Top Posts
Un mes de movilizaciones en Panamá y la creciente represión...
Colombia. Potente huelga contra el boicot de la...
¿FobAfore? (vídeo)
Registran nueve puntos de bloqueo en Cochabamba por...
Argentina. Un mundo sin sindicatos: el sueño húmedo...
“Por nuestros derechos laborales, hasta la victoria”
Comunicado: Gobernador del Estado de Zacatecas, Presidente Municipal...
Es hora de enviar a la OTAN al...
Argentina. ¿Anhelar una sana administración de justicia es...
Carrizalillo, 60 días de resistencia frente a la...
  • Colectivo Insurgencia Magisterial
Portal Insurgencia Magisterial
Banner
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
Espacio principalEspacio secundario

Sobre la batalla por el tiempo

por RedaccionA noviembre 1, 2021
noviembre 1, 2021
958

Por: Sarah Babiker. 01/11/2021

Que no podamos vivir mejor no es algo natural ni fruto de consenso. Hablar de tiempo no es hablar de un intangible, sino encarar desde otra perspectiva la redistribución de la riqueza, revalorizar las horas que entregamos al trabajo para poder entregar menos.

Lo naturalizado no es consenso, aunque a veces se confunda. Que las cosas se den por normales e intransformables no deriva de que estemos de acuerdo; suele ser más bien una imposición vestida de inevitabilidad por quienes tienen el poder de imponer. Muchas veces son esas cosas tan naturalizadas como poco consensuadas las que generan más sufrimiento y dolor, más resistencia sin canalizar que acaba siendo dirimida con psicólogos y pastillas en lugar de en el sindicato, la calle o el parlamento. Tomemos un caso práctico: el hecho de no tener nunca tiempo.

Tema de conversación por excelencia, motivo de angustia y dolores de cabeza, la falta de tiempo parece ser una maldición bíblica de la que no podemos aspirar a escapar. Abordada desde la retórica coach de la organización personal, vivenciada como intersección entre la culpa y la logística en el ámbito familiar, expuesta a veces como una deriva cultural de sociedades individualistas y aceleradas, la problemática del tiempo parece inmunizada ante la posibilidad de un cuestionamiento serio y con efectos reales en nuestras vidas. 

Politizar la redistribución del tiempo, reivindicar el derecho al tiempo libre, aspirar a una proporción menos matemáticamente ofensiva entre las horas de trabajo y las demás, se presenta como algo superfluo

Politizar la redistribución del tiempo, reivindicar el derecho al tiempo libre, aspirar a una proporción menos matemáticamente ofensiva entre las horas de trabajo y las demás, los días laborables y los de librar, los meses de trabajo y las vacaciones, se presenta como algo superfluo, se desprioriza en favor de otros debates, como si no estuvieran relacionados. Como si las dificultades de conciliación no tuvieran que ver con el derecho al trabajo, ni la devaluación de nuestro tiempo con las condiciones laborales que afrontamos. 

La España que madruga

A las 7.30 de la mañana las rueditas de las mochilas escolares empiezan a percutir sobre las aceras. La España que madruga tiene protagonistas invisibles, niños y niñas a quienes sus padres (y sobre todo sus madres) despiertan cuando aún es de noche, con el fin de poder dejarlos en el cole a una hora que les permita fichar a tiempo en sus trabajos. A veces la infancia que llaman “madrugadora” en los programas de apoyo a la conciliación es la misma que se queda a disfrutar “las tardes del cole”, en una sociedad en la que el conflicto entre capital y vida, entre el mundo del trabajo remunerado y el mundo de los cuidados tiende a saldarse ayudando a los cuidados a acoplarse al mundo del trabajo, nunca al revés. Pasar 10 horas de tu vida en una institución a temprana edad quizás sea la puerta de entrada más eficaz para asumir que apenas salgas de la escuela entregarás con naturalidad y sin reparo otras 10 horas al mundo del empleo remunerado.

