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Dentro de WikiLeaks: trabajando con el editor que cambió el mundo.

por La Redacción agosto 5, 2018
agosto 5, 2018
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Por: Stefania Maurizi. La Pluma. 05/08/2018

Silenciado y aislado del mundo exterior, el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, ha estado confinado en la Embajada ecuatoriana en Londres durante los últimos seis años sin acceso a la luz del sol, al aire fresco o a un tratamiento médico adecuado. Además, el pasado mes de marzo el gobierno ecuatoriano del presidente Lenin Moreno cortó su acceso a Internet, al teléfono e incluso le prohibió la entrada de visitantes y periodistas. Para un hombre que ya ha estado prisionero en la embajada durante tanto tiempo, estas restricciones son particularmente duras.

Comencé a trabajar como miembro de uno de los medios de comunicación asociados a WikiLeaks en 2009, antes de que Assange y WikiLeaks publicaran bombas periodísticas como el video Collateral Murder (Asesinato colateral). Durante los últimos nueve años, he estado asociada con WikiLeaks en nombre de mi periódico, el diario italiano La Repubblica, investigando los correos electrónicos de John Podesta [1][1] y muchos de sus otros archivos secretos, excepto los publicados por WikiLeaks sin la colaboración de los medios: los correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata (DNC) estadounidense, los Saudi Files, los correos electrónicos del partido gobernante en Turquía, los documentos del Hacking Team, el video de Collateral Murder y los correos electrónicos de Brennan.

Nos guste o no su trabajo, WikiLeaks es una organización y un medio de información independiente, que no tiene que depender de los medios tradicionales para publicar sus primicias. De hecho, se fundó para eludir las dudas legales que los medios tradicionales pueden tener sobre la publicación de información clasificada.

Con sus 5,5 millones de seguidores en Twitter, WikiLeaks tiene una gran presencia en las redes sociales, lo que le da a su trabajo un impacto inmediato. No obstante, WikiLeaks ha publicado la mayoría de sus revelaciones en colaboración con varios medios asociados.

Por ejemplo, participé en la publicación de los correos electrónicos de John Podesta, director de campaña de Hillary Clinton en 2016, publicados por WikiLeaks poco después de que el infame video Access Hollywood mostrara al candidato Donald Trump haciendo comentarios groseros sobre las mujeres.

Muchos medios de comunicación siguen diciendo que los correos electrónicos de Podesta fueron lanzados solo minutos después de la emisión del citado video Access Hollywood, lo que sugiere algún tipo de coordinación entre WikiLeaks y la campaña de Trump. En una acusación hecha pública el viernes pasado, Robert S. Mueller III, el consejero especial que investiga la supuesta ingerencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016, acusó a 12 oficiales del servicio de inteligencia militar ruso, GRU, de haber pirateado supuestamente los correos electrónicos del DNC y Podesta y haberlos pasado a WikiLeaks para su publicación.

No tengo ni idea de cuáles fueron las fuentes de WikiLeaks en el asunto de los correos electrónicos de Podesta; todo el concepto de WikiLeaks se basa en la divulgación de documentos secretos o de acceso restringido facilitados por fuentes anónimas. Assange dijo en numerosas ocasiones que su fuente para los correos electrónicos de Clinton no era el gobierno ruso ni un tercero estatal.

Cuando trabajaba en los correos electrónicos de Podesta, supe que su publicación fue una decisión de último momento. Me alertaron el día anterior y su lanzamiento escalonado fue una opción de WikiLeaks, después de que la organización fuera duramente criticada por los medios de comunicación por publicar los documentos del DNC de una sola vez. Esta vez, los correos electrónicos se difundirían para que el público los asimilase más fácilmente. Pero eso también fue criticado por los medios estadounidenses y los demócratas como un intento de dejar a Clinton maltrecha unas semanas antes de las elecciones.

Listos para lanzar documentos de Trump

También fui testigo cuando WikiLeaks recibió cuatro documentos sobre los negocios de Trump, en cierto momento durante la campaña, y se solicitó a los socios de los medios que ayudaran a verificar los documentos para determinar si deberían publicarse. El equipo de WikiLeaks ya había parametrado mediante un gráfico el posible lanzamiento de estos documentos sobre Trump, incluyendo una caricatura de Trump y su característico peinado. Desafortunadamente, descubrimos entonces que los documentos ya se habían hecho públicos.

