Por: ESTHER PINEDA. Iberoamérica Social. 08/01/2018
Así actúa y se consolida la cultura de la violación, la cual supone la configuración de un entramado social que permite y promueve que los hombres abusen sexualmente de las mujeres, que lo naturaliza, lo normaliza e incluso lo reconoce como una forma válida y deseada de relacionarse con las mujeres.
La violencia sexual ha sido en el pasado y en la actualidad una de las formas de violencia machista más explicitas y recurrentes; en la cual no solo se convierte a la mujer en un objeto y se le reduce sexualmente por la fuerza para la satisfacción y disfrute masculino, sino que, se emplea además como un mecanismo para la afirmación del poder social de los hombres sobre las mujeres. Esta repudiable práctica se repite día a día en las distintas sociedades que conocemos ante la indiferencia social y la inacción de los órganos de justicia, sin embargo, cada tanto, alguno de estos casos alcanza relevancia mediática y pone en evidencia la prevalencia de la cultura de la violación.
Ejemplos sobran, sin embargo, España hoy día, ocupa el centro de atención en la materia. En el año 2016 durante la celebración de las fiestas de Sanfermines, cinco hombres conocidos como “la manada” violaron bajo violencia e intimidación a una mujer de 18 años. Los acusados afirman que la víctima mantuvo relaciones consensuadas, y la defensa durante el juicio, para desestimar la evidencia en video afirma que en la victima “no se ve asco, ni dolor, ni sufrimiento”; mientras tanto, los medios de comunicación y la opinión pública continúan cuestionando la versión de la víctima y responsabilizándola de lo ocurrido; argumentos que han generado la emergencia del movimiento “yo sí te creo”.
Esta situación se repitió recientemente, tres futbolistas de la Arandina abusaron sexualmente de una menor de edad. Aunque la victima reconoce haber acudido voluntariamente al lugar, una vez allí cambió de opinión y los tres hombres la forzaron a tener relaciones. Lo impresionante del caso no es solo la violencia a la que fue sometida la joven, sino la respuesta de la ciudadanía; después de que los jugadores fueran enviados a prisión provisional, más de 200 personas salieron a las calles a protestar, -no contra la violencia hacia la mujer y la cultura de la violación- sino para defender la presunción de inocencia de los jugadores. La victima ya ha sido condenada, se le acusa de destruir la carrera y la vida de los 3 jóvenes jugadores e incluso algunas vecinas del sector culpabilizan a la víctima y afirman ante los medios de comunicación: “Ella no era ninguna santa. Me han dicho que se jactaba de haberse acostado con tres chicos de la Arandina”…
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Fotografía: Iberoamérica Social