Tal y como se plantea el debate en medios de comunicación, redes sociales o reuniones de trabajadores, pareciera que la conciliación entre el tiempo del trabajo y el tiempo personal es un problema que se circunscribe a la gente que tiene que cuidar a niñas, mayores o personas dependientes. Asunción que lleva a malentendidos y sobre todo a generar bandos idiotas entre quienes tienen gente a su cuidado y quienes no: asumir que quienes no han de cuidar a nadie han de poner más tiempo a disposición de la empresa, o entender como un privilegio las míseras medidas que puedan facilitar la conciliación para quienes cuidan, son caminos demasiado transitados que nos alejan de poder reivindicar el tiempo como lo que es: un derecho.

El derecho al tiempo no es una batalla solo de quienes cuidan, pero tener que cuidar te da una perspectiva, ahora sí, privilegiada, de las consecuencias de no tener derecho al tiempo. No hay mejor mirador sobre lo antilógico que es este régimen de las cosas que el hecho de que tu horario laboral desborde siempre el horario de la escuela, tus vacaciones sean más pequeñas que los recesos escolares, o el tiempo que ese familiar dependiente precisa de ti sea siempre mayor que el que la jornada laboral te deja libre. La vida y la energía de mucha gente se va en el intento de parchear tanto desajuste. 

Madrugadores, trabajadoras de los cuidados ínfimamente remuneradas, extraescolares, carreras o estrés son consecuencias de tener que resolver la ecuación de conciliar trabajo y cuidados, pero llegar ahí ya es una victoria. Hay muchas —y digo muchas porque la gran mayoría son mujeres— que se quedan fuera desde el minuto cero: familias monomarentales, gente sin red de sostén en el país, que simplemente no encuentran un trabajo compatible con los cuidados, que se quedan en los márgenes de la empleabilidad durante años y solo pueden navegar en sus precarias aguas a bordo de cayucos ocupacionales, soluciones laborales que filtran todo el tiempo agua y que las tienen al borde del ahogo constante.

Radicalizar el derecho a descansar

Corría el inicio de 2021 y Más País intentaba pujar en el ámbito de lo debatible —privilegio de ser oposición y tener cierto margen para abrir nuevos melones— con una campaña por las 32 horas semanales o los cuatro días laborables, consiguiendo abrirse un espacio en la discusión —aunque temporal y chiquitito— entre la lucha contra el abismo de la crisis económica, el colapso pandémico y el precipicio del fascismo. No eran pocos quienes ante la propuesta respondían ofendidos: “Qué pijada es esta de los cuatro días a la semana, si yo trabajo seis”.

Es demoledor que luchar por trabajar menos horas sea percibido como una demanda burguesa o desconectada de la realidad, algo a poner en agenda después de la lucha por el empleo o por una subida en el salario, como si todo ello no estuviera relacionado

Sí, hay gente que libra un solo día a la semana, también autónomos de app, subcontratadas de empresas rapiñadoras, gente con horario comercial, personal de hostelería, empleadas internas, para quienes el fin de semana es un privilegio de los otros. Es invisible hasta qué punto el tiempo de la gente está devaluado. Y es comprensible que ante debates por la reducción de la jornada, muchas exijan partir de ahí, de poner sobre la mesa que tanto las 40 horas laborables en cinco días no es una conquista añosa e insuficiente sino un horizonte al que ni se acercan. Pero también es demoledor que luchar por trabajar menos horas sea percibido como una demanda burguesa o desconectada de la realidad, algo a poner en agenda después de la lucha por el empleo o por una subida en el salario, como si todo ello no estuviera relacionado, como si la devaluación de nuestro tiempo no tuviera que ver con las cifras del paro, o las irrisorias nóminas.

Después de todo, los mismos que te dicen que no se puede subir el salario mínimo son quienes no ven factible trabajar menos. Que no podamos vivir mejor no es algo natural ni fruto de consenso. Hablar de tiempo, de derecho al tiempo, no es hablar de un intangible, sino encarar desde otra perspectiva la redistribución de la riqueza, plantarse ante este extractivismo continuo de nuestras vidas, revalorizar las horas que entregamos al trabajo para poder entregar menos. Nos han demarcado a qué podemos aspirar, por qué podemos luchar, desplazando batallas cruciales, de gran potencialidad política, emocional: el derecho a la felicidad y la serenidad, a no vivir corriendo, a que la soberanía sobre nuestro tiempo no se reduzca al microfeudo de unas pocas horas antes de dormir, o a un par de días a la semana. Naturalizando que la España que madruga no pueda ni soñar con madrugar un poco menos, como si este no fuera por sí mismo un respetable objetivo político. 

