Por el L.E.F. José Luis Juvera Portilla. 17 de junio de 2020
La historia de la humanidad ha estado marcada por innumerables obstáculos y dificultades para resolver los misterios de la naturaleza, tanto para vivir en ella como de ella. Para dar solución a esos problemas se han utilizado multitud de estrategias las cuáles iniciaron el camino de la formalización de procedimientos que, al final de cuentas, no son sino el propio método científico.
Acosta (2000) plantea una definición etimológica, de método, refiriéndose al conjunto armónico de medios para lograr un fin, en este caso para lograr la ciencia. De acuerdo con Cifuentes (2016) existen métodos para aprender ciencia (didáctica), métodos para transmitir ciencia (pedagogía) y métodos para crear ciencia (método científico) siendo este último el único procedimiento que no pretende obtener resultados definitivos y que se extiende en todos los ámbitos del saber.
En ese sentido, la producción científica hace referencia a todos los documentos en los que se encuentran registradas y difundidas las investigaciones de un área determinada de la ciencia (De Jesus Nascimento, 2016). En el caso de la Educación Física, la producción podría considerarse abrumadora; sin embargo, quizá por ignorancia o desinformación, aún existen dudas respecto a sus beneficios, aunque ya han sido demostrados en el plano neurológico y cognitivo (Castelli et al., 2007; Chaddock et al., 2010a, 2010b, 2012a; Chomitz, et. al 2009; Coe et al., 2006; Trudeau & Shephard, 2008; Voss et al., 2011) físico (Bailey, 2006) psicológico y social (Baptista et al., 2020; Menéndez y Fernández, 2017; Pozo et al., 2018) por mencionar algunos.
En México la producción científica en Educación Física, perteneciente al área de la “Cultura Física” es menor en comparación de países como Brasil (de Souza-Méndez, et al., 2017), Chile (Pérez-Gutiérrez, et al., 2016) y España (Devis-Devis et al., 2010; Reverter-Masià et al., 2016).
De acuerdo con Candia et al. (2020) en nuestro país se han producido únicamente 258 artículos de 1990 a 2018 en dicha área; es decir, ha tomado 28 años publicar el 1% de la producción total (23,529) de artículos de un solo año (2017) en todas las áreas del conocimiento en México (Scimago Lab, 2018), cifras que contrastan con la producción de países como Estados Unidos (650,032) o China (517,896) en ese mismo año (Scimago Lab, 2018). Así mismo, Candia et al. (2020) destacan la participación de las Universidades Autónomas de Nuevo León, Chihuahua y Guadalajara en dicha producción.
Respecto a las universidades y en esa misma línea, en México la formación de profesores de Educación Física es ofertada en las IES (Instituciones de Educación Superior) en 20 universidades y, en el Sistema Normalista, en 55 centros distribuidos en todo el territorio mexicano (Hoyos, 2013).
En dicho contexto, mientras que en el Sistema Normalista existe solo un plan de estudios para toda la República Mexicana, en el Sistema Universitario se encuentra un plan de estudios por cada institución que la oferta; existiendo una multiplicidad de enfoques en la formación de los profesores de Educación Física que; en comparación con la Unión Europea, no contemplan un área específica del currículum para la producción científica (Hoyos, 2013).
Así mismo, Hoyos (2013) advierte que en México 22,1% del total de los profesores de la muestra en su tésis cuenta con estudios de doctorado, y de ellos solo el 11.7% dedica parte de su tiempo a la investigación, pues el mayor porcentaje realizan labores de entrenador deportivo, además de sus actividades de docencia.
Al respecto, una de las estrategias para impulsar la producción científica en México fue la creación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) en 1984, dependiente del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), con el objetivo de reconocer a los profesionales dedicados a la investigación científica y tecnológica. Para ser parte del SNI el aspirante solicita la evaluación del número y calidad de sus productos científicos a través de una revisión por pares académicos (Acosta-Ramírez et al., 2015).
De acuerdo con el CONACyT (2019) de los 30,549 investigadores adscritos al SNI en todas las áreas del conocimiento, solamente seis realizan producción científica en el área de la Cultura Física, lo que representa el 0.001%. A título personal y con conocimiento de causa, solo uno de los seis investigadores se especializa en el área de Educación Física.
Una vez expuesto el panorama anterior, resulta imperante exhortar a los futuros profesionales de la Educación Física, específicamente en el sistema normalista, a realizar una práctica basada en la evidencia, es decir, justificar sus intervenciones en la literatura científica existente, no se trata de confiar exclusivamente en libros, artículos o la opinión de expertos en el área, sino que realicen una convergencia entre observación, práctica diaria y necesidades específicas del contexto y del alumnado; cuestionando y evaluando el desempeño propio de forma continua, procurando evitar adjudicarse posturas, investigaciones o teorías como verdad única y absoluta.
De esta forma, quizás se logre nivelar parcialmente el vacío existente previamente expuesto respecto a la investigación en la formación inicial del docente de Educación Física, hasta que las autoridades se decidan a impulsar la producción científica del área, realizando modificaciones mayores respecto al currículum y la nomenclatura de las titulaciones en el área de la Cultura Física.
Referencias
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José Luis Juvera Portilla. Universidad Autónoma de Nuevo León
Correspondencia: [email protected]
Fuente: 11º Foro “La Gestión Escolar en la Educación Física” realizado en la BENV “Enrique C. Rébsamen” vía plataforma de internet, el 17 de junio de 2020.