Por: Portaloaca. 18/02/2025
Estos días posteriores a la catástrofe en el País Valencià causada por la DANA [1], entre toda la gente que está trabajando para ayudar a las poblaciones afectadas [2], están actuando algunos grupos de extrema derecha haciendo suyo el lema «Solo el pueblo salva al pueblo» [3].
En dos grandes diarios de izquierdas se han planteado inconvenientes al lema.
Escribe el periodista Javier Salas en «El País»:
Pero el mensaje de «estás solo, huye de las instituciones» es pura estrategia neofascista. (…). La desconfianza en el Estado, en la ciencia, en la prensa de calidad, en el prójimo, es lo que hace que se rompan las costuras del tejido social. [4]
O, en la misma línea, el periodista Javier Cavanilles en «elDiario.es»:
Es uno de los mantras de estos días: «El pueblo salva al pueblo». No es por llevar la contraria, pero si el pueblo tiene que salvar al pueblo, en menos de un mes íbamos a estar extintos. El pueblo puede echar una mano, hacer colectas, acoger a afectados en su casa… Pero sin una administración fuerte y eficaz, la probabilidad de salir de esta es, en el mejor de los casos, nula. [5]
Otto Von Bismarck, el «Canciller de Hierro» prusiano impulsor del Segundo Reich, creó el «Estado de bienestar» moderno. Quería con esto, según sus propias palabras, «sobornar» a las clases populares, que estas «vieran al Estado como una institución creada para ellas e interesada en su bienestar». Su «Estado de bienestar» fue una alternativa vertical a un montón de iniciativas, asociaciones, instituciones, sociedades, servicios, sindicatos, escuelas, hospitales, cooperativas… impulsados por las clases populares de la época [6]. Una alternativa vertical y totalmente centralizada y jerarquizada, fusionada con la espantosa estructura de tiranía política y militar que era el nuevo Estado alemán.
El Estado de bienestar español actual se pudo levantar después de la brutal represión y la desarticulación forzosa –incluyendo el asesinato a gran escala– que se llevó a cabo desde la Guerra Civil contra el movimiento obrero y popular, que llevaba décadas construyendo instituciones y estructuras populares para cubrirse sus necesidades a todos los niveles [7]. Lo hacía siguiendo en buena medida un legado de una cultura y cosmovisión popular que le precedía [8].
¿Se hubiera podido construir el Estado de bienestar actual sin haber aplastado todo aquello? No. ¿Podrían tener las mutuas capitalistas la fuerza que tienen hoy si las mutuas populares obreras tuvieran la fuerza que tuvieron antes del franquismo? No. Fue necesario destruir todo aquello para construir lo que tenemos hoy.
¿Hubiéramos podido llegar a los actuales niveles de alienación, desintegración del tejido social, individualismo, crisis de valores… si todas aquellas instituciones populares hubieran podido mantener su camino?
Los modelos populares alternativos al «Estado de bienestar» habían demostrado su eficacia y su viabilidad. Estos no perseguían la lógica del beneficio privado del jefe de un negocio ni la Razón de Estado [9]. Se basaban en satisfacer las necesidades colectivas de una manera razonable y a partir de la participación y la toma de responsabilidad de la gente, no con el modelo estatal donde el pueblo estamos obligados a delegar y obedecer en todo, y se trata de un despotismo ilustrado que recuerda a aquello de «todo para el pueblo pero sin el pueblo».
La extrema derecha nazi utiliza en Valencia el lema «Solo el pueblo salva al pueblo» de manera demagógica, oportunista, siendo este principio completamente opuesto al proyecto político y social que defienden. Defienden a ultranza el sistema estatal y capitalista, la identificación completa del pueblo con el Estado, quieren a las clases populares sumisas a las estructuras de poder, no quieren que se planteen autoorganizarse a través de estructuras realmente democráticas.
