Por: Civic Media Observatory. 20/05/2025
Traducido (Español) por: Mariela Arnst
Examinamos dos historias clave que están moldeando el debate sobre lo que muchos consideran los “roles de los hombres y de las mujeres en la sociedad”.
En marzo, Netflix estrenó Adolescencia, serie de cuatro episodios que retrata el ciberacoso y la influencia de las historias sobre los varones en redes sociales y que se ha convertido en un llamado a la acción para los padres y los responsables de las políticas públicas, y que además abrió la conversación sobre la masculinidad tóxica y la manósfera (conjunto de comunidades y espacios en línea donde principalmente hombres discuten temas relacionados con la masculinidad). Sin embargo, la masculinidad tóxica está lejos de ser un fenómeno nuevo: la misoginia, la fobia hacia personas LGBTQ+ y otras consecuencias de una masculinidad hegemónica y violenta han existido desde hace mucho tiempo.
En Hungría, las historias contra la migración del gobierno de Viktor Orbán buscan definir una identidad nacional “masculina” en oposición a una esfera internacional occidental “feminizada”, con demandas contrapuestas sobre la soberanía para reforzar esta distinción y consolidar el vínculo entre masculinidad y poder. Éva Fodor vincula las políticas contra la migración y antigénero en su libro «El régimen de género de la Hungría antiliberal«, en el que explica que, en la lucha contra las cuotas migratorias de la Unión Europea, el Gobierno húngaro ha retratado a la Unión Europea como un “enemigo progénero de la nación húngara”.
En Rusia, desde el inicio de la invasión a Ucrania en febrero de 2022, la propaganda gubernamental ha vinculado la masculinidad con la guerra como estrategia para reclutar nuevos soldados. Como hemos descrito en investigaciones anteriores, el Gobierno ruso ha presentado el ingreso al Ejército como la mejor manera de demostrar patriotismo y virilidad, lo que alimenta el círculo de violencia contra las mujeres en Ucrania y en Rusia.
El auge de conductas asociadas a la masculinidad tóxica también ha permeado el liderazgo en países occidentales. Los actuales discursos y políticas contra la diversidad impulsadas por el presidente estadounidense Donald Trump están directamente vinculados a promover la masculinidad, miembros de su administración, e incluso él mismo, y asocian así la ineficiencia en el liderazgo y la debilidad con las mujeres.
La noción de “fuerza” detrás del concepto de masculinidad también ha alcanzado a los ejecutivos de plataformas de redes sociales, como el presidente de Meta, Mark Zuckerberg, que ha relacionado cambios en las políticas de la empresa con la necesidad de una mayor «energía masculina» y ha afirmado que “tener una cultura que celebre un poco más la agresividad tiene méritos realmente positivos”.
Quienes sostienen este marco narrativo afirman que las mujeres que no se ajustan a los roles impuestos por el patriarcado tradicional (ser madres, criadoras y cuidadoras del hogar) deben afrontar consecuencias.
La lógica detrás de esta idea sostiene una jerarquía basada en el género que impacta tanto la vida personal como la trayectoria profesional, los roles familiares y las estructuras sociales más amplias, y ubica a mujeres cis y trans como subordinadas a los hombres.
El refuerzo de roles de género tradicionales para las mujeres en las sociedades occidentales suele estar impulsado por una glorificación nostálgica de la “vieja masculinidad”, idea promovida como respuesta a los supuestos efectos castradores de la “cultura woke» (postura crítica y consciente frente a las injusticias sociales, como el racismo, el machismo o la discriminación).
Cómo se difunde este relato en línea

La coach de relaciones Gia Macoo publica el fragmento de una antigua entrevista con Sean Connery, en la que el actor afirma que, a veces, el comportamiento de las mujeres justifica el castigo con «golpes». Macool describe la declaración de Sean Connery como un aspecto de la «vieja masculinidad» y pregunta, a modo de invitación, si esa conducta se debería retomar.
En el video, Sean Connery presenta la opción de golpear a las mujeres como una medida disciplinaria bien merecida, e insinúa que las mujeres a veces no se comportan como deberían y que es derecho de los hombres disciplinarlas
Las primeras declaraciones de Connery sobre golpear a las mujeres se dieron en una entrevista con la revista Playboy en 1965. Posteriormente, confirmó su postura en 1987 en una entrevista con Bárbara Walters incluida en el tuit de Macool, y en 1993, hizo declaraciones controvertidas similares en una entrevista con la revista Vanity Fair
El artículo recibió más de 1800 comentarios, 32 000 «me gusta» y 14 000 marcadores. Obtuvo una puntuación de -2 en nuestro índice de impacto cívico, ya que los comentarios de Connery son peligrosos, porque presentan los golpes como una medida «razonable» para «poner a las mujeres en su lugar» si no se comportan como es debido.
Consulta el análisis completo del artículo aquí. Lee también cómo se afianzan estas historias en países como Pakistán y Grecia.
Quienes promueven este marco narrativo afirman que las mujeres tienen la responsabilidad de mejorar las tasas de natalidad por sus características biológicas. Desde su punto de vista, existe una conexión directa entre el nacionalismo y los roles de género. Como explica con claridad Annabelle Chapman en su ensayo «Donde el género se encuentra con el nacionalismo«: “Si, desde la perspectiva de los nacionalistas, el rol de los hombres es proteger a la nación, entonces el rol de las mujeres es perpetuarla”, lo que se convierte, de manera natural, en una razón para presionarlas a tener hijos.
Las crisis demográficas en lugares como la Unión Europea han sido una oportunidad para que líderes conservadores impulsen esta narrativa. En Italia, por ejemplo, Giorgia Meloni, dirigente de derecha del Gobierno, ha explotado lo que llaman un “invierno demográfico”, mientras el país alcanza su cifra más baja de natalidad, según el Instituto Italiano de Estadísticas.
Esta retórica plantea la decisión de tener hijos desde la óptica de la sobrevivencia nacional, en lugar de priorizar los derechos de las mujeres, sus decisiones personales y sus aspiraciones.
Cómo circula este relato en línea

Davide Marchiani, influenciador italiano con más de 10 000 seguidores en X, afirma en su biografía sentir “asco por las mujeres” y se autodenomina “el misógino más famoso de X”. Además sostiene que “para aumentar la tasa de natalidad, no hace falta ampliar la licencia de maternidad”, sino que “hay que subir el sueldo de los padres para que sus esposas puedan quedarse en casa y ser madres”.
Al afirmar que la clave para mejorar las tasas de natalidad es “aumentar el salario de los padres para que sus esposas se queden en casa y sean madres” y que “el ingreso dual es una trampa antifamilia”, Marchiani da a entender que las mujeres deben, y naturalmente deberían, reconocer su rol en la sociedad y asumir la responsabilidad de tener hijos.
La publicación recibió 99 comentarios, 119 republicaciones, 664 “me gusta”, 18 marcadores y 33 400 visualizaciones. Fue clasificada con un puntaje de -1 en nuestra tarjeta de evaluación de impacto cívico, ya que promueve políticas y perspectivas que afectan negativamente la capacidad de las mujeres para competir de manera justa con los hombres en el ámbito laboral.
Lee el análisis completo del contenido aquí. Lee también cómo esta narrativa se manifiesta en el Reino Unido y en Argentina.
Noticias del Observatorio de Medios Cívicos
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Fotografía: Global voices