de Nayaf, un enorme cartel con la cara del Papa y del Ayatolláh y la leyenda «ustedes son un pedazo de nosotros y nosotros somos una parte de ustedes» recibió a Francisco en la ciudad del Sur del país.
La reunión de este sábado, primera etapa de su segundo día de actividades, complementa el acercamiento que Francisco tuvo hace dos años con la rama sunnita del islam cuando -en febrero de 2019- firmó el denominado «Documento por la Fraternidad Mundial» con el imán Ahmed al Tayeb de la mezquita Al Azhar de El Cairo, la máxima autoridad del islam sunnita.
Alí al-Sistani
El ayatollah, propuesto como candidato al Premio Nobel de la Paz, no aparecía en público desde hacía largo tiempo. Esto no le impide recibir visitas, mantener una fluida conexión online con una extensa red de seguidores en todo el mundo y, sobre todo, ser un referente clave en los intentos de apuntalar la joven democracia iraquí ante sus múltiples desafíos.
Al-Sistani vive en una modesta casa en la ciudad santa al sur de Bagdad, cerca de la mezquita donde descansan los restos del imán Alí, primo y yerno del profeta Mahoma y primer imán del chiismo, muerto en el siglo VII. Su familia desciende de Mahoma, como indica el turbante negro que usa.
Llegó a Nayaf con apenas 21 años para estudiar en el seminario del gran ayatollah Abul Qasem al Khoei, entonces máxima autoridad del chiismo. A la muerte de Al Khoei, en 1992, Al-Sistani le sucedió en esa posición que, como la de los Papas católicos, está por encima de la nacionalidad.
Durante el Gobierno de Saddam Hussein (1979 a 2003), dominado por la minoría sunnita de Irak, su figuración pública resultó opaca. Fue arrestado en varias ocasiones y se mantuvo alejado de la política. En los años recientes, su influencia fue in crescendo. Convocó a los chiitas a participar del proceso político y cooperar con la búsqueda pacificadora de las autoridades.
Una y otra vez instó a los chiitas a no responder a los atentados y ataques de extremistas presuntamente islámicos que, desde 2003, lanzaron una insurgencia en la región. Esa actitud le valió dos nominaciones al Premio Nobel de la Paz, en 2005 y 2014.
Sin embargo también la paciencia del ayatollah tenía un límite. En 2014 llamó a los iraquíes a tomar las armas para defender a la patria del Estado Islámico (EI), cuando el grupo yihadista amenazaba Bagdad tras haber tomado la norteña Mosul, la ciudad más grande de Irak.
Su voz volvió a oírse con motivo de otra ola de protestas aún en curso, iniciada a fines de 2019, para reclamar el fin de la corrupción, puestos de trabajo y mejores servicios públicos. El ayatollah acusó al Gobierno y la policía iraquíes de ser responsables de la muerte de manifestantes y ha exigido que se juzgue a los culpables.
«Ninguna persona o grupo, ningún bando con una visión particular, ningún actor regional ni internacional puede apoderarse de la voluntad del pueblo e imponérsela», dijo en noviembre de 2019 tras la muerte de tres manifestantes en una protesta.
* Gabriel Fernández / La Señal Medios / Agencia Telam / Vatican News.