Afirmaba Mussolini:
Nuestra fórmula es esta: Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado. (…) El pueblo es el cuerpo del Estado y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. [10]
Abdullah Öcalan, líder del movimiento de liberación kurdo, que impulsó un cabio de paradigma a través de la autocrítica de la ideología estatista que había profesado, recogió en sus reflexiones esta esencia del fascismo:
El Estado-Nación se puede describir esencialmente como la sociedad identificándose con el Estado y el Estado con la sociedad, hecho que constituye también la definición del fascismo. [11]
Javier Salas, en su artículo en «El País» antes citado, equipara la desconfianza hacia el Estado con la desconfianza hacia el prójimo, cuando el Estado siempre ha promovido la destrucción de los vínculos sociales horizontales, porque le suponen una amenaza. Porque «un déspota perdona fácilmente a los gobernados que no le quieran, con tal de que ellos no se quieran entre sí» [12]. Pero el mismo periodista nos da lecciones en el flamante diario sobre «neofascismo», siendo él defensor del Estado heredero del franquismo, del Estado que, como todos los Estados, ha llenado las páginas de su historia de sangre, terror, expolio y engaños.
Hay una izquierda socialdemócrata que no quiere que el rebaño se salga del pensamiento único obligatorio, no quiere que nadie blasfeme el nombre de su amo y señor: el Estado. No muerde la mano que le da de comer. ¡Que el pueblo no se atreva a pensar que se tiene que salvar a sí mismo! ¡El pueblo necesita un salvador!
Y hay una izquierda anticapitalista fervorosamente estatista, que no ha hecho autocrítica a pesar de las evidencias históricas de sus planteamientos, que sigue defendiendo «el Estado bueno por llegar», «el Estado socialista» que «salvará al pueblo», «el Partido» que salvará al pueblo, que representará «el pueblo salvándose a sí mismo»… Pero la alquimia de pretender fusionar «el Partido» con el pueblo, o el Estado con el pueblo, ha salido siempre mal aunque se haya hecho desde la extrema izquierda [13]. «Solo el pueblo salva al pueblo», igual que «Todo el poder para los soviets», se permite como lema antes de la anhelada toma del poder estatal. Después, si es necesario, se bombardea Kronstadt [14].
Están los nazis que dicen que el pueblo se salva a sí mismo, pero no engañan en este sentido a nadie con dos dedos de frente, por lo antes dicho.
Y está la corriente de demagogia de los «liberales libertarios» como Milei –el actual presidente de Argentina– o Juan Ramón Rallo. Critican lo que consideran como opresión del Estado, pero defienden el capitalismo. Los abusos que genera el capitalismo no los notan. Pero ¿cómo se podría mantener la concentración de poder económica brutal en pocas manos del capitalismo sin la fuerza amenazadora del Estado ante una población desarmada? De ninguna manera. El capitalismo nació con el impulso de los Estados y moriría enseguida sin la existencia de estos. Porque la gente no nos dejaríamos esclavizar ni humillar así como así, necesitamos una amenaza muy real.
El pueblo podrá salvarse a sí mismo si apuesta por emanciparse, si construye sus propias estructuras e instituciones populares, donde no se erijan estructuras de dominación de minorías sobre la mayoría social. Si vuelve a dar pasos hacia la perspectiva de una revolución que desarticule el actual sistema de dominación en su totalidad, sin crear otro. Si se propone apostar por sistemas de valores opuestos a los del sistema de dominación [15].
Nadie salva al pueblo, nadie da la libertad al pueblo, la libertad se conquista, y no es fácil, pero el pueblo no necesita que le pinten la realidad de un color que no es. Las personas tenemos que afrontar la realidad para poder avanzar, y tenemos que detectar y evitar las diferentes trampas, engaños y autoengaños.
