Por: Fidel Quiñones Marín. 06/08/2017
“A nadie escapa que las profesiones que exigen entrega, implicación, ciertos niveles de idealismo y un indudable servicio a los demás y si todo esto se asienta en una personalidad perfeccionista con una alto grado de autoexigencia y con una gran tendencia a implicarse en el trabajo, podemos finalmente obtener un desequilibrio entre las expectativas individuales del profesional y la realidad del trabajo diario” José Antonio Ayuso Marente
Considero que los docentes no pueden ocultar su formación y su vocación, ya que todas las vivencias escolares (como estudiantes o como docentes) colaboran en la integración de la experiencia, entendida no como los años de servicio, la edad cronológica transcurrida en el docente o la idoneidad, sino como lo que el maestro aprende de las situaciones que vive como parte de su trabajo. Un trabajo que está enmarcado en una institución que por sus características exige a los maestros cuidar de todo lo existente en el aula y de todos los alumnos, incluso descuidando su salud.
El cumplimiento de sus funciones no se circunscribe al aula, ni al trabajo didáctico con los alumnos. Se cubren otras demandas de padres de familia, del personal directivo y de las autoridades, tanto civiles como educativas. Es decir, las tareas al interior de la escuela no solamente son didácticas: las guardias semanales, la venta de productos de la cooperativa escolar, la organización de homenajes y festivales, la organización de proyecto escolar para la evaluación del desempeño docente, etc. Es decir, el docente con la buena intención de trabajar en el grupo de clases (e incluso con la unción de la idoneidad oficial) no va a superar las condiciones de adversidad, precariedad y de desgaste que produce el trabajo escolar. A nadie se le puede exigir que trabaje una y otra vez con los mismos obstáculos técnicos y materiales, sin que se vea afectada su disposición, sin que sienta el conflicto entre sus expectativas personales y profesionales ante la estructura institucional escolar y sin que padezca un proceso sistemático de desgaste físico y emocional.
El padecimiento docente tiene nombre y apellidos: Estrés Laboral Docente. Su origen no está en la mente del trabajador en individual, está originado por la exposición sistemática, continua, permanente y sostenida a los riesgos psicosociales de la enseñanza. El concepto de riesgo hace referencia a la probabilidad de perder la salud en determinadas circunstancias y situaciones, apunta a la generación del estrés en gran medida por las condiciones y por la organización del trabajo, e interroga las relaciones de autoridad y de subordinación, la vulnerabilidad como prestador de servicios y trabajador del estado, y la distancia entre el esfuerzo realizado comparado con las recompensas y compensaciones. No es gratuito que la OIT y la OMS reconozcan que el Síndrome del Burnout se genera en oficios que requieren el cuidado de otros (el caso de las madres, los trabajadores de la salud y la enseñanza), y no lo relaciona con actividades de dirección o administrativas.
El conocimiento del estrés como experiencia construida colectivamente y condicionada por la cultura, permite aumentar la comprensión del problema, ya que hasta el momento, la mayoría de estudios en México, han sido realizados desde la perspectiva psicológica, desde la cual se le asemeja con el tratamiento de la enfermedad mental que sufren sujetos individuales. Se requiere problematizar desde el escenario social para identificar los supuestos culturales que están presentes en la configuración de las experiencias estresantes de los maestros y cómo las representaciones sociales pueden favorecer la promoción o no de la salud desde la administración, las instituciones de atención, los sindicatos, los centros de trabajo y los mismos docentes.
El énfasis en la construcción social del estrés laboral permite recuperar los sentidos que al interior del colectivo docente se van construyendo, bajo la lógica de la práctica cotidiana, la guía de las representaciones sociales y la resignificación de los diversos discursos que interpelan la acción del maestro, en el escenario actual de la desprofesionalización docente.
Fotografía: convivencia