Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 6 de junio de 2020
Peeping Tom/El Fotógrafo del Pánico (Michael Powell, 1960)
En gran parte tributo, en gran parte estudio y escuela sobre la naturaleza más primigenia del cine así como de sus capacidades visuales, esta obra firmada por Michel Powell en solitario (alejado en este proyecto de su fiel compañero Emeric Pressburger) resulta ser también un complejo y fascinante camino que desnuda nuestra apetencia vouyerista, nos despoja de nuestro vestido moral para luego (re)presentarnos frente a un espejo en el encantamiento que nos brindan los horrores que creamos, ante el misterio de dichos terrores y estremecimientos. Usando el suspense como una magistral herramienta de construcción, las reservas quedan a un lado y la exposición de los hechos son pesadillescos despertares que tanto nos agobian como nos cautivan. Lo que Powell logra, pues, es establecer una relación directa y sin tapujos –sin ninguna venda o división– entre los roles del creador y el circunstante. Entre el director y el público en una amalgama que nos hace todos participes de una obra, revirando los roles y haciéndonos tanto parte de la concepción como del sentimiento (afecto/piedad/lastima) y el malsano disfrute.
Bajo el preceder de los puntos de vista, de las angulaciones ópticas y la constitución estética, el realizador inglés nos guía desde los interiores de una cámara hasta la mente de nuestro protagonista; un modesto y encogido en personalidad individuo cuyo pasado es un tortuoso experimento por parte de su padre acerca de la exudación del miedo, experiencias que ahora emula en una serie de actividades que rozan la brutalidad morbosa y la alienación artística. Deseoso de dirigir en la industria fílmica, asiste en el departamento de fotografía de los grandes estudios, retrata pornografía local y asesina mujeres filmándolas desde una perspectiva donde se puede plasmar en celuloide el último rostro de pavor de las víctimas; una áspera violación cinematográfica que bajo la poderosa puesta en cámara de Powell nos hace participes: nos convierte en transgresores. Una sutil y a la vez brutal figuración de nuestra ansia.
Construida bajo el más que regular guion de Leo Marks, la obra se sostiene de buena manera pues todos sus elementos se empapan de la esencia narrativa, ninguna trata de sobresalir ni discuten entre ellas, el balance es idóneo. El montaje de Noreen Ackland deja respirar las realidades visuales de la cinta; los encuadres en la fotografía de Otto Heller que se disipan entre la atrocidad del asesinato y la edificación de una ficción que nos atrapa en un laberinto de apariencias e iniciaciones, anulaciones éticas que esperan el último gran acto por parte de quien ha orquestado los claroscuros que nos han manejado como figurantes, cual retazos de un todo y tono mucho más amplio de aquello que nos han dejado ver.
Negada en sus años de estreno, la obra se mantuvo entre las sombras por no ser del todo comprendida, por su apertura ante digresiones y representaciones de una sociedad que debía despertar de un letargo y una falsa moral impuesta por años. Una sociedad que debía dejar de un lado la fantasía y evocar la perspicacia de sus tiempos. Redescubierta años después por Scorsese, se convirtió en una cinta de culto que dio génesis a un sinnúmero de personajes cuya personalidad está ataviada a las contrariedades que se enfrentan en su psique. Con Peeping Tom tenemos entonces, sin duda, a uno de los grandes padres de los perpetradores seriales del séptimo arte, un modelo que hemos visto revestido durante décadas, tratando de modernizarlo –sí– pero que terminan por manarlo en demasía. Esta obra de Powell, paréntesis en su estilo más formal, se aleja de ser un simple ejercicio de estilo, un juego de poderosas viñetas sobre un tema, sino que nos otorga lo que toda buena obra cinematográfica debería: una total exploración de nuestros lados más bestialmente ocultos.
El Fotógrafo del Pánico de Michael Powell
Calificación: 4.5 de 5 (Clásico Obligado).
Fuente: https://www.facebook.com/ECOsRockXalapa/posts/2619950771616627?__tn__=K-R
Fotografía: pinterest.es