El pueblo puede llevar a cabo prácticas de solidaridad y apoyo mutuo como las que hemos visto estos días, y puede ser mucho más que esto, puede ocuparse de toda la esfera pública, a través de sistemas de organización social basados en el federalismo, la democracia directa, los mandatos imperativos con cargos revocables, la autodefensa descentralizada, la gestión comunal de buena parte de los elementos económicos…
Como dice Rebecca Solnit, del desastre han surgido muchas veces «comunidades extraordinarias» [16], y tenemos por delante una época que promete albergar muchos desastres. En lugar de dejar que el miedo nos paralice, tenemos que ver cómo poder ser una parte de la potencialidad positiva de los tiempos que vendrán y que ya están aquí.
«Solo el pueblo salva al pueblo» responde a una intuición o una convicción completamente acertada, totalmente contrastada por la experiencia histórica y contínuas experiencias recientes, a pesar de que alguna gente utilice el lema de manera oportunista, a pesar de que alguna gente lo utilice de manera contradictoria, a pesar de que alguna gente se escandalice.
Pol Font
Fuente: https://polfont.wordpress.com/2024/11/03/solo-el-pueblo/
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NOTAS:
[1] Wikipedia: Gota fría de 2024 en España.
[2] Recopilatorio fotográfico en Vilaweb con el título «Sols el poble salva el poble».
[3] Están utilizando el lema grupos de extrema derecha, algunos abiertamente nazis, como Núcleo Nacional.
[4] «“Solo el pueblo salva al pueblo”: las redes reaccionarias a la carga contra el “Estado fallido”», El País, 02/11/24.
[5] «El pueblo no salva al pueblo», elDiario.es, 02/11/24.
[6] Lo explica David Graeber en «La utopía de las normas» (2015).
[7] Algunas referencias: «L’economia social catalana als inicis del segle XX. Cooperació, solidaritat i valors» (Ignasi Faura Ventosa, 2016); «Les cooperatives obreres de Sants. Autogestió proletària en un barri de Barcelona (1879-1939)» (Ivan Miró y Marc Dalmau, 2010); «La mar d’Amunt» (Isidre Corominas i Zaragoza, 2015)… En relación al último, echad un ojo a la finalidad y los objetivos del Pósito Pescador de Port de la Selva, una institución popular que se decía que mandaba más que el ayuntamiento, o leed qué escribió John Langdon Davies sobre este pueblo en «Behind the Spanish Barricades» (1936).
[8] Chris Ealham, autor de «La lucha por Barcelona. Clase, cultura y conflicto (1898-19377)», en una entrevista en «La Vanguardia» del 06/01/22: «El federalismo existía antes de la CNT. De hecho, la CNT federalista, igual que el anarquismo del siglo XIX, conectaron con culturas ibéricas preexistentes, culturas de resistencia al Estado, culturas de acción directa que precedieron a la formación de la ideología ácrata.». Sobre esto, se puede encontrar mucha información en el proyecto divulgativo «Reconstruir el Comunal».
[9] Wikipedia: Razón de Estado.
[10] Benito Mussolini, «El espíritu de la revolución fascista». Las citas son de «III aniversario de la Marcha sobre Roma» (octubre de 1925) y «Síntesis del Régimen» (marzo de 1934).
[11] Abdullah Öcalan, «The Sociology of Freedom», 2009. Próximamente se publicarán las traducciones al castellano y catalán del libro.
[12] Reflexión muy acertada de Alexis de Tocqueville en «La democracia en América» (1840).
[13] Sobre esta cuestión: «Algunas críticas al estatismo marxista» (Pol Font, 2023).
[14] Wikipedia: Rebelión de Kronstadt. También: «La revolución desconocida» (Volin, 1947) y «La comuna de Cronstadt» (Ida Mett, 1938).
[15] Heleno Saña, «Cultura proletaria y cultura burguesa» (1972). También, del mismo autor, «Breve tratado de ética. Una introducción a la teoría de la moral» (2009).
[16] «Un paraíso en el infierno. Las extraordinarias comunidades que surgen en el desastre» (Rebecca Solnit, 2009).
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Fotografía: Portal Oaca