«No habrá paz sin pueblos que tiendan la mano a otros pueblos»
El segundo día del Papa en Iraq ha estado marcado por el encuentro interreligioso con lideres de otras confesiones en la llanura Ur de los Caldeos. El Papa ha recordado en este lugar que “la ofensa más blasfema es profanar el nombre de Dios odiando al hermano”. También ha dicho que depende de nosotros transformar el odio en paz y ha pedido oración por todos lo que han sufrido las consecuencias de la guerra y el terrorismo en este país, en Oriente Medio y en la vecina Siria.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Durante su segundo día en Iraq, el Pontífice ha tenido un encuentro interreligioso con líderes de otras confesiones religiosas en Ur de los Caldeos, el hogar primero de Abraham, una de las ciudades más antiguas e importantes habitada entre el 2025 y el 1735 a.C. “Este lugar bendito – ha dicho el Papa Francisco – nos remite a los orígenes, a las fuentes de la obra de Dios, al nacimiento de nuestras religiones”. “Aquí – ha continuado – donde vivió nuestro padre Abrahán, nos parece que volvemos a casa. Él escuchó aquí la llamada de Dios, desde aquí partió para un viaje que iba a cambiar la historia” y nosotros – ha dicho – “somos el fruto de esa llamada y de ese viaje”. Francisco ha señalado que Dios le pidió a Abrahán que mirara el cielo y contara las estrellas y “hoy nosotros, judíos, cristianos y musulmanes, junto con los hermanos y las hermanas de otras religiones, honramos al padre Abrahán del mismo modo que él: miramos al cielo y caminamos en la tierra”.
El más allá de Dios nos remite al más acá del hermano
Francisco ha explicado la importancia de mirar al cielo, pues nos da un mensaje de unidad: “el Altísimo que está por encima de nosotros nos invita a no separarnos nunca del hermano que está junto a nosotros” pero también nos hace “mantener la fraternidad”. “Nosotros, descendencia de Abrahán y representantes de distintas religiones, sentimos que tenemos sobre todo la función de ayudar a nuestros hermanos y hermanas a elevar la mirada y la oración al Cielo”. Además, ha recordado que el hombre “no es omnipotente”, por sí solo no puede hacer nada, y si elimina a Dios, “acaba adorando a las cosas mundanas”. De hecho – ha dicho – “en el mundo de hoy, que a menudo olvida al Altísimo y propone una imagen suya distorsionada, los creyentes están llamados a testimoniar su bondad, a mostrar su paternidad mediante la fraternidad”.
La hostilidad, el extremismo y la violencia: traiciones a la religión
“La ofensa más blasfema es profanar el nombre de Dios odiando al hermano”. Lo ha dicho Francisco ante los líderes de otras religiones, recordando además que nosotros, creyentes, “no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión”. Iraq es un país que ha sufrido las consecuencias del terrorismo, de la guerra y de la violencia y en el que todas las comunidades étnicas y religiosas han sufrido. Es por ello que el Papa eleva su oración en este encuentro, en la llanura de Ur, “por todos ellos y para que en todas partes se respete la libertad de conciencia y la libertad religiosa” que son – recuerda – “derechos fundamentales”.
Cristianos y musulmanes construyendo fraternidad sobre los escombros del odio
«El terrorismo, cuando invadió el norte de este querido país, destruyó de manera brutal parte de su maravilloso patrimonio religioso, incluyendo iglesias, monasterios y lugares de culto de diversas comunidades». El Papa Francisco hoy ha querido recordar a los tantos jóvenes voluntarios musulmanes de Mosul, “que ayudaron a reconstruir iglesias y monasterios, construyendo amistades fraternas sobre los escombros del odio, y a cristianos y musulmanes que hoy restauran juntos mezquitas e iglesias”. De hecho – dice el Papa – “amar y proteger los lugares sagrados es una necesidad existencial, recordando a nuestro padre Abrahán, que en diversos sitios levantó hacia el cielo altares al Señor”.
Seguir el ejemplo de Abrahán para ver hermanos en los demás
El Santo Padre también ha querido recordar que el camino de Abrahán comportó sacrificios; “tuvo que dejar tierra, casa y parientes”, pero, renunciando a su familia, “se convirtió en padre de una familia de pueblos”.
En medio de la pandemia en la que nos encontramos, el Papa ha hecho una invitación a seguir su ejemplo, para que dejemos “esos vínculos y apegos que, encerrándonos en nuestros grupos, nos impiden que acojamos el amor infinito de Dios y que veamos hermanos en los demás”. “Nos necesitamos unos a otros” ha continuado, y la pandemia nos ha hecho comprender que “nadie se salva solo”. Además, ha advertido que la tentación de distanciarnos de los demás, “siempre vuelve”. Entonces – asegura el Papa – “el “sálvese quien pueda” se traducirá rápidamente en el “todos contra todos”, y eso será peor que una pandemia”.
