“¿Compartir lo que se tiene o dar lo que sobra?
Jorge Salazar García. 06/04/2020
En toda guerra hay perdedores y ganadores; considerando la pandemia actual una táctica de guerra tipo híbrida salida de control, quienes más perjudicados saldrán, sin duda, serán los pobres; es decir la clase trabajadora. Los ganadores, como siempre, serán aquellos quienes la planearon y en este asunto del Convid-19, las pistas conducen hacia los dueños de las trasnacionales. No es una invención, lo declaró uno de sus miembros, Warren Buffet: nuestra clase está haciendo una guerra “y la estamos ganando”[1]. Ningún conflicto a gran escala es espontáneo, son generados para conquistar espacio vital, recursos materiales o mercados. Esa ha sido la historia del capitalismo. Y dado que el poder económico impuso su agenda al político, pocos gobiernos saldrán bien librados de la crisis actual. Como en las anteriores crisis, las afectaciones graves recaerán en los pequeños comerciantes, medianos empresarios, artistas, músicos, campesinos, obreros, profesionistas, empleados, prestadores de servicios e indígenas.
Siguiendo la hipótesis conspirativa (argumentada en artículos anteriores[2]), los señores del dinero buscarán por todos los medios elevar la rentabilidad de sus capitales vía rescates financieros, reducción de la plantilla laboral y fortaleciendo sus monopolios. Medidas antipopulares cuya imposición, antes del coronavirus, hubiera ocasionado rebeliones; la alternativa, entonces era la GUERRA; pero sólo esa que mata personas sin destruir propiedades y bienes, como la guerra bacteriológica. El terror paralizante generado en la gente permitirá a ese 1% poseedor de más riqueza que el 99% de la población mundial (Oxfam2016) “modernizar” sus plantas productivas con el menor costo posible. No les será difícil convencer a los sindicatos acepten sean despedidos sus agremiados bajo el argumento paradójico de mantener el empleo y la productividad. Algunos trabajadores acudirán a los tribunales y poco o nada cambiarán. Los menos serán recontratados bajo condiciones benéficas al patrón a quién verán como su salvador. Los gobiernos cómplices utilizarán las fórmulas acostumbradas destinando recursos de “salvamento” para mantener la estabilidad, dirán.
En cuanto a la cuestión de los muertos, provendrán de los obesos, hipertensos y diabéticos. De ese modo el Estado y los empresarios podrán deshacerse de ellos a mediano plazo. Naturalmente ninguno reconocerá esta solución eugenésica, pero difundirán masivamente el deceso de algún rico, funcionario o famoso para inducir en los trabajadores la idea de que TODOS sufrimos parejo. Y desde los bancos, Iglesias y empresas se promoverán ayudas, apoyos y campañas para salvar a nuestros hermanos justificando, para sí, sus planes macabros. Los gobiernos neoliberales subsidiarán a los despedidos y también, claro está, los reprimirán con mano dura si se atreven a saquear centros comerciales, fabricas o bancos; o peor aún, intenten deponer autoridades. En México aún no se han destinado fondos públicos para financiar a las grandes corporaciones; sin embargo, conociendo su poder y conforme sea reforzada la orientación preferencial hacia los pobres (60% de la población) aquella situación podría ser modificada en los próximos meses. Las presiones de la oligarquía local (fuga de capitales, despidos, guerra sucia, nula inversión, quiebras simuladas…) ya se pusieron en marcha.
¿Compartir lo que se tiene o dar lo que sobra?
No porque unos sean avaros, los demás deben serlo también. Las tragedias son momentos cruciales para mostrar lo mejor del Ser humano. Utilizando el léxico neoliberal “son oportunidades para ser exitosos y triunfadores”; como personas, claro está. Si no se desea participar en los programas de ayuda que desde arriba se promueven, entonces deben organizarse desde abajo. Por ejemplo, podría ubicarse en la colonia o barrio a las personas desempleadas o subempleadas que no cuentan con apoyos oficiales, pagan renta y tienen hijos pequeños. Cada semana destinarles una despensa (frijol, arroz, leche, lentejas), solventada individual o colectivamente. Compartir lo que se tiene es la SOLIDARIDAD, valor propio de quienes ama la vida.
Otra forma de solidarizarse es denunciando la especulación, el acaparamiento y el incremento de precios; al menos durante los siguientes dos meses. México dispone de medios legales para evitar esas prácticas de hambreadores. Es una obligación ciudadana exigir al Estado aplique la Ley. El artículo 28 (P-II) constitucional lo faculta para “castigar severamente, (…) toda concentración o acaparamiento (…) de artículos de consumo necesario y que tenga por objeto obtener el alza de los precios”. Esta facultad tiene sus colmillo en el articulo 253 del Código Penal Federal. Este determina sancionar toda irregularidad comercial o industrial con “prisión de tres a diez años (…) y la suspensión hasta por un año o la disolución de la empresa…”. Debido a la asquerosa mezquindad de los coprofílicos neoliberales, ningún gobierno podrá humanizarlos con llamados a la moral, se les debe aplicar la LEY como a todos.
De cualquier modo que se vea, vienen tiempos de recesión económica. Superarla requerirá de un pacto social y de unidad contra los embates de los lobos de Wall Street.
[1] Warren Edward Buffett es un empresario estadounidense. Con mas de 70 mil MDD es uno de los más grandes inversores en el mundo, además es el mayor accionista y presidente y director ejecutivo de Berkshire Hathaway.
[2] https://insurgenciamagisterial.com/la-pandemia-festival-de-avaricia-en-wall-street/ ; https://insurgenciamagisterial.com/los-beneficiarios-de-la-pandemia/