Por: Alexandra Sitenko. 13/11/2024
La última cumbre de los BRICS, celebrada en Kazán, Rusia, mostró la vocación de una serie de países medianos de superar la arquitectura comercial y financiera imperante. A su vez, evidenció las pretensiones rusas y chinas sobre el Sur global.
El 24 de octubre llegó a su fin la cumbre de tres días de los BRICS en Kazán, bajo la presidencia de Rusia. A lo largo del año se realizaron más de 200 actividades en varias ciudades rusas como preparación para la cumbre. La participación de más de 30 delegaciones, 22 jefes de Estado y de Gobierno y varios representantes de organizaciones internacionales no pudo ser ignorada por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, quien también viajó y se reunió en paralelo con Vladímir Putin por primera vez desde 2022. En su discurso dijo, entre otras cosas, que los BRICS podrían desempeñar un papel más importante en el fortalecimiento del multilateralismo para el desarrollo y la seguridad globales.
La cumbre constó de dos partes: una reunión de los nueve miembros de pleno derecho del grupo (Brasil, la India, China, Sudáfrica, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía) y una sesión BRICS+/Outreach sobre el tema «BRICS y el Sur global: construir juntos un mundo mejor». Los esfuerzos de Rusia estaban obviamente dirigidos a demostrar la creciente influencia económica y política de este grupo de Estados y a demostrar que el país no sufre aislamiento internacional alguno tras su guerra de agresión contra Ucrania.
En el mundo occidental, el grupo BRICS es mayormente percibido como una asociación antioccidental y antiestadounidense y sus actividades son comentadas de manera crítica casi sin excepción. Al principio, sin embargo, el grupo quería evitar que se lo viera como un retador de Occidente. La propia Rusia fue miembro tanto de los BRICS como del G-8 hasta 2014. Más bien, su propósito era celebrar encuentros informales de sus miembros, no formular e implementar iniciativas políticas estructuradas y alternativas. En sus declaraciones tras las primeras cumbres en Ekaterimburgo en 2009 y en Brasilia en 2010, los participantes subrayaron el papel central del G-20 en la solución de los problemas globales y se comprometieron firmemente con la diplomacia multilateral, en la que las Naciones Unidas desempeñaban un papel central a la hora de abordar los desafíos globales. En general, la agenda fue dominada por el tema de la estabilización global tras la crisis financiera global de 2007-2008.
A partir de 2013-2014, aumentaron las tensiones geopolíticas entre Oriente y Occidente. Con el ascenso económico de China, también crecieron sus ambiciones geopolíticas y de política exterior. La llegada al poder de Xi Jinping y el anuncio de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en 2013 aceleraron esta tendencia y dieron lugar a una competencia geoeconómica con Estados Unidos, mientras que el conflicto entre Rusia y Occidente llegó a un punto crítico tras la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea en 2014. Estos acontecimientos se reflejaron en la agenda de los BRICS: la declaración de 2015 en la cumbre de Ufá, Rusia, por ejemplo, condena las sanciones económicas que violan el derecho internacional y considera que ningún Estado puede fortalecer su propia seguridad a expensas de la seguridad de otros. Rusia y China comenzaron a ver a los BRICS como un instrumento geopolítico en su confrontación con Occidente, mientras que los otros tres miembros seguían priorizando la economía, el comercio y el desarrollo.
Pero con la admisión de nuevos miembros, las prioridades de Rusia y China, por un lado, y de Brasil, la India y Sudáfrica, por el otro, se han aproximado. Moscú y Beijing tuvieron que morigerar en cierto modo sus actitudes hegemónicas. En la 15º cumbre celebrada en Johannesburgo, Sudáfrica, en agosto de 2023, se invitó a Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos a ingresar al Grupo el 1 de enero de 2024. Sin embargo, el nuevo presidente argentino, Javier Milei, rechazó la membresía tras haber asumido el cargo en diciembre de 2023, mientras que Arabia Saudita optó por renunciar a la membresía formal por el momento, aunque sí participa en el formato BRICS Plus/Outreach.
La mayoría de los nuevos miembros, como Emiratos Árabes Unidos y Egipto, persiguen un equilibrio en su política exterior entre la asociación con Occidente y el mantenimiento de fuertes vínculos económicos y políticos con China y Rusia. Etiopía también tiene estrechos vínculos con Moscú y Beijing, sus principales socios comerciales, además de ser un histórico socio de Estados Unidos. En la opinión del primer ministro etíope Abiy Ahmed, la membresía de su país en el grupo BRICS es importante para contribuir a profundizar la cooperación Sur-Sur. Por lo tanto, los BRICS son una alternativa a Occidente para los nuevos miembros pero no son una expresión explícita de una política antioccidental, a excepción de Irán. La mayoría de los miembros de los BRICS quieren tener una plataforma alternativa que dé voz a sus intereses políticos y económicos (de desarrollo) y a su creciente peso en el mundo. Obviamente, no se sienten suficientemente escuchados dentro de las instituciones multilaterales existentes.
Antes del inicio de la cumbre en Kazán, el presidente Putin, siguiendo las palabras del primer ministro indio, Narendra Modi, declaró que los BRICS eran un grupo no occidental, pero no antioccidental. Sin dudas quería captar nuevos miembros. Si bien la ampliación finalmente no estuvo a la altura de los anuncios iniciales, logró aumentar la importancia del grupo de Estados BRICS y obtener una mayor popularidad entre los países del llamado Sur global: desde entonces, más de 30 estados se han interesado en el trabajo con los BRICS como miembros o socios. El lema de este año, «Fortalecimiento del multilateralismo para un desarrollo y una seguridad globales equitativos», refleja explícitamente los anhelos del llamado Sur global, como la justicia y el desarrollo.
