Por: Luis Armando González. 11/10/2023
Nota introductoria Buscando otro documento en mis archivos de años atrás, me encontré con un punteo de ideas –fechado el 29 de enero de 2020— a ser desarrolladas en un Foro, del cual no dejé –hasta donde sé— ningún registro. O sea, no tengo idea de la naturaleza del Foro ni de su desarrollo. Pero haber encontrado las notas que pergeñé por ese entonces me permite valorar qué tan desatinadas eran mis ideas en ese momento, vistas a la luz de lo sucedido en los años siguientes en mi país. Las comparto con los lectores de Insurgencia Magisterial –tal cual las anoté en enero de 2020, salvo con leves correcciones ortográficas— para que hagan su propia valoración. |
Punteo de charla para Foro
Impacto del clima electoral del año anterior: la sensación, creencia y expectativas de que la realidad cambia extraordinariamente. De que suceden o sucederán cosas inéditas, nunca vistas. Pasada esa euforia, es necesario realizar un examen más frío, menos pasional e ilusorio, de lo que sucede o está sucediendo en la realidad nacional. No es fácil, sobre todo cuando los análisis (u opiniones) se consideran como configuradores de la realidad, lo cual no es cierto, pero muchas personas creen que sí.
Primer elemento para considerar:
Continuidad de las dinámicas económicas, políticas, sociales y culturales que marcan al país desde los años 90 del siglo XX. Esta continuidad se traslapa con dinámicas que vienen, en lo inmediato, de la segunda mitad del siglo XX y, más atrás en el tiempo, desde el siglo XIX. Sólo un análisis fino permite ver la persistencia de dinámicas del pasado –culturales, por ejemplo—, pero esas herencias operan en la realidad, son factores condicionantes de lo que se puede o no se puede hacer.
Segundo elemento para considerar:
Hay cambios demográficos, económicos, políticos, culturales y sociales que, además de no ser queridos o planeados por alguien, se mezclan, en un híbrido complejo, con los factores heredados del pasado. Demografía: una nueva cohorte generacional se está haciendo presente en diferentes espacios de la vida nacional. Sus miembros –nacidos en los años ochenta y los noventa— han sido educados por sus padres y maestros con creencias, hábitos y estilos de vida que eran los de ellos, pero con esos recursos viven en un contexto distinto, en muchos aspectos, al de sus padres y maestros.
Sociedad: en las distintas dinámicas sociales –desde la violencia criminal hasta el quehacer mediático, político o empresarial—miembros de esa cohorte juegan un papel importante, interaccionando con los miembros de la cohorte anterior (que viene de los años 60 y 70), pero menos con los de la cohorte previa (que viene de los años 40 y 50). Los focos de poder social (religiosos, mediáticos, criminales, educativo, laborales, organizativos) tienen tensiones y contradicciones en su interior y entre ellos, y los poderes económicos y políticos, pero también hay pactos y arreglos que dan una cierta estabilidad a la sociedad.
Cultura: este es el ámbito de las creencias, valores, hábitos, formas de ver la vida, simbolismos y prácticas individuales y colectivas. Aquí hay una hibridación y coexistencia de tradiciones, cultura globalizada, derechos humanos, prejuicios, mitos y tabúes que dan lugar a comportamientos contradictorios e incoherentes. Hacen fácil también la manipulación de aquellas personas en las que predominan esquemas mentales y emocionales proclives a la ilusión, la fantasía y las expectativas infladas. Una psicología de masas ha cobrado fuerza gracias a esas hibridaciones culturales confusas en las que la razón y el análisis tienen un lugar bastante escaso.
Política: está atrapada entre prácticas sumamente tradicionales (abuso del poder, manejo de los recursos estatales en beneficio de propio o de personas afines), el descrédito, las acusaciones y contraacusaciones, la crisis de proyectos políticos para nada viejos y las demandas de los distintos grupos, personas e intereses que conforman a la sociedad. Si hay algo sumamente tradicional en El Salvador, eso es la política.
Por cierto, miembros de la cohorte que ha tutelado la política desde los años 60 y 70 están en la mira pública por hacer lo que en política siempre se ha considerado normal, y parece que se seguirá considerando normal en las prácticas de políticas de la nueva cohorte que se está haciendo presente, como gestora, en el quehacer político nacional.
¿Cosas nuevas en la política? El uso de recursos tecnológicos que hace 20 años eran incipientes o no se tenían. Cosas de siempre: los contenidos de la práctica política: abuso del poder, manipulación, corrupción, promesas incumplidas y fracaso, como en otros tiempos, de proyectos políticos cuyos líderes (y estructuras) no sólo no supieron encajar derrotas importantes, sino que fueron incapaces de ponderar sus errores, valorar las virtudes y fuerza de sus oponentes, y realizar los reacomodos (incluso, dejando el espacio para otros) que eran necesario. En el caso de ARENA y el FMLN su debilidad se puso de manifiesto ante la derrota, por más que en la victoria parecieran ser arrolladores.
Poder económico: reacomodos en la elite que gestiona el aparato económico establecido en los años 90, a partir de las reformas neoliberales. Esos reacomodos tienen expresión en la política, desde la cual se crean condiciones para el arribo de unas familias y grupos, y para el derribo otras de familias y grupos. En el reacomodo actual están saliendo del juego económico muchos de los que entraron en las dos gestiones de izquierda. Es una dinámica muy parecida a la que se dio cuando familias y grupos vinculados a la agroexportación fueron relevados por los grupos y familias vinculados a los servicios financieros y el comercio. San Salvador, 29 de enero de 2020
Fotografía: la coperacha