Por: Hugo Marín Guillén. Equipo Critica. 04/08/2018
La muerte de Sebastián Díaz González, de doce años tras ser arrollado por el tren urbano, nos debe poner a REFLEXIONAR y tomar medidas. Lo que le sucedió a este muchachito NO fue un accidente, fue un ASESINATO en tanto este niño recibió presión, maltrato verbal de jóvenes compañeros, incluso mayores que él y de una cultura machista sembrada por décadas dentro del Liceo de Costa Rica. Fueron estos brazos invisibles los que empujaron al tren a este muchacho. Estos, los acosadores, deben de pagar por sus actos y también aquellos que con su silencio o con su apoyo tácito ven normal conductas machistas y frases violentas, máximo cuando cuesta una vida humana que apenas empieza.
La reflexión es que este niño y su muerte suman una víctima más a causa del machismo y de la socialización enfermiza en la que viven los muchachos del Liceo de Costa Rica para convertirse en “HOMBRES” y en “BUENOS” LICEITAS, herederos de una tradición histórica del colegio de varones más importante del país y creer que eso es ser hombre.
Las prácticas cargadas de violencia, de lenguaje discriminatorio, han saturado de estereotipos y de actitudes machistas a este colegio. Lo doloroso es cuando docentes refuerzan esas prácticas patriarcales con frases como: “¡Que playito!” o “¡Se puso a llorar el maricón!”, refiriéndose, o diciéndolo directamente, a sus estudiantes. Lastimosamente, como educador, también lo he visto en mi liceo, donde generan normalización de conductas peligrosas y violentas.
Estas conductas promueven que los hombres se vuelvan incapaces de mostrar sus sentimientos y de hablar de sus miedos o de lo que les está pasando y esto provoca que el varón se exponga a conductas de altísimo riesgo como sucedió a este niño tratando de calzar en su grupo de pares, y demostrar, de esta forma, a sus compañeros que si era un hombre. El machismo nos hace daño a todos y todas.
Reflexionemos la muerte de este muchacho víctima de la “hombría” cargada de violencia, esto es resultado de una sociedad altamente machista.
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Fotografía: Equipo Critica