Durante los últimos nueve años de mi trabajo en asociación con WikiLeaks, primero con la revista de información general L’Espresso y luego con el diario La Repubblica, he pasado muchas horas hablando con Assange y su equipo, y he mantenido un contacto semanal con ellos. En perspectiva, me doy cuenta de que en todos esos años solamente una vez vi a Assange como hombre libre. Eso fue en septiembre de 2010: acababa de salir de Suecia para reunirse conmigo y con otros periodistas en Berlín después de la publicación de los Afghan War Logs. En ese momento, ni se me ocurrió que pasarían tantos años sin volver a verlo libre.

Assange es uno de los hombres más demonizados del planeta. “Estamos en el negocio de la crucifixión”, me dijo hace varios meses, antes de que Ecuador cortara sus contactos sociales. Efectivamente, lo han crucificado por cualquier cosa que haya hecho: ¿habló con la prensa?: es un narcisista; ¿no habló con la prensa?: quiere alimentar su imagen de hombre misterioso internacional. Es un ser humano complicado, pero no es un duro ni un imperioso villano al estilo de James Bond, como lo representan los periódicos. Puede ser cálido, con un fino sentido del humor y, definitivamente, es lo suficientemente brillante y audaz como para publicar documentos excepcionalmente arriesgados.

Con toda la fuerza del Estado

WikiLeaks es un medio bastante único desde muchos puntos de vista. Como organización de medios que publica documentos secretos o restringidos sobre los “poderes invisibles”, como las agencias de inteligencia, que los ciudadanos normalmente no perciben como directamente relevantes para sus vidas, no hay dudas de que WikiLeaks tiene toda la fuerza del Estado en su contra. Probablemente sea la única organización de medios de comunicación occidental que ha sido objeto de una investigación continua por parte de las autoridades de los EE.UU. –y probablemente de otros países– desde 2010. Y es sin duda el único medio cuyo redactor jefe está detenido arbitrariamente en el corazón de Europa.

Cada vez que digo que Assange es el único redactor jefe detenido arbitrariamente en Europa, algunos objetan que no está detenido, o que él no es redactor jefe en absoluto. Pero el hecho de que esté detenido arbitrariamente es la opinión del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria, de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, cuyos dictámenes el Tribunal Europeo de Derechos Humanos consideran autorizados. El gobierno del Reino Unido siempre ha rechazado el dictamen del citado organismo de las Naciones Unidas sobre Assange, e incluso ha intentado apelarlo. Desde que perdieron la apelación, las autoridades del Reino Unido han seguido ignorando el dictamen y aparentemente nadie más tiene nada que decir al respecto.

Muchos argumentan que Assange no está detenido, sino que se encuentra en un “exilio autoimpuesto”, ya que podría abandonar la embajada ecuatoriana en cualquier momento. Podría, si quisiera, salir por su propio pie y ser arrestado por las autoridades del Reino Unido, en unas condiciones de fianza poco fiables, después de que Suecia abandonara la investigación en su contra, y se enfrentaría a un riesgo de extradición a los Estados Unidos. El año pasado, el ex jefe de la CIA, Mike Pompeo, lo atacó con ferocidad a él y a su organización, y calificó a WikiLeaks como un “servicio de inteligencia hostil no estatal”. El actual Fiscal General, Jeff Sessions, por su parte, ha declarado que su detención es prioritaria.

Los abogados de Assange creen es probable que un gran jurado en el estado de Virginia haya presentado ya una acusación sellada contra él. En teoría, está protegido por la Primera Enmienda de la Constitución de los EE. UU., que protege la publicación de documentos robados, algo que los principales medios de comunicación hacen habitualmente. Sin embargo, a lo largo de los últimos años las autoridades de EE. UU. han afirmado en numerosas ocasiones que WikiLeaks y Assange no gozan de los derechos protegidos por la Primera Enmienda.

Curiosamente, los críticos que insisten en que se encuentra en una forma de exilio o confinamiento autoimpuesto parecen olvidar que Assange ha intentado toda clase de vías legales para hacer frente a su detención. Nunca he oído hablar de alguien que se imponga el exilio mientras que, al mismo tiempo, intenta toda una serie de medios legales para ponerle fin.

