En 2014, la entonces ministra de Asuntos Exteriores de Suecia, Margot Wallström, anunció la puesta en marcha de una Política Exterior Feminista (PEF) y convirtió a su país en el primero del mundo en asumir una iniciativa de estas características. Pese a que los sectores conservadores y negacionistas recibieron la noticia entre recelos y burlas, los países con gobiernos progresistas que ya aplicaban políticas públicas de igualdad se fueron sumando.
A Suecia le siguieron Canadá, Luxemburgo, Francia, México, España, Países Bajos, Alemania, Chile, Eslovenia, Argentina y Colombia, entre otros, junto al gobierno descentralizado de Escocia.
El Objetivo para el Desarrollo Sostenible (ODS) número 5 de la Agenda 2030 es lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas; y esta es la base de toda PEF. Sin embargo, su continuidad no está garantizada, teniendo en cuenta que los derechos de las mujeres son los primeros que se cuestionan cuando la extrema derecha y los partidos ‘antigénero’ llegan al poder.
Contra todo pronóstico, Suecia abandonó su PEFen 2023, Argentina lo ha hecho en 2024 y Países Bajos podría ser el tercero en dejarla a un lado, precisamente por la llegada al poder de partidos y líderes ultras.
Así se forjó la Política Exterior Feminista
La irrupción de la PEF en Europa y Latinoamérica ha coincidido con un despegue de movimientos de mujeres que reclamaban sus derechos dando paso a la cuarta ola del feminismo, con iniciativas que denunciaron abusos, como #MeeToo ó #Cuéntalo, y otros logros históricos, entre ellos, el aborto en Argentina. El culmen fue el 8 de marzo de 2018, cuando millones de personas se echaron a la calle en todo el mundo.
Pero también coincidió con un auge de grupos ultras y líderes negacionistas de la violencia de género. Los mejores ejemplos son Donald Trump, en Estados Unidos; Viktor Orbán, en Hungría; Jair Bolsonaro, en Brasil; o más recientemente Georgia Meloni, en Italia. A ello se han sumado países donde la extrema derecha ha logrado entrar en el Gobierno en los últimos años, como ha ocurrido en Suecia o Países Bajos, y por supuesto en Argentina.
Este domingo, 9 de junio, se celebran unas elecciones al Parlamento Europeo inciertas por la posibilidad de que los conservadores y la extrema derecha se unan y cambien el rumbo tras una legislatura que ha dejado grandes avances feministas.
Unas elecciones europeas clave para las mujeres
“Unos 350 millones de personas estamos llamadas a votar y la mitad somos mujeres, y lo que podemos perder es mayúsculo. Las propuestas de los grupos de ultraderecha son anti género, antidemocráticas, antilibertad, antiderechos, van contra los derechos sexuales y reproductivos, contra los colectivos LGTBI”, afirma a Efeminista la embajadora en misión especial para la PEF de España, María Jesús Conde.
“Es importante que las mujeres tengamos en cuenta los riesgos de involución”, advierte.
La embajadora en misión especial para la Política Exterior Feminista (PEF) de España, María Jesús Conde, durante una entrevista con Efeminista. EFE/Laura de Grado
La directora de Programas del Instituto Elcano, María Solanas, también comparte, en una entrevista con Efeminista, su preocupación: “Las elecciones al Parlamento Europeo, por primera vez en la historia, plantean una incertidumbre por los nuevos equilibrios políticos que podrían tener un impacto en materia de igualdad de género en la UE”.
Pero, según Solanas, la posibilidad de una alianza entre conservadores y ultraderecha puede ser “un elemento movilizador”, tal y como ha ocurrido en Polonia, “donde el primer ministro, Donald Tusk, incorporó en su programa electoral el compromiso de volver a una ley del aborto razonable –teniendo en cuenta que el anterior Gobierno había impuesto las mayores restricciones de la UE a los derechos sexuales y reproductivos–”. Y ganó las elecciones.
