Por: Matías Loja. La capital. 31/10/2019
La pedagoga y docente Adriana Puiggrós destaca la figura del educador venezolano, a 250 años de su nacimiento.
“(Simón) Rodríguez afirmaba con toda la fuerza de su escritura que la educación latinoamericana debía tener como núcleo organizador, y como sustento, a la población pobre y marginada”, dice Adriana Puiggrós en el libro De Simón Rodríguez a Paulo Freire. Educación para la integración iberoamericana. Docente, investigadora y especialista en historia y política de la educación latinoamericana, Puiggrós habló con La Capital acerca de los 250 años del nacimiento de Simón Rodríguez, que se cumplen el 28 de octubre. Puiggrós destacó el legado del maestro de Simón Bolívar para pensar la educación latinoamericana y afirmó que para un docente la mejor manera de leerlo hoy “es reconociendo la complejidad del sujeto con el cual trabaja”. Afirmó también que Rodríguez, nacido en Caracas en 1769 y fallecido en Perú en 1854, fue el precursor de la educación popular latinoamericana. Y que la frase rodrigueana “o inventamos o erramos” tiene suma actualidad para pensar transformaciones en la educación, sabiendo combinar, por ejemplo “la tiza con el celular”.
—¿Qué actualidad tiene el pensamiento de Simón Rodríguez?
—Simón Rodríguez estuvo olvidado durante muchísimo tiempo y fue hace como diez años que empezó a tomar actualidad. De hecho empezó a haber publicaciones sobre Simón Rodríguez y la Biblioteca Ayacucho, una editorial tradicional venezolana, volvió a publicar sus obras completas. Y empezó a ser estudiado. Nosotros, desde el equipo que asesoro que está trabajando hace mucho tiempo en México, Colombia, Brasil, Chile y Argentina, empezamos a trabajar la figura de Simón Rodríguez como el precursor de la educación popular en América Latina. Fue levantada la figura de él porque fue realmente en los inicios de las repúblicas latinoamericanas el que propuso una educación de base popular. Y marcó una línea que después se puede seguir y encontrar exponentes como Paulo Freire.
—Sin embargo, la referencia inmediata de la educación popular muchas veces es Paulo Freire.
—Claro, pero al historiar la educación popular en América Latina te encontrás con que el precursor fue Simón Rodríguez. Freire hace un gran aporte pero es de otra época, un siglo y medio después. Y tampoco hubo una vinculación, no es que Freire haya leído a Simón Rodríguez, sino que los dos representan un pensamiento pedagógico que tiene con sujeto al pueblo.
—De hecho Simón Rodríguez le hablaba a los “desarrapados”.
—Claro, porque estamos hablando de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Y él ya no solo hablaba de escuelas sino de un sistema educativo. El decía que la educación tenía que apoyarse en los pobres, los desarrapados, los indios y los negros. La idea de construir un sistema educativo sobre una base popular, y no el sistema escolar que se construyó, que fue el que pensó Francisco de Paula Santander en el caso de Colombia o Venezuela. En América Latina diría que fue el pensamiento de Sarmiento a Santander y si lo llevás más arriba, el de Gabino Barreda en México. El de un sistema educativo para todos y común, pero un sistema meritocrático, que aunque es para todos van llegando y triunfando a los niveles más altos los que están en mejores condiciones sociales.
—¿Quiénes serían hoy esos desarrapados?
—Hoy los desarrapados en América Latina son los trabajadores, los trabajadores organizados, los desocupados, los campesinos, los indígenas. Pero lo que pasa es que ya hoy, como hay otras categorías, también podríamos agregar no a las mujeres en general, pero sí a las mujeres sometidas y a los géneros sometidos. También a los negros y los inmigrantes. Las inmigraciones en América Latina son una novedad de la época, porque en su historia grandes migraciones internas nunca hubo. Eso es una novedad y el inmigrante es un sujeto oprimido.
—¿Cómo te parece que hay que leer hoy a Simón Rodríguez, sobre todo desde la docencia?
—Creo que reconociendo la complejidad del sujeto con el cual trabaja. Que reconozca que no puede trabajar solamente con aquellos que responden al perfil que supone el currículum, sino que tiene que trabajar con todos. Y escuchar y aprender las lenguas de todos. Creo que es muy importante en la Argentina que la educación multilingüe y multicultural sea un hecho. Me ocurrió hace poco yendo en micro en Buenos Aires escuchar a dos personas hablando en aymara al lado mío. Las lenguas indígenas están presentes más allá de que la población se reconozca como indígena, porque hay población migrante, porque es estudiante de Paraguay y habla guaraní la familia, o del norte argentino donde a lo mejor la generación de 40 o 50 años no habla lenguas aborígenes, pero el rastro de la lengua familiar queda, lo encontrás en la construcción gramatical, en la forma de organizar las ideas y en las costumbres.
—Una de las frases más conocidas de Simón Rodríguez es cuando dice “o inventamos o erramos” ¿Que implicaría pensar hoy en esa consigna?
—Me parece que decir “o inventamos o erramos” tiene más actualidad que nunca, porque con todos los cambios enormes de orden cultural, tecnológico, político y económico que se han producido, creo que estamos frente a una nueva etapa del capitalismo y de la historia de la humanidad en muchos sentidos. Frente a esto tenemos una escuela y un sistema educativo que todavía es el sistema educativo de la modernidad. Soy una convencida de que no hay que desescolarizar y no estar contra la escuela, sino por el contrario: la escuela es la plataforma desde la cual tenemos que partir para hacer grandes transformaciones educativas. Hay que transformar a la escuela desde la escuela. Y eso requiere una enorme imaginación para ver cómo combinás la tiza con el uso del celular como computadora, la integración del celular al cuerpo de uno y al mismo tiempo al pizarrón. La clase con el profesor y al mismo tiempo la educación a distancia. O cómo se hace para vivir en la redes y al mismo tiempo en la escuela. Hay que poder combinar todo eso.
¿Qué es hoy una pedagogía emancipadora?
—Creo que es un término muy amplio. Me parece que la educación por sí misma no logra la liberación de las personas de todo aquello que los subyuga. Una educación emancipadora en todo caso colabora para que las personas tengan los instrumentos como para lograr mayores niveles de libertad, pero no una libertad abstracta, sino en el marco de una sociedad democrática.
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A 250 años de su nacimiento, Simón Rodríguez tiene su biblioteca en acceso abierto. La Biblioteca Simón Rodríguez (simonrodriguez.clacso.org) reúne obras que ensayaron modos originales de pensar la educación en el continente. “El caraqueño Simón Rodríguez es el autor fundacional de esta rica y vasta tradición de educadores y educadoras que, desde todos los rincones del continente, reflexionan desde perspectivas críticas, comprometidas y sostenidas a lo largo del tiempo en torno a las bases pedagógicas sobre las cuales fundar la educación para un continente emancipado”, destacan en la presentación del sitio.
Entre otras obras, están “De Simón Rodríguez a Paulo Freire”, de Adriana Puiggrós; “Educación rodrigueana para el socialismo del siglo XXI”, de Pablo Imen; y “Filosofía y emancipación”, de León Rozitchner; además de textos claves del educador venezolano, como “Sociedades americanas” y “Bolívar contra Bolívar”.
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Fotografía: La capital