La última apelación de Assange al Tribunal de Magistrados de Westminster fue desestimada en febrero pasado por la jueza británica Emma Arbuthnot, en un fallo que indica que para la Justicia del Reino Unido es perfectamente aceptable que una persona permanezca confinada a un pequeño edificio durante casi seis años sin acceso a luz solar, aire fresco o tratamiento médico adecuado. “No creo que la estancia del Sr. Assange en la Embajada sea inapropiada, injusta, impredecible, irracional, innecesaria o desproporcionada”, concluyó Arbuthnot sin rastro de ironía británica.

En cuanto al concepto de “redactor en jefe”, puedo referirme a mi propia experiencia, y describir lo que he visto personalmente: Assange ha sido siempre la persona que coordina las actividades de publicación de WikiLeaks, toma las decisiones editoriales y decide cómo presentar las revelaciones ante el público, como haría cualquier redactor jefe de un medio tradicional. Él y su organización están lejos de ser perfectos y han cometido errores y han hecho elecciones cuestionables, pero es un hecho que han revelado informaciones muy importantes de interés público.

El Roto

Periodismo y más allá

Gracias a WikiLeaks, ha sido posible revelar el verdadero rostro de las guerras de EE. UU. En Afganistán y en Iraq (Afghan War Logs, Iraq War Logs Files y Collateral Murder), las identidades de los detenidos en Guantánamo (Gitmo Files), los escándalos y vergonzosos acuerdos diplomáticos contenidos en 251.287 cables diplomáticos de EE.UU., como la presión de este país para neutralizar a los fiscales italianos que investigan la entrega extraordinaria del clérigo milanés Abu Omar (Cablegate).

Gracias a él ha sido posible revelar el funcionamiento interno de la firma de inteligencia privada estadounidense Stratfor (GIFiles) y las comunicaciones interceptadas por la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) a líderes alemanes, franceses, italianos y japoneses, incluidas las intercepciones del controvertido ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi (NSA World Spying Files). WikiLeaks también reveló las operaciones de la Unión Europea para detener a migrantes y refugiados (EU Military Ops Against Refugee Flow Files) y las armas cibernéticas de la CIA (Vault 7 Files). Sus archivos sobre Túnez (Tunisia Files) contribuyeron al levantamiento que desencadenó la llamada Primavera Árabe. WikiLeaks también lanzó un paquete de Spy Files de Rusia.

Toda esta información valiosa ha sido puesta a disposición del mundo por WikiLeaks completamente gratis, por lo que una vez en el dominio público, los periodistas, activistas, académicos y ciudadanos tienen acceso directo en todo el mundo y pueden formarse sus propias opiniones bien fundamentadas, sin necesidad de periodistas ni medios de comunicación.

Riesgo

Durante los últimos nueve años, he visto a Assange y su equipo asumir enormes riesgos. “Corren hacia los riesgos de los que todos huyen”, me dijo una vez Edward Snowden en una entrevista. Eso significa que toman riesgos que los medios corporativos no tomarían. A fin de cuentas, los medios corporativos son corporaciones, y muchos de ellos estiman que pueden permitirse solo riesgos legales limitados. En cuanto a los riesgos extralegales, pocos editores y periodistas tradicionales están ansiosos por terminar recluidos en una embajada durante seis años.

Hemos visto lo que le sucedió a Edward Snowden cuando quedó abandonado en Hong Kong. Fue necesaria la intervención de una asesora cercana a Assange, la periodista de WikiLeaks Sarah Harrison, y del equipo de WikiLeaks para ayudarlo a buscar asilo. Aunque los periódicos que obtuvieron los archivos de Snowden podrían haber ejercido un enorme poder contractual si hubieran querido negociar un acuerdo con el gobierno de EE. UU. para proteger a esta fuente, ninguno de ellos lo hizo. Como dijo el escritor estadounidense de ciencia ficción Bruce Sterling: “Es increíble para mí que, entre los millones de grupos de la sociedad civil en el planeta que odian y temen por igual a los espías y los polizontes, ninguno de ellos pueda ofrecer a Snowden ni una pizca de ayuda práctica, a excepción de WikiLeaks.”

Desde el principio, he sido testigo de los ataques virulentos contra Assange y su equipo, y el espectacular fracaso de periodistas convencionales y no convencionales para buscar información objetiva sobre el caso sueco por medio de la Freedom of Information Act (FOIA) u otras herramientas de investigación. En el transcurso de estos últimos siete años, ningún medio ha intentado acceder al archivo completo de Julian Assange y WikiLeaks.