“Dicen que, en estas elecciones, la UE se juega su alma; yo diría que también están en juego los derechos de las mujeres”, apunta la experta.
Recuerda que en la anterior legislatura, con el apoyo de socialdemócratas y conservadores, “se aprobaron directivas muy importantes en materia de igualdad retributiva, de lucha contra la violencia de género, de presencia de mujeres en los consejos de administración de las empresas o de lucha contra la trata”.
La Política Exterior Feminista española
España fue el sexto país en asumir una PEF. Lo hizo en 2021, cuando el Ministerio de Exteriores estaba a cargo de Arantxa González Laya, quien puso a trabajar a su equipo en una guía con las pautas a seguir en política exterior.
En medio de la pandemia de la covid, la entonces ministra reconoció, en un diálogo organizado por la Fundación Alternativas, que “el mundo estaba fracturado y expuesto a grandes desigualdades”; y abogó por “dotar de solidez a las democracias, protegiendo y amparando los derechos humanos, la igualdad y la diversidad; y buscando una acción exterior más feminista”. Este fue un punto de partida e inflexión.
“Ningún país había logrado la igualdad de género. Cuando estamos a menos de una década de rendir cuentas sobre la Agenda 2030, no solo no se han cerrado las brechas, sino que han crecido las desigualdades”, argumenta la embajadora, para exponer que es ahí cuando se toma la decisión de adoptar una PEF en España.
En una reciente reunión con periodistas en la sede del Ministerio, el ahora jefe de la diplomacia española, Juan Manuel Albares, explicó que “la PEF no es una política alternativa, ni un apéndice de la política exterior, es una forma de hacer política exterior para llevar a cabo transformaciones globales de calado”.
España, referente en Política Exterior Feminista
Pasados tres años y ante un futuro incierto, España es un baluarte de la Política Exterior Feminista en Europa.
María Solanas, especialista en igualdad e integrante del grupo de expertas que asesora al Ministerio de Exteriores, está convencida de que “España es más un referente fuera que dentro” y también de que “el mayor reconocimiento ha venido por una progresión sostenida y permanente” de las políticas de igualdad.
“España ya era referente por las leyes que se habían aprobado, tanto de violencia de género como de igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Pero, al adoptar formalmente una PEF, ya no se trata de continuar con las medidas, sino de ir más allá”, añade.
La directora de Programas del Instituto Elcano, María Solanas, durante una entrevista con Efeminista en Madrid. EFE/Laura de Grado
La embajadora Conde abraza la idea de que “España puede tener un liderazgo en la coyuntura europea que vivimos porque es un referente de la PEF”. Además, “es la bisagra entre Europa y América Latina”. También es un ejemplo porque articula la PEF con otros ministerios, la sociedad civil, la patronal de los empresarios y la academia.
Pero, ¿Qué es la Política Exterior Feminista?
Aunque España implantó su PEF en 2021, la ciudadanía no sabe bien en qué consiste; por eso preguntamos al ministro Albares y a las expertas en qué cambia esta iniciativa la vida de las personas.
El ministro Albares afirma que una “Política Exterior Feminista tiene que ser la traducción de lo que se hace en casa”, es el reflejo de las políticas domésticas en la política exterior.
Y María Solanas lo explica así: “La PEF trata de ser coherente con las políticas nacionales de los países que consideran que la igualdad de género tiene que estar en todas las políticas públicas. Además, aporta una visión crítica de cómo se han venido desarrollando las relaciones internacionales en las últimas décadas porque, si bien la igualdad de género se ha incorporado en determinadas agendas globales, no ha tenido carácter transformador. Una PEF aspira a cambiar las raíces de la desigualdad entre hombres y mujeres en todos los países”.
Como embajadora responsable de la PEF en el Ministerio, María Jesús Conde agrega: “Una PEF obliga a tener un liderazgo diferente en todas las acciones internacionales y tener en cuenta el impacto diferenciado de las decisiones en hombres y mujeres. Esto es un principio fundamental. El enfoque de género pasa a formar parte de la esencia de la política exterior, a identificar los retos justo en este momento en el que los movimientos antigénero están creciendo”.
