Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 15 de marzo de 2025
Nickel Boys (RaMell Ross, 2024)
La aseveración de que el cine es mirada podría parecer un tanto insubstancial; lógica hasta el punto de ser indiscutible y hasta evidente. Faltaría, claro, mencionar que la apertura de posibilidades es mayor incluso que el número de autores y audiencias que la experimenten y/o edifiquen. La expectativa y contingencia de la interpretación y ejecución de dicha observación es tan sólo un atisbo que se quiere regalar –compartir dijera Agnès Varda– acerca de un mundo que se enmarca palmo a palmo, lienzo a lienzo: plano a plano. Desde el “Filmstudie” de Hans Richter (1928) en que el cine mismo se podría dar a la posibilidad de observarnos desde su particular óptica, hasta el encuadre cuasi prisionero en que nos encapsula László Nemes en su más que interesante ópera prima, “Saul Fia” (2015), donde lo que se ve denota lo que no se muestra o no se enfoca en una clara negación/revelación de una situación histórico-bélica—social, el recurso de ver, observar y/o detallar a través del ojo de una cosmovisión que diserta por medio del lenguaje fílmico, se ha posicionado desde diversas aristas como también diluido en pos de una espectacularidad plástica, pero con poco contenido de peso.
En Nickel Boys, primer largometraje de ficción de RaMell Ross, nos encontramos con una de las variopintas probabilidades de la vista cinematográfica; en este caso un señalamiento directo al cruento perfil de la desigualdad, la ambigüedad de la justicia y la lucha por el cambio en pro de la equidad de razas dentro del encuadre estadunidense de los derechos civiles en la década de los 60. El expresivo tono con que apuesta Ross se conjuga con una filmación en primera persona que define un viaje en plenitud; no sólo el de aquel o aquellos personajes que nos comulgan su visión, sino de toda una sociedad y un tiempo específico que se nutrió tanto de luchas como tragedias, y cuasi milagros tecnológicos que van desde los levantamientos sociales hasta la conquista espacial y pasando por los asesinatos de los líderes que soñaron con un mundo mejor. Centrada la trama en dos jóvenes afroamericanos que son recluidos en un reformatorio, los protagonistas están tan lejos como cerca de esos fenómenos que los circundan y aparentan, que los habría –y habrá aún– de representar en los anales de la memoria global. El lance confrontó y la experiencia pasó por encima de todo suceso dejando una huella indeleble de acontecimientos que el realizador estadunidense trasladó a su expresivo encadenado.
El tejido en esta obra de Ross es una animosa posta que resulta eficaz en términos narrativos a pesar de su duración. Si bien puede resonar en las marquesinas de venta que la película está expuesta desde una toma subjetiva, la verdad es que no lo es así. En efecto la mayoría –el gran porcentaje– se expone de esta manera pero toda esta puesta en cámara se balancea con demás elementos para no ensimismarse en un foco completamente exclusivo: reflejos que nos permiten humanizar, pietaje adyacente a la situación implícita que acota tiempo y espacio específico; detalles que condicionan los momentos así como el traslape de protagónico a protagónico para dinamizar el campo emocional y no enfrascarlo en una unicidad que lo habría homogeneizado por completo. El atrevimiento fue esforzado, pero queda a bien recompensado.
Contrario a las posibilidades visuales con que cuenta “Recitatif”, el inusual pero portentos experimento social en forma de cuento que publicara Toni Morrison en 1983 (reeditado en 2022 con un interesante texto crítico de Zadie Smith); donde no se debe únicamente ocultar a quien ve sino lo que se ve a través de meras descripciones, el ejercicio –cuasi estudio– de RaMell Ross sobre la mirada dentro de la cultura afroamericana; sondea los retos, las oposiciones, las fortalezas y la resiliencia que han tenido que afrontar en un discurso que termina por ser anacrónico y atemporal. Una resistencia que se mantiene pues los progresos en dicha materia han sido colocados en un vaivén de valores y valoraciones que no no obtienen la constancia requerida y necesaria. La apuesta es seria y contundente, básica pero sumamente enérgica: sino lo logras entender, calza nuestra realidad. Ponte en nuestros zapatos. En ocasiones sólo la mirada (experiencia) interna es lo más solícito para poder concebir y contener. Y claro que el cine es una herramienta hecha a la medida para ello.

Nickel Boys de Ramell Ross
Calificación: 3 de 5 (Buena)
Fuente: https://www.facebook.com/share/p/1ALWEjeQ1q/?mibextid=wwXIfr
Fotografia: Movie Data Base