Por: Luz Verónica Gallegos Cantú. 18/03/2022
Vivir con temor es sumamente estresante, y hacerlo se ha convertido en un modo de existencia.
De acuerdo con cifras expuestas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en México, 2021 fue un año en el que la más alta expresión de la violencia de género aumentó 3.25% con relación al ciclo anterior. De acuerdo con los datos ofrecidos por el Secretariado, si a la cifra de 922 feminicidios se suma el número de mujeres que fueron víctimas de homicidio doloso en el mismo año, el promedio fue de más de 10 mujeres asesinadas diariamente.
La intención de presentar estos datos es evidenciar que la vida de las mujeres en nuestro país está constantemente amenazada por la condición de género. Vale en este momento repetir la sentencia inicial haciendo una acotación: vivir con temor es sumamente estresante y, para las mujeres, hacerlo se ha convertido en un modo de existencia.

Sin embargo, las posibilidades de transformar las condiciones de vida en que nos encontramos no son nulas, partir de esa posición sería restarnos humanidad. Como actores sociales, tenemos la capacidad de generar otras formas de relación, unas en las que la libertad sea el fundamento de nuestro tránsito por los diferentes espacios (públicos o privados) en los que desarrollemos nuestras actividades habituales. En ello es necesario poner el foco de atención: ¿Cuáles son las prácticas que nos permitirían una transformación de ese nivel? Una acción elemental para reconocer dichas prácticas es la reflexión en torno a lo que hacemos y lo que decimos, al lenguaje que utilizamos para referirnos en primera persona y el modo de nombrar a las demás. Una vía para realizar estas cavilaciones es la pedagogía feminista.
A decir de Irene Martínez, de la Universidad Complutense de Madrid, la pedagogía feminista entiende la educación como preparación para la formación de la autonomía y la comprensión del ejercicio del poder. Desde esta perspectiva, la educación es un conjunto de procesos y relaciones de autoridad, donde se reconoce y respeta a la otra persona.[1] Con lo expuesto por la investigadora española, se descifra que la pedagogía feminista convoca a la realización de una educación que conduzca a la concientización a través del diálogo, ya que sólo así podría ponerse en práctica una actividad que considere el mutuo reconocimiento. A partir de la aceptación de normas básicas desarrollamos la disposición de respetar a quienes comparten los lugares que habitamos. Recordemos que la palabra respeto significa, etimológicamente, miramiento: acción de mirar atrás (respectus). Tal miramiento (o consideración) es el que nos llevaría a la autonomía que se busca a través de esta formación: podremos comportarnos más armónicamente con otras personas, en la medida que sepamos las reglas básicas para la convivencia en ambientes de libertad. Así pues, el poder es un tema vinculado con el conocimiento de normas para cohabitar el mundo. La acción responde al saber.

Si las personas que nos dedicamos profesionalmente a la educación formal (en nivel básico, medio o superior) consideráramos el estudio y práctica de la pedagogía feminista, además de discurrir sobre nuestras propias actuaciones y transformar relaciones cercanas, desarrollaremos la capacidad de convertir las aulas en semilleros de transformación, a partir de los cuales las acciones se irían replicando hasta llegar a otros espacios de convivencia, desde el hogar hasta los estadios de futbol. Más allá del establecimiento de leyes que instituyan el derecho a una vida libre de violencia (para todos los géneros), es necesario tomar acción y empezar por donde sí nos es posible: nuestra cotidianidad.
Vayamos más allá de trabajar una educación con enfoque de género, demos el salto a lo que los tiempos nos exigen, actuemos con la urgencia que nos requieren los acontecimientos, atrevámonos a reflexionar nuestras propias vidas y, con ello, enseñar con el ejemplo. Dejo aquí la invitación a reunirnos a trabajar por un mundo en donde podamos andar libremente todas, todos, todes. ¿Cuándo iniciamos?
8 de marzo de 2022
* Portada: invitación para hoy de la Asamblea Feminista de Nuevo León.
[1] Martínez Martín, I. (2016). Construcción de una pedagogía feminista para una ciudadanía transformadora y contra-hegemónica. Foro de Educación, 14(20), 129-151. doi: http://dx.doi.org/10.14516/fde.2016.014.020.008
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Fotografía: Vanguardia