Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 18 de marzo de 2023
Walesa. Czlowiek Z Nadziei
Walesa: La Esperanza de un Pueblo (Andrzej Wajda, 2013)
En la trayectoria final de su carrera el gran maestro polaco nos demostró que la madurez y la experiencia no se desgastan sino todo lo contrario; afín a los temas que siempre postularon su mano cinematográfica desde finales de los 50, las últimas entregas de este realizador enmarcaron su sempiterna postura crítico-humanista: sumando a sus encuadres político-históricos un poco de luz y certeza. Con esta, su penúltima película oficial, biopic del luchador social Lech Walesa, Wajda recompone y explora nuevamente las cicatrizadas memorias de su país logrando una atípica película sobre el régimen socialista; de un ritmo vibrante y un frescor inusitado que lejos de perder la formalidad capital ahonda en el campo emocional; efectos lúdicos que llena de interés y carisma el entramado. La sensibilidad postrada aquí es de una soltura mayúscula, de una presteza que pocas veces se experimenta en temáticas similares; secuela clara de la sensatez y la pasión que el propio director promulgó con creces por su nación durante toda su trayectoria.
Bajo una estructura de flashbacks, Wajda juega con el tiempo grácilmente sobre el pretexto de una periodista internacional que se ha propuesto terminar un conversatorio con el Wajda del título, es así como se construye un personaje en diversas dimensiones, todas naturales: para nosotros los espectadores, pero para el propio figurante en sí de igual manera. El Walesa de la ficción también se va encontrando de a poco, redefiniendo su horizonte y encontrando en su propio folclor y personalidad aquello que le afecta a sí mismo y a los suyos; colegas de trabajo, familia y todo un pueblo que comienza a requerirle. Si bien Walesa nunca soñó con liderar una revolución circunspecta, la disposición de los elementos cultural/laborales de la Polonia aquí fechada y su propia idiosincrasia se van saliendo de control hasta los límites ya conocidos: colectivamente en una rotación cuya fuerza territorial ayudará a la debilitación de todo un sistema político y personalmente con la obtención del Premio Nobel de la Paz en 1983.
La mano del realizador presume de una benigna comprensión del periodo que expone: no constituye a una celebridad solemne, predestinada a cambiar el destino de cientos o miles de trabajadores, sino que le manifiesta desde una perspectiva de casualidades; fortunas y accidentes que fueron enclavando un quebranto total a la mano de aquellos que contenían y contuvieron por años el poder. Es así, pues, como vamos caminando junto a la empecinada naturaleza de Walesa por tratar siempre de que los obreros tengan las mejores condiciones laborales… Nunca quedándose callado, siempre cuestionando la ilógica de los procesos legales (ya que en realidad no los comprende) y sincerándose en su falta de paso por instituciones educativas… Es así, claro, como iremos mano a mano de sus temores, de sus orgullos, de sus pérdidas de razón y dudas. Y cayendo ocasionalmente en la propia trampa de su juego ha de encontrarse siempre con el apoyo y el encaro de su esposa; figura relevante para que el balance de la lucha no decaiga y no se contamine. Ambos, juntos pero cada quien, desde su trinchera, y sin querer una obtención mayor que el favorecimiento social, encumbraron un logro que cambiaría para siempre la silueta de un continente dividido en los dos sistemas más hegemónicos de las últimas décadas. ¡Quien mejor para hacer este trazado que el cineasta más popular (y uno de los más eficientes) que nos ha dado esa zona del mundo!
Años posteriores Wajda se despediría del cine con una obra un tanto más ácida, crítica brutal hacía la poca o nula sensibilidad artística del sistema (Powidoki, 2016), pero en la previa a ello nos obsequió un bello y rítmico entramado donde la convicción de un mundo mejor se respira minuto a minuto. Sobre la fuerte lid de un hombre que no sólo miró hacía sus adentros, que no sólo quiso construir una especie de capa de asfalto para el futuro, sino que quiso terminar el trabajo, quiso ver las conclusiones con sus ojos junto a sus allegados, que observó sus afrentas con humor y sabiduría popular. Wajda da un fuerte penúltimo golpe que dictamina un proceso más fidedigno, humanitario y consolador en los tópicos ministeriales, administrativos y gubernamentales. No resulta ilógico que su sapiencia en sus últimos años le hayan dado la visión necesaria para optar por mostrar una carta amena sobre una victoria popular… Cada tanto, es cierto, resulta necesario que una figura así se levante y nos haga sentir el candor de un paraje más optimista. Pero, claro, para cuando no aparecen, ¿por qué no recordar a alguno de ellos bajo la excelsa y maestra batuta de Andrzej Wajda?

Walesa: La Esperanza de un Pueblo de Andrzej Wajda
Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena)
Fuente:
https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=905121330703179&id=100036159626395
Fotografía: tmdb.com