El camino del Cielo es el camino de la paz
Durante su discurso, el Pontífice ha afirmado que, en medio de la tempestad, es importante que rememos juntos en la misma dirección, reprochando que “no es digno” que mientras todos estamos sufriendo por la crisis pandémica – y especialmente aquí donde los conflictos han causado tanta miseria – alguno piense ávidamente en su beneficio personal. “No habrá paz sin compartir y acoger, sin una justicia que asegure equidad y promoción para todos, comenzando por los más débiles. No habrá paz sin pueblos que tiendan la mano a otros pueblos. La paz no exige vencedores ni vencidos, sino hermanos y hermanas que, a pesar de las incomprensiones y las heridas del pasado, se encaminan del conflicto a la unidad”. Es por ello que ha vuelvo a elevar su oración, en esta ocasión todo Oriente Medio y en particular “por la vecina y martirizada Siria”. Francisco asegura que el camino de la paz comienza “en la renuncia a tener enemigos”, porque “el que sigue los caminos de Dios no puede estar en contra de nadie, sino en favor de todos”.
«El que sigue los caminos de Dios, afirma el Papa, no puede justificar ninguna forma de imposición, opresión o prevaricación, no puede actuar de manera agresiva».
Depende de nosotros transformar el odio en paz
“Depende de nosotros, humanidad de hoy, y sobre todo de nosotros, creyentes de cada religión, transformar los instrumentos de odio en instrumentos de paz”. Al final de su discurso, el Papa ha hecho varias exhortaciones por la paz. A los responsables de las naciones les pide “que la creciente proliferación de armas ceda el paso a la distribución de alimentos para todos”. A todos nosotros nos pide “dar voz al grito de los oprimidos y de los descartados del planeta” pues – señala – “demasiados carecen de pan, medicinas, educación, derechos y dignidad”. Además, ha dicho que de nosotros depende “que salgan a la luz las turbias maniobras que giran alrededor del dinero y pedir con fuerza que este no sirva siempre y sólo para alimentar las ambiciones sin freno de unos pocos”.
Descubrirnos hermanos
También, subrayó Francisco, depende de nosotros “proteger la casa común de nuestras intenciones depredadora” y “recordarle al mundo que la vida de los niños por nacer, ancianos, migrantes, hombres y mujeres de todo color y nacionalidad siempre son sagradas y cuentan como las de todos los demás”.
«Me impactó, dijo el Papa, el testimonio de Dawood y Hasan, un cristiano y un musulmán que, sin dejarse desalentar por las diferencias, estudiaron y trabajaron juntos. Juntos construyeron el futuro y se descubrieron hermanos. También nosotros, para seguir adelante, necesitamos hacer juntos algo bueno y concreto».
El papa Francisco agradeció a Rafah Husein Baher, «por haber compartido con nosotros la voluntad firme de permanecer aquí, en la tierra de tus padres. Que quienes no lo lograron y tuvieron que huir encuentren una acogida benévola, digna de personas vulnerables y heridas».
Al final, ante los lideres de las otras religiones, ha expresado su deseo “para que se realice el sueño de Dios”: que la familia humana sea hospitalaria y acogedora con todos sus hijos y que, mirando el mismo cielo, camine en paz en la misma tierra.
Oración de los Hijos de Abrahán
Después de las palabras del Papa se procedió al momento de la Oración de los Hijos de Abrahán. En ella se agradeció a Dios por “habernos dado como padre común en la fe a Abrahán, hijo insigne de esta noble y amada tierra”, por su ejemplo, valentía, fortaleza, generosidad y hospitalidad; por su fe en Dios.
En la oración se pidió a Dios para que cada persona sea testigo del cuidado amoroso hacia todos, en particular hacia los refugiados y desplazados. Que Dios nos haga instrumentos de reconciliación y paz, al mismo tiempo que seamos capaces de cuidar el planeta.
* Vatican News / La Señal Medios
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Fotografía: La señal medios