Por: Adolfo del Ángel Rodríguez. Profesor normalista del estado de Veracruz. 08/09/2019
Hablar de lectura es hablar de una actividad que debe estar alejada de todo tipo de medidas dentro de la escuela, puesto que es un hábito para la vida, que nos permite comprender mejor la realidad y desarrollar la imaginación, por lo que no puede enseñarse sino contagiarse, por lo que no puede incluirse solo como una asignatura más en la escuela.
Ante un panorama que demuestra que en México se lee muy poco, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Lectura 2015-2018, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, es en la escuela en donde se fomenta la lectura, pues “revela la incidencia directa de los padres y del magisterio en todas las categorías de actividades vinculadas a los consumos culturales. Sobre la población encuestada, casi uno de cada dos afirmó haber recibido estímulos familiares durante la infancia para leer textos distintos a los escolares, y más de un tercio informó haber sido motivado a escribir, como una actividad ajena a las labores escolares. En paralelo, una mayoría informó del papel protagónico de los maestros para el desarrollo de la lectura de publicaciones distintas a las escolares.”
Es en este ámbito descorazonador en donde el gusto por la lectura encuentra un oasis en la escuela, revelando esta encuesta que el maestro toma gran importancia, ya que en dicha encuesta más del 60 % de la población declaró que sus maestros lo animaban a leer publicaciones distintas a las escolares, como cuentos y poesías. En ese mismo rubro se menciona que el estímulo menos mencionado fue la asistencia a algún evento cultural, como conciertos, espectáculos o exposiciones, pero aun así, alrededor del 52% mencionó que algún maestro lo hizo en alguna ocasión.
En cuanto a los estímulos recibidos por los docentes, según la encuesta éstos se han incrementado en los últimos años, los adultos mayores reportaron haber recibido menos estímulos durante su infancia que las generaciones recientes. Sin embargo, informantes de entre 12 y 30 años reportaron niveles similares de motivación recibida por sus maestros, por lo que el cambio sustancial parece haber sucedido hace una generación.
En otra pregunta que se refiere al estímulo de los maestros en la infancia y el gusto por la lectura, se observa que hay una relación directa entre el gusto por la lectura y los estímulos recibidos durante la infancia por parte de los maestros “un porcentaje de la población que declaró haber recibido alguno de los estímulos durante su infancia en la escuela, tiende a reportar un mayor gusto por la lectura”, demostrando que la escuela a la par de la lectura como asignatura, sigue siendo un pilar importante para estimular el la lectura como placer.
Por otro lado, al abordar los hábitos de lectura durante la infancia, Al analizar los principales hábitos de lectura que la población tenía durante su infancia, los más comunes son: I) que un maestro les leyera y II) leer solos, ambos reportados por más del 50% de los mexicanos. Otros hábitos como que su madre, su padre u otros familiares leyeran se reportaron con menor frecuencia, por lo que queda mucho trabajo por hacer como sociedad para que todos asumamos la responsabilidad como parte importante para fomentar el gusto por la lectura.
La asignatura queda pendiente como sociedad, ya que en otro de los puntos que se abordan en la encuesta, las respuestas son desalentadoras en el sentido de que el tipo de libro más común en los hogares mexicanos es el libro de texto, presente en el 45% de hogares. En más del 40% de los hogares mexicanos se reportó como tipo de libro de preferencia el religioso, le siguieron los de cuentos, las enciclopedias y los de historia. La novela se mantiene en sexto lugar con alrededor del 29%, lo que sin duda nos muestra que debemos ser un solo equipo, maestros y sociedad para que los resultados se multipliquen y podamos tener la sociedad lectora que tanto anhelamos.