En ese sentido, resultó irónico que la cumbre de los BRICS en Kazán comenzara casi simultáneamente con la reunión anual de dos instituciones de Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial) en Washington. Sobre todo, porque la exigencia de una reforma de las instituciones de Bretton Woods, lo que incluye una mayor representación de los países en desarrollo y emergentes en puestos de liderazgo, está entre los primeros de los 134 puntos del comunicado final de los BRICS.
Los participantes de la cumbre también vieron con buenos ojos la iniciativa de la parte rusa de establecer una plataforma de comercio de cereales dentro de los BRICS y luego llevarla a otros sectores agrícolas. Todos apoyaron el uso de monedas locales en las transacciones financieras entre los países BRICS y sus socios comerciales. La empresa estatal rusa de desarrollo e inversión VER.RF ya ha firmado acuerdos con China y Sudáfrica para la concesión de líneas de crédito en monedas locales. Los Estados miembros también acordaron probar la viabilidad de establecer una plataforma independiente de pagos y reservas (BRICS Clear). Sin embargo, no se espera que se introduzca pronto un sistema de pagos BRICS. El grupo pide unánimemente el levantamiento de las sanciones económicas impuestas unilateralmente.
Aunque la mayoría de los miembros de los BRICS (excepto Irán) no comparten la posición de Rusia sobre la guerra contra Ucrania y quieren que el conflicto termine lo más rápido posible, este tema no fue una prioridad para la mayoría de los huéspedes de la cumbre. Pero, al menos, la declaración final dice: «Recordamos las respectivas posiciones nacionales sobre la situación en Ucrania y sus alrededores, que fueron expuestas en los órganos pertinentes, incluidos el Consejo de Seguridad de la ONU [Organización de las Naciones Unidas] y la Asamblea General de la ONU. Destacamos que todos los Estados deben actuar de conformidad con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas en su conjunto y en sus interrelaciones. Recibimos con satisfacción los ofrecimientos pertinentes de mediación para garantizar una solución pacífica al conflicto a través del diálogo y la diplomacia». Se prestó mucha más atención a las situaciones en Oriente Medio, Sudán, Haití y Afganistán. Las acciones de Israel han sido duramente criticadas, mientras que Hamás ha sido llamado (sin que se lo nombre específicamente) a liberar a los rehenes israelíes restantes. Se subraya la necesidad urgente de un alto el fuego inmediato, integral y duradero en la Franja de Gaza.
Aunque el Sur global es el grupo destinatario de la mayoría de las iniciativas de los BRICS, Rusia, la India y China constituyen el núcleo original y fuerte del grupo. Desde la perspectiva de Moscú, el establecimiento del formato RIC (Rusia, la India y China) en San Petersburgo en 2006 allanó el camino para la plataforma de intercambio BRICS, que el asesor presidencial ruso Yuri Ushakov destacó en la sesión informativa de la cumbre de los BRICS. Putin puede considerar como un éxito diplomático el hecho de que los jefes de Estado de la India y China se reúnan bilateralmente en Rusia después de una era de hielo de cinco años debido a un conflicto fronterizo.
Dada la creciente influencia global de la India, no se puede descartar que Nueva Delhi también quiera desempeñar un rol cada vez más destacado en los BRICS como la voz del Sur global, lo que podría influir en el equilibrio de poder interno. El más reciente acuerdo entre la India y China sobre patrullas militares de ambas partes a lo largo de la línea de demarcación en el Himalaya representa un paso hacia la desactivación de su disputa fronteriza, y esto podría contribuir a mejorar sus relaciones bilaterales y, en consecuencia, a una mayor cooperación en los BRICS.
El peso de Oriente también se refleja en la lista publicada de países socios del grupo, una nueva categoría que permite a los países cooperar con los BRICS sin por ello convertirse en miembros. En junio de 2024 se anunció que los países BRICS habían decidido por abrumadora mayoría no admitir por el momento nuevos miembros de pleno derecho. Entre los nuevos países socios están: Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.
En general, la cumbre refleja las prioridades de la política exterior rusa establecidas en la concepción de 2023: construir la Gran Asociación Euroasiática y ampliar las relaciones con el Sur global. No es casualidad que Rusia fuera la anfitriona de la reunión en Kazán. La capital de la República de Tartaristán, situada en Europa, es desde 2009 sede del foro «Rusia-Mundo Islámico». La elección del lugar es un gesto hacia el continente asiático y el mundo islámico, donde Rusia puede contar con importantes aliados. «Olvídense de los BRICS» titularon en 2014 tanto The Guardian como Time Magazine al unísono. Diez años, después se decía que los BRICS eran un «desafío geopolítico». Sin duda, existe una dinámica en el desarrollo de los BRICS, tanto en términos de contenido como institucional. El denominador común después de la cumbre de Kazán sigue siendo que, a pesar de todas las diferencias entre miembros y socios, los BRICS son una coalición de potencias medianas en gran medida emergentes que están superando el dominio occidental, en especial en la arquitectura comercial y financiera global, y que quieren lograr una mayor diversidad de voces en la política mundial.
Nota: la versión original de este artículo, en inglés, se publicó en IPG el 25/10/2024 y está disponible aquí. Traducción: Carlos Díaz Rocca.
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Fotografía: Nuso