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¡Ante la barbarie fascista: afectualidad!

por La Redacción julio 6, 2020
julio 6, 2020
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Por: LA PESTE. 06/07/2020

Puede parecer una ingenuidad que ante la depredación de creídas incólumes instituciones democráticas liberales (sufragio, parlamento, régimen presidencial y equilibrio de poderes), la erosión de principios éticos y morales como el respeto a la opinión ajena y a la disensión, y la violación criminal de los derechos humanos como el derecho a la vida, a no ser torturados y desaparecidos, antepongamos en contrario la afectualidad. Ciertamente la obscenidad con que los políticos de la derecha mundial, de las diferentes regiones y localidades, orquestadamente, bajo la dirección brutal y bárbara de la serie continua de presidentes de los EE.UU.-, han conducido y justificado en la historia contemporánea los genocidios de pueblos y naciones ha desatado las alarmas de los sectores más sensibles de la humanidad ante la progresiva barbarie que se enseñorea sobre el planeta.

Los hombres y mujeres más humanizados del mundo acuden apresurados ante los medios de información y comunicación, – medios que prohíben, tergiversan o relegan publicitar sus opiniones-, para alertar y prevenir sobre los holocaustos invisibilizados que están ocurriendo en nombre de la libertad, la democracia y los derechos humanos por parte de quienes vociferan que los defienden cínicamente porque los desconocen en la realidad. ¿Habrase visto mayor obscenidad? ¡Son millones los seres que son asesinados impunemente! Con razón se considera que en lugar de progresar mundialmente lo que se ha dado es un retroceso histórico a la barbarie. Basta con estimar la cantidad de seres asesinados por intervenciones imperiales y sus aliados en países que reivindican su independencia y soberanías con invasiones a sus territorios, con bombardeos, con los “falsos positivos” que con intencionalidad asesina matan a niños, niñas, discapacitados, ancianos, civiles que ni siquiera pueden ser combatientes, para intimidar y doblegar a esos pueblos por los bienes o “recursos naturales y humanos” (expresión cínica ya que la palabra recursos induce su aprovechamiento explotador capitalista ecodepredador). Bastaría con denunciar la criminalidad cotidiana israelí de los niños y niñas palestinos, o lo que ocurre igualmente con los hombres y mujeres indígenas, exguerrilleros pacificados, niños y niñas, en la Colombia latinoamericana. Lo que debiera ser un escándalo humanitario mundial, apenas es reseñado desvirtuadamente de forma marginal por algunos medios.

Los organismos internacionales (por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas, ONU, y otros, que presuntamente están para propiciar la paz, la defensa del ambiente y naturaleza planetarios, la diversidad cultural y étnica de los pueblos, los entendimientos entre naciones, la preservación y defensa de la autodeterminación e independencia de los países y naciones, etcétera), permiten ser objeto de resoluciones ambivalentes y ambiguas debido a las presiones de las naciones-potencias, por tanto, sus acuerdos se hacen inviables e inoperantes, o cuando estorban a los intereses imperiales son desacatados y descaradamente descalificados por aquellas, principalmente por parte del gobierno imperialista de los EE.UU., por ejemplo, el acuerdo en torno al calentamiento global. Otras instancias internacionales como la Organización de Estados Americanos, OEA, ha sido instrumentalizada como mecanismo al servicio del expansionismo y dominio hegemónico en los terrenos económico, político y militar del gobierno estadounidense de manera desembozada y descarada al propiciar y avalar la injerencia interventora sobre las naciones indoafrolatinoamericanas independientes y soberanas. Sin recato alguno por parte de los miembros que le sirven cual sirvientes. Donde la desfachatez y el cinismo reinan sin rubor.

Ello lo evidencia su comportamiento con los últimos sucesos en los países de Ecuador, Chile y Bolivia. Como es sabido los atropellos cometidos contra sus pueblos por parte de la derecha fascistoide que incluyen la masacre, las torturas y desapariciones, la violación flagrante de todos los derechos humanos a la vista de todos pese al ocultamiento y encubrimiento de los medios, no han provocado ningún pronunciamiento firme y decidido, mucho menos acciones contundentes, por parte de ninguno de esos organismos internacionales. No obstante, los pueblos resisten y persisten en su lucha por la dignificación de sus condiciones de vida en todos los ámbitos en que se desenvuelven y rompiendo barreras que pretenden invisibilizarlos como multitudes. Expresando en su seno nuevos tipos de relaciones sociales que los amalgaman o unifican en sus propósitos políticos liberadores de las hegemonías y dominios oligárquico-burgueses que los pretenden seguir sujetando y reducir oprobiosamente al indignificar sus alteridades bajo la férula del capitalismo explotador y alienador de sus inducidos deseos y necesidades.

Dentro de este tipo de nuevos relacionamientos sociales que pretende soslayar la burocracia dirigente del mal llamado progresismo por claudicante, se anuncia sobremanera la afectualidad como creación inconsciente o cuasi consciente de las luchas de los pueblos como practicación vitalista. No es tan solo la potenciación de su afectividad solidaria, aunque lo es momentánea o parcialmente en su transfiguración en afectualidad, no es tampoco un nuevo valor, sino una reveladora valoración practicada en la lucha. Un nuevo ser que se presenta como modo de ser-siendo en el reconocimiento recíproco de sus otredades dignificadoras sin que las necesarias identificaciones las desdibujen. Por el contrario, la diversidad de sus variadas practicaciones re-creadas en sus modos de ser-siendo en la lucha expresan una identidad alterizadora, esto es, que promueve la diversidad y diferencialidad de su ser que se descubre por primera vez, o una vez más, en el reconocimiento afectual entre sí, en la afectualidad pues. Es un reaparecer de la dialéctica identidad-alteridad que no reclama ninguna resolución de síntesis, es más bien, una analéctica de la realización esperanzadora de una nueva vida en otra sociedad radicalmente distinta y opuesta a la capitalista y a la prometida del socialismo de Estado o de mercado (o mejor dicho, capitalista de Estado con su burocracia-burguesía dominadora).

Por ello no creemos que sea ingenuo reivindicar la afectualidad como contraposición a la barbarie que pretende imponer que sea el odio de la competitividad y la disociación sociocultural lo que triunfe, destructores del ser y los modos de ser-siendo de las alteridades indoafrolatinoamericanas bajo la prevalencia de una forzada identidad neoliberal (ser consumiendo, según escalas, las mercancías y alienándonos con la creencia ideológica que la libertad es escoger o comprar libremente entre las mercancías que se nos ofrecen como en un supermercado, invocando al Dios colonial, al Dios-mercado que junto al diablo vende cruces y biblias), con lo que nos niega la realización auténtica de ser-siendo empática y vitalmente en nuestra cotidianidad y trascendencia social con los demás por distintos que sean. Alteridades que potencialmente en sus modos de ser-siendo abren camino y fortaleza para nuevas relaciones edificadoras de una sociedad o socialidad-otra. Todo ello, traen las nuevas luchas continentales de las multitudes. Son buenas nuevas que anticipan transformaciones realmente revolucionarias porque se afianzan en relaciones sociales emancipadoras. Por tanto, hay que valorarlas y expresarlas conscientemente en las más diversificadas y novedosas formas para arraigarlas más, sin recurrir a las viejas odres desfiguradoras para beberlas y emborracharnos de la alegría y el entusiasmo en la fiesta de sus luchas que nos convoca.

Jorge Díaz Piña

LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ

Fotografía: LA PESTE.

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