Por: JOSÉ DURÁN. 16/10/2023
https://go.ivoox.com/rf/117336894
Durante 2022, Christine Lagarde, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), habló en varias ocasiones de “enfriar la economía” mediante subidas de los tipos de interés para frenar la inflación. No solo empleó ese sintagma sino que la entidad que preside ha aplicado esas subidas de los tipos de interés hasta el nivel más alto desde 2001, en una serie de diez aumentos consecutivos. Traducción: se encarece el precio del dinero, los Estados pagan más por su deuda y quienes firmaron un préstamo con el banco para comprar casa ven cómo sube peligrosamente la cuota mensual de la hipoteca.
“Cuando los bancos centrales dicen que pretenden enfriar la economía se refieren a que, en el mejor de los casos, pretenden provocar una crisis que afecte principalmente a los sectores más vulnerables de la población y envíe a la quiebra a las empresas que tengan un menor margen y más dificultades”, se lee en Pescar el salmón (Capitán Swing, 2023), un libro con el que Yago Álvarez (O Porriño, 1980) busca desentrañar la confluencia de bulos, narrativas y poderes que se produce en la prensa económica para generar una realidad irreal. Una madeja de intereses que hace que los recortes en ayudas sociales sean “reorientación del gasto público”; regalar empresas públicas, “externalizar”; abaratar el despido, “aumentar el dinamismo laboral”; o permitir que multimillonarios evasores de impuestos legalicen su dinero no declarado, “amnistía fiscal”.
Álvarez lleva varios años ejerciendo de zahorí en las movidas aguas de la información económica. Como responsable de la sección de economía en El Salto, heredera de El Salmón Contracorriente —un proyecto activista de comunicación que se integró en el proceso de transformación de Diagonal del que nació este medio—, en sus redes sociales y en sus apariciones en programas de televisión, ha ofrecido una visión diferente a la establecida. “Toda la prensa salmón y la gran mayoría de las secciones económicas de los medios generalistas defienden que no hay más alternativa que la neoliberal”, resume en el libro, que supone un nuevo movimiento en su batalla por una información económica situada pero rigurosa, orientada a dotar de herramientas para el análisis a quienes sufren las decisiones tomadas en un campo que se presenta aséptico y neutral pero que está plagado de minas ideológicas.
En Pescar el salmón, Álvarez realiza un análisis en tres niveles —uno semiótico, otro sobre la propiedad de los medios, y el tercero en torno a los grupos de presión que intervienen— de los factores que provocan que leer la prensa económica y enterarse de algo sea misión complicada. También de los mensajes que trasladan en sus páginas y de los objetivos que persiguen, en muchos casos alejados del interés informativo. Por ejemplo, en abril de este año Expansión publicó un artículo titulado “Cada madrileño se ha ahorrado 577 euros al año en impuestos”. Álvarez explica que esa cifra ni siquiera es una media y que, aunque lo fuera, se trataría de una “media totalmente falsa y alejada de la realidad”, porque solo toma en consideración tres impuestos, dos de ellos bonificados y que, además, los pagarían muy pocos contribuyentes. Con ese enfoque en el titular se refuerza el relato de que las bajadas de impuestos favorecen a toda la población, considera este periodista y economista cabreado.
El tratamiento de los medios especializados en economía de asuntos como la fiscalidad, la deuda pública o las pensiones es un plato al que Álvarez hinca el diente para encontrar que suele escorarse —mediante una mezcla entre opiniones, noticias seleccionadas y análisis de supuestos expertos imparciales— hacia la defensa de intereses concretos que no son los de las mayorías sociales ni tampoco de lo común, lo compartido por toda la sociedad. “La generación de opinión pública en lo referente a la economía se presenta como la principal arma de los intereses de los grandes poderes capitalistas para preservar su hegemonía cultural, conservar el poder y generar beneficios económicos y políticos”, se lee en el libro.
Álvarez explicita las diferentes técnicas que traducen en lo formal esa orientación ideológica determinada que, en su opinión, conduce la actividad de la prensa económica: sesgos, empleo de eufemismos, profusión de datos sin contexto, anglicismos… También recuerda el papel que juegan los grupos de presión empresariales, a través de sus fundaciones y otras instituciones. Suelen aportar las voces “conocedoras” de la materia, los expertos que saben de lo que hablan, aunque sus intereses de parte resulten en ocasiones escandalosos. En 2017, los profesores e investigadores Antonio Castillo-Esparcia, Sergio Guerra-Heredia y Ana Almansa-Martínez publicaron un estudio en el que analizaban la presencia de los 33 principales think tanks españoles en seis medios generalistas (El País, ABC, El Mundo, La Vanguardia, El Periódico de Catalunya y La Razón) y dos especializados en economía (Expansión y Cinco Días). Según este trabajo, la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), presidida por José María Aznar y vinculada al Partido Popular, fue el grupo de presión con mayor presencia en esos medios, siendo El País el que le concedió más espacio. De los 33, el quinto lobby con mayor influencia resultó ser el Instituto de Estudios Económicos (IEE), think tank de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). “Sus análisis son presentados por los grandes medios como si se tratara de fuentes apolíticas y libres de sesgos ideológicos”, apunta Álvarez, quien opina que, en realidad, el IEE es uno de los principales baluartes contra las políticas progresistas, los derechos laborales y la justicia social a través de la fiscalidad.
Tras varios años trabajando con traje y corbata en entidades financieras y compañías aseguradoras, Álvarez no pudo más con las prácticas habituales de estas empresas y lo dejó. Se pasó al otro lado, a la divulgación y denuncia de los malestares que causa la concepción económica dominante. Un camino que le ha llevado a enfrentar contradicciones y a vivir situaciones insólitas en la atmósfera mediática.
En Pescar el salmón recuerda que Juan Torres, catedrático de Economía Política de la Universidad de Sevilla, abandonó el plató del programa La Sexta Noche en enero de 2017 tras ser increpado varias veces por el director de Ok Diario, Eduardo Inda, tertuliano habitual de ese show. “Yo soy una persona seria, soy un académico y no participo en estas locuras”, dijo Torres mientras salía del estudio, señalando que España “ya está harta de este tipo de debates que ponen por delante la agresión, el insulto y a veces la mentira”.
En julio de 2022, después de que estallara el escándalo de las grabaciones del excomisario José Manuel Villarejo y Antonio García Ferreras, directivo de Atresmedia y presentador de varios espacios en La Sexta, Álvarez dejó de colaborar en Al rojo vivo, uno de esos programas. Tras discutirlo en asamblea, El Salto decidió que no volvería a participar allí, dado el nivel de desinformación y manipulación que manifiestan sus emisiones.
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ
Fotografía: Briega