Así se aplica en España la PEF
En la acción exterior, un ejemplo es el apoyo que España ha dado a las afganas tras la toma del poder por los talibanes en 2021 y el impulso para que, a nivel internacional, se considere la situación de estas mujeres un ‘apartheid de género’. Otra tarea es identificar el enfoque de género en guerras y conflictos, pues impactan de distinta manera a las mujeres, y ejecutar políticas específicas.
España, asimismo, impulsa el nombramiento de mujeres en organismos internacionales y apoya abiertamente que la próxima persona que ocupe la Secretaría General de la ONU sea, por primera vez en la historia, una mujer; así como que en la Presidencia de la Asamblea General roten mujeres y hombres, un criterio que debería sumarse al geográfico.
Además, España ha establecido ‘puntos violeta’ en todos los consulados para atender a víctimas de violencia de género en el exterior.
Desde que España asumió la PEF, el Ministerio de Exteriores ha dado pasos hacia la igualdad, como establecer paridad en las cuatro Secretarías de Estado con el nombramiento de dos mujeres y dos hombres. También ha designado, por primera vez, embajadoras en Estados Unidos y China, dos de los más importantes cargos de la diplomacia española.
Según Albares, en los últimos cinco años, se ha duplicado el número de embajadoras, siendo éstas aún solo el 26%, mientras que las diplomáticas en su conjunto apenas alcanza el 30% del cuerpo. La buena noticia es que en la última promoción de la Escuela Diplomática hay más egresadas mujeres que hombres, y esta tendencia va en aumento.
Conde recuerda que hasta 1964 a las mujeres no se les permitía entrar en la carrera diplomática, por lo tanto “se han hecho avances importantes”, especialmente en los últimos años.
“Una Política Exterior Feminista tiene un impacto. Si se implementa, podemos, con rigor y voluntad política, transformar las vidas de las mujeres”, matiza Solanas.
Salvar la PEF ante la amenaza de retroceso en derechos
Más allá de los recelos y las resistencias que puede haber al interior del Ministerio, que se van salvando con la incorporación de más mujeres al cuerpo diplomático, con formación y políticas de igualdad, el riesgo real es el retroceso de los derechos de las mujeres por el surgimiento de gobiernos de extrema derecha o antigénero.
“Estamos tratando de poner diques trabajando a distintos niveles, con ministros, embajadoras en misión especial y grupos de trabajo en Bruselas, Ginebra y Nueva York, pero es cierto que la ultraderecha, grupos fundamentalistas extremos, se ha colado también en el multilateralismo. Por eso, es importante seguir sensibilizando, invirtiendo recursos, generando conocimiento”, afirma la embajadora Conde.
Solanas asume que lo ocurrido en Suecia o Argentina puede trasladarse a otros lugares. Por eso propone dos vías para salvar las PEF: “Primero, la institucionalización de esa política en los usos internos de la diplomacia, es decir, que los principios fundamentales se incorporen en el día a día de los Ministerios de Exteriores. Y el segundo elemento tiene que ver con la recuperación de un consenso, que en los momentos que vivimos está quebrado”.
La experta de Elcano cree que “en el escenario más pesimista, ese riesgo se podría profundizar, pero en el escenario más optimista podría irse revirtiendo a medida de que la sociedad también lo haga, como ocurrió en España tras el episodio en el Mundial de Fútbol de mujeres, en tanto la sociedad rechace las tendencias a cuestionar la igualdad de género, no como un valor esencial de un proyecto de convivencia, sino como un valor identitario, de guerra cultural o ideológico, que es lo que estamos viviendo en estos en estos momentos en muchos lugares del mundo, no solo de la Unión Europea”.
“Hoy, como tiempo atrás, hay que seguir participando en Europa para defender la democracia porque la libertad y los derechos humanos no son gratis”, concluye Conde.