Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 17 de noviembre de 2018
The Right Stuff/Elegidos para la Gloria (Philip Kaufman, 1983).
La figura del héroe y la noción de la heroicidad son algunas de las directrices más substanciales en la construcción del animo moral dentro de la sociedad estadunidense; pilares para la exportación de un montaje cultural que si bien puede ser en demasía criticable, ha sido manejado de manera más que eficiente a lo largo de los años. Ambos, pues, resultan conceptos clave que parten de una misma esencia pero que se contraponen en sentido y objetivo(s); sus sacrificios y finalidades no siempre se encaminan por los mismos senderos: por un lado se puede hallar la frialdad de la política y sus siempre quisquillosos intereses de diversa naturaleza, mientras por el otro nos encontramos ante el candor del egocentrismo y la auto-exaltación del individuo –la conveniencia personal– cuya finalidad no solamente es formar parte de una elite sino el conquistarla desde las alturas. Visto de esta manera, claro, resulta hasta un tanto mordaz que The Right Stuff –considerado plenamente un clásico norteamericano– de cuenta de esa disparidad en la lucha por la requisa de lo que aparentemente nos es una barrera hacía lo imposible, pero en efecto lo es.
Basada en la novela homónima de Tom Wolfe, la cinta recae en una radiografía cuasi agridulce que nos pasea por las aristas más personales que circundaron el Proyecto Mercury (aquel que diera los primeros pasos por parte de los Estados Unidos hacía la conquista espacial; predecesor del Apollo) al tiempo que opone todas las situaciones familiares y personalidades de los primeros 7 astronautas de la historia con una de las figuras más relevantes en el legado aeroespacial de dicha nación: Chuck Yeager, el primer hombre en romper la barrera del sonido… En parte homenaje, en parte búsqueda de equidad para el olvidado reconocimiento de la figura de dicho personaje (cosa que logró), el entramado se desarrolla de una manera por demás amena a pesar de su larga duración detallando los anhelos y banalidades, secretos y alevosías, durante las faces de creación de estos adalides norteamericanos; en cuya composición participaron desde sus esposas hasta ciertos candidatos al gobierno pasando inclusive por la naturaleza, así como los más internos deseos de todos estos espectros.
Cual marcaje personal, las temerarias siluetas que se van erigiendo frente a nosotros pasan de una utilidad popular a una ventaja social tan rápido como se convierten, sobre el mismo tenor, en un experimento científico o bien de un relevo temeroso a un disidente envalentonado. Todo ello bajo un pragmatismo soez que es lo que mantiene a la narrativa unida. Y quizá su mejor acierto sea ese, el alejarse de vanagloriar el proceso y plantarse frente a él con un practicidad y una alocución contrastante pero honesta: cuasi festiva, cuasi crítica y cuasi aguda que se mezcla con un balance inusual pero sumamente efectivo. Asimismo nos hace respirar todo el mecanismo de los engranajes por los que se suscitan las acciones de aquellos que fueron y buscaron ser los elegidos.
Sobre una puesta en cámara abierta, franca en la confianza que le da su manejo actoral, Kaufman nos describe las tretas, provocaciones pero también los socorros y los amparos de quienes luchan entre si pero al igual forma un equipo que de primera saben que se inscribirán, justa o injustamente, en la historia. Bajos sus dudas y fortalezas se presentan a través de sus desventuras físicas y espaciales, permitiéndonos acompañarles de manera pulcra y emocionante gracias a la hábil fotografía de Caleb Desschanel, al pasmoso diseño de producción de Geoffrey Kirkland y al equipo de 5 montadores de la cinta pero sobre todo al portentoso diseño sonoro de un equipo también numeroso que nos hace vibrar a cada intento, a cada viaje y a cada pausa que abrió toda una pagina en el imaginario colectivo del mundo entero.
Al final, The Right Stuff resquebraja esa tradición de elogio en la crónica estadunidense ablandando hasta lo posible (tampoco es que traicione de lleno sus hitos) algunos de los detalles más afamados de sus laureles. Su representación no especula y trata de mostrarse casta, noble e integra. Lejos de ser un obelisco al momento que revela, ameniza y moldea un acidulado rincón de lucha interna y externa por lograr un cometido. No hay todopoderosos en su encadenado sino seres carnales con sus vacilaciones y discernimientos. Hombres que logran hechos extraordinario, sí, pero que no se encuentran en un pedestal inalcanzable desde ninguna arista (moral, física, socio-politica, etc.), sino que llenos de errores y defectos, circundados por ellos y de un miedo perenne, es que logran alcanzar sus metas.
Elegidos para la Gloria de Philip Kaufman
Calificación: 3 de 5 (Buena).
Fuente:
https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=2193973734214335&id=1598949577050090&__tn__=K-R
Fotografia: Pinterest