Por: Pilar Aguilar. 05/03/2023
Leo un artículo sobre sadomasoquismo. Lo primero que aprendo es que ahora se llama «sexo creativo».
Según el artículo, el “sexo creativo” es producto de la liberación sexual… Sade era, pues, un visionario que se adelantó dos siglos y medio a la liberación sexual… Aunque las feministas –que somos muy mal pensadas- sabemos que la liberación sexual sirve, sobre todo, para que los (en masculino) ya liberados se liberen más y para que las otras (las otras según de Beauvoir, no según el Ministerio trans) digan “Sí” (pues “Solo sí es sí”, faltaría más) a lo que los liberados les propongan so pena de ser calificadas de conservadoras y puritanas.
El artículo –francés- lamenta que no exista en Francia un diploma oficial de dominatriz. Hay «Escuelas de artes sádicas», sí, pero privadas.
Esta carencia de enseñanza reglada obliga a quienes quieren aprender tales “técnicas” a apañárselas. Menos mal que internet facilita el asunto y cuenta con grupos ad hoc para los, las y les “trabajadores del sexo” y para la comunidad BDSM (comunidad, la palabra que sirve, incluso para designar a los compradores y consumidores de un determinado producto, “comunidad de fans del jamón de Jabugo”, por ejemplo).
Ah! Y broche final: hay dominatrices feministas, claro. ¡Cómo no iba a haber si hasta quienes nos borran del mapa se dicen feministas! Una que se define a sí misma como tal, cuenta que su especialidad sádica consiste en inmovilizar al cliente, sentarse encima y leerle textos feministas… ¡No me digáis que no está bien pensado! El pobre hombre sufre y sufre hasta que se corre oyendo a Dworkin.
hasta quienes nos borran del mapa se dicen feministas!
Cuando Irene Montero se entere, advertirá la gran oportunidad que esta “comunidad” representa para reavivar y revitalizar su Ministerio pues, ahora que ya prácticamente ha colado la ley trans, se ha quedado mustio y precisa de un nuevo banderín de enganche que le devuelva protagonismo.
Y, claro, no lo va a conseguir ocupándose de los problemas de las mujeres “cis”. Las mujeres “cis” son aburridas, todas idénticas (Amorós dixit), nada guays ni creativas y, encima, sus problemas solo se solucionan con cambios sociales, ideológicos, económicos…
No, las mujeres no sirven. Lo que el Ministerio de la Modernidad necesita imperativamente es una “comunidad” diversa, guay, puntera a la que promocionar… una que entronice el deseo individual (siempre que ese deseo no cuestione la estructura capitalista ni la estructura patriarcal, claro).
¡Qué gran hallazgo este de la comunidad BDSM!
Porque, a ver, el asunto no es reconocer que hay personas sadomasoquistas, igual que la ley trans no va de reconocer que existen personas que no aceptan su realidad sexual. No, no se trata de eso.
Se trata de crear toda una “filosofía”, acompañarla de una gran campaña de promoción, inventar un nuevo vocabulario (por ejemplo, un equivalente a la palabra cis, para definir a quienes no disfruten sufriendo).
La propaganda es esencial, sobre todo en los centros de enseñanza. Se deben crear protocolos “educativos” que canalicen adecuadamente a niños y niñas porque seguro que hay miles y miles que ignoran su identidad sado-maso… Para que vean la luz, conviene adaptar los astutos parámetros con los que Chrysallis detecta y encauza (cuanto antes mejor) niños y niñas trans. Como sabréis, Chrysallis imparte cursillos y distribuye folletos y bonitos cuentos –todo ello financiado con dinero público, claro- entre el profesorado, alumnado, padres y madres a fin de averiguar si el sexo “real” coincide con el “asignado” al nacer. Para ello aplica sofisticadísimas plantillas de análisis, del tipo: “¿Le gusta pegar patadas a un balón, no quiere ponerse en fila, no siente atracción por el rosa, los pendientes y los volantes? Es un niño, sin duda”.
lo importante es no perder comba, seguir en la cresta de la ola de la modernidad ególatra, individualista, neoliberal y disparatada…
Pues lo mismo, pero en versión sadomasoquista. Por ejemplo, “¿Disfruta viendo películas de miedo y horror? ¿le encanta darle sopapos a su hermano? ¿destripa a las muñecas en vez de hacerles vestiditos? ¿se mete por los zarzales y ortigas pretextando que quiere ver lo que hay detrás? ¿trepa por sitios donde seguro que se va a caer y se va a hacer pupa? ¿Sí? Pues es, sin duda, sadomasoquista. Respetemos su identidad, reconozcamos su sentimiento, aceptemos su deseo. Iniciémoslos e instruyámoslos en las técnicas BDSM. Es más, implantemos una enseñanza reglada que Francia pueda envidiarnos. Incentivemos a los medios de comunicación para que publiquen emotivas entrevistas con personas a quienes se les ha reprimido su identidad sado-maso. Consagremos un día (o varios) en su honor, multemos a quienes osen decirles que quizá tienen un problema…”.
Y así sucesivamente. Hay mucho que hacer…
Porque lo importante es no perder comba, seguir en la cresta de la ola de la modernidad ególatra, individualista, neoliberal y disparatada…
(Y sí, yo también temo que se tomen mi consejo al pie de la letra y se reconviertan en Ministerio Sádico).
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Fotografía: Tribuna feminista