LEER EL ARTICULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ

Fotografía: El salto diario

Compartir 0 FacebookTwitterWhatsapp
RedaccionA

noticia anterior
El príncipe colectivo que propone Gramsci
noticia siguiente
Un dictador con vestiduras de demócrata

También le podría interesar

No se facilita el estudio de las lenguas...

mayo 29, 2025

Los contratos nulos y rescindibles: CAF y Netanyahu...

mayo 24, 2025

¿Vivir sin noticias es peor que vivir sin...

mayo 15, 2025

Visitantes en este momento:

1.145 Usuarios En linea
Usuarios: 464 Invitados,681 Bots

Blog: Perspectivas comunistas

Desde el Plantón magisterial en el Zócalo de la CDMX

Nuestras redes sociales

Blog de la Columna CORTOCIRCUITOS

Nuestros grupos de difusión

Artículos publicados por mes

Síguenos en Facebook

Síguenos en Facebook

Artículos por AUTORES

Artículos publicados por FECHA

junio 2025
L M X J V S D
 1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30  
« May    

Artículos más leídos esta semana

  • 1

    Ante la ratificación del Director del Colegio Preparatorio de Xalapa por parte de la USICAMM la Dirección de Bachillerato lo “retira” de manera arbitraria. Comunidad escolar inicia protestas

    junio 3, 2025
  • 2

    Alto al ataque mediático contra la CNTE, magisterio, organizaciones y sindicatos

    junio 2, 2025
  • 3

    La primavera no se alquila: dignidad magisterial y respeto a la historia

    mayo 30, 2025
  • 4

    ¡Quién miente?, ¿la presidenta o la CNTE?

    junio 1, 2025
  • 5

    La CNTE: autonomía y movilización en el marco de una hegemonía progresista (2/3)

    junio 1, 2025
  • 6

    La CNTE: autonomía y movilización en el marco de una hegemonía progresista (3/3)

    junio 3, 2025
  • 7

    Banco Azteca es premiado con 25 % de las AFORES: Pedro Hernández de la CNTE

    mayo 30, 2025
  • 8

    Daniela Griego, Presidenta Municipal electa de Xalapa. Recibe su constancia de mayoría

    junio 5, 2025
  • 9

    AFORES: un robo para los trabajadores. ¿Quiénes son y cuántas cuentas controlan?

    mayo 25, 2025
  • 10

    México. Maestros de la CNTE, continúa la huelga

    junio 4, 2025
  • ¿Cuáles son los elementos de una historieta?

    febrero 15, 2017
  • 12

    Meta se va a la guerra

    junio 3, 2025
  • 13

    Morir en la tortuosa búsqueda de los 43

    junio 3, 2025
  • 14

    EL PROBLEMA DE LA USICAMM ES… ¡TODO!

    mayo 31, 2025

Rolando Revagliatti. Argentina

Raúl Allain. Perú

Juan Antonio Guerrero O. México

Vanesa Monserrat. Argentina

Carolina Vásquez Araya

Ilka Oliva-Corado

Javier Tolcachier

Columna: CORTOCIRCUITOS

Manuel I. Cabezas González

Luis Armando González

Iliana Lo Priore

Jorge Salazar

Adolfo del Ángel Rodríguez

Oswualdo Antonio G.

José Eduardo Celis

Daniel Suárez

Güris J. Fry

Jorge Díaz Piña

Ángel Santiago Villalobos

Andrés Brenner

Alejandra Cortina

José Carlos Buenaventura

Luis Palacios

@2020 - Insurgencia Magisterial

Portal Insurgencia Magisterial
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
Portal Insurgencia Magisterial
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
@2020 - Insurgencia Magisterial

Leer también:x

¿Pueden las matemáticas y la física huir...

septiembre 18, 2016

La banca siempre gana.

mayo 26, 2020

Una ofensiva “anticolapsista”

enero 10, 2023