Ha sido necesaria la intervención de una periodista italiana para litigar con arreglo a la FOIA en Suecia y en el Reino Unido, lo que ningún periodista internacional ni local había hecho. Mientras que mi litigio FOIA desenterró algunos hechos sospechosos (como la eliminación de muchos correos electrónicos cruciales escritos y recibidos por el abogado británico que había manejado el caso Assange para la Fiscalía de la Corona, una eliminación de la cual las autoridades del Reino Unido no han proporcionado ninguna explicación) no ha habido ningún seguimiento por parte de ningún medio internacional o británico.

¿Idiotas útiles del Kremlin?

Recientemente, The Guardian escribió: “Assange tiene una relación de larga data con Russia Today. Ha aparecido regularmente en entrevistas con la cadena de televisión rusa y presentó un programa en RT en 2012.” En realidad, la licencia de transmisión para ese programa, conocido como “The World Tomorrow”, fue también adquirida por mi grupo editorial, que publica La Repubblica y l’Espresso. Hasta donde yo sé, ese programa no fue el producto de ninguna colaboración especial entre WikiLeaks y RT.

Si bien es cierto que Assange y su equipo han aparecido en el canal ruso en numerosas ocasiones, solo he oído hablar de una instancia en la que RT era socio de WikiLeaks en la publicación de archivos secretos: las Spy Files, una serie sobre folletos de empresas privadas que venden tecnologías de vigilancia. Cuando WikiLeaks se asocia con los medios tradicionales, los socios se conocen entre sí, comparten los hallazgos y la carga de trabajo. Según lo que he observado personalmente, RT nunca ha sido parte de este proceso, aunque es cierto que RT se hace eco rápidamente de lo que publica WikiLeaks publica, y saca artículos sobre publicaciones de WikiLeaks basadas en los comunicados de prensa de la organización, e informa sobre todo tipo de asuntos relacionados con WikiLeaks.

Rusia percibe a Assange como una especie de disidente occidental. El país definitivamente ama la idea de los “disidentes occidentales” y está feliz de poner meter un dedo en el ojo de Occidente y asegurar una amplia cobertura para Assange y su organización. Los medios rusos destacan las contradicciones en las democracias occidentales que, mientras predican el periodismo agresivo y la protección de fuentes periodísticas, en cambio han encarcelado a Chelsea Manning, han llevado a los tribunales a Edward Snowden, han investigado a WikiLeaks durante los últimos ocho años y han mantenido arbitrariamente detenido a su redactor jefe sin fin a la vista.

WikiLeaks ha sido acusado de ser el tonto útil del Kremlin o su servicio de lavandería, incluso de ser una tapadera de los servicios secretos rusos. Este tipo de denuncias han sido difundidas por los medios sin ninguna prueba sólida, siempre citando a funcionarios de inteligencia anónimos que tienen un interés obvio en destruir la reputación de WikiLeaks. Para protegerse a sí mismo y a su organización, Assange siempre ha evitado revelar el funcionamiento interno de la organización con objeto de no exponer sus recursos y vulnerabilidades a entidades poderosas como la CIA, que perciben a WikiLeaks como una amenaza existencial.

Este enfoque ha ayudado a proyectar un atractivo de misterio y amenaza que ha sido utilizado por muchos medios de comunicación para alimentar una campaña mordaz contra Assange y WikiLeaks presentándolos como villanos al estilo de James Bond, con algo oscuro que esconder. Si Assange y su equipo hubieran levantado alguna vez el velo y permitido que el público viera el funcionamiento interno de WikiLeaks, la opinión pública habría percibido lo que realmente está detrás de esto: una disposición a tomar riesgos, incluso frente a entidades muy poderosas.

Nadie puede decir cómo terminará todo esto para Assange y su equipo: si terminan en la cárcel en los Estados Unidos, será la primera vez que un redactor jefe y una organización de medios de comunicación van a la cárcel en este país por su trabajo, al menos desde John Peter Zender, en la época de la América colonial. Como afirma el emblemático Daniel Ellsberg, whistleblower por excelencia: “Bajo Trump, Assange podría ser el primer periodista condenado en este país.” Hay un silencio ensordecedor sobre el impacto que puede tener una situación así sobre la libertad de la prensa y sobre los derechos humanos de Assange y su equipo.

Nota

[1] Ex Jefe de Gabinete de la Casa Blanca y Director de la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2016.

LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ.

Fotografía: La Pluma

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