Por: Ariadna Estévez. 12/07/2023
El análisis de los informes de refugio, asilo, condición apátrida y desplazamiento por conflicto, cambio climático y proyectos de desarrollo indica que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha jugado un papel fundamental en inflar las cifras de migración forzada internacional y contribuir al discurso de una “crisis migratoria mundial” que ha legitimado medidas de derecho suave que restringen el asilo y favorecen la migración calificada: la Declaración de Nueva York (2016), y los pactos mundiales para una Migración Segura, Ordenada y Regular (2018) y Sobre los Refugiados (2018), derivados de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Estas medidas reemplazan en los hechos el régimen de asilo y refugio establecido a partir de la Convención Internacional sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su protocolo de 1967, con el fin de hacer que los países pobres se hagan cargo de los refugiados de países vecinos a través de medidas de desterritorialización de sus fronteras, y que lidien solos con su cada vez más grande número de DFIs. El régimen de migración y asilo está pasando de uno de deportación a uno de desplazamiento forzado interno (DFI).
La manipulación de las cifras no empezó en 2015, es algo que se venía cocinando desde mucho antes pero se concretó ese año. Hasta 2001, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) hacía algunas estadísticas sobre refugiados sin mucha sistematicidad ni cobertura. En 2002 es que empieza con el informe Global Refugee Trends. Overview of refugee populations, new arrivals, durable solutions, asylum seekers and other persons of concern to UNHCR. Este informe incluye datos sobre refugiados, nuevas llegadas de solicitantes de asilo, soluciones duraderas y “otras personas de interés” del ACNUR, que son realmente el grueso del informe y que se refiere a los desplazados internos. En 2006 el informe cambia de nombre a Global Trends: Refugees, Asylum-seekers, returness, internally displaced and stateless persons. El cambio de nombre no es solamente nominativo. Con el nuevo nombre se quita la idea de soluciones y se incluye explícitamente a los DFIs y los retornados, es decir, un desplazamiento sin cruce de fronteras.
De 1993 a 2005, según las cifras del ACNUR, el número de personas bajo su responsabilidad —refugiados, solicitantes de asilo y personas apátridas— en todo el mundo oscilaba entre 19 y 21 millones, con un pico de 25 millones en 1994 debido a las guerras étnicas en diversos países europeos y africanos. Sin embargo, en el informe de 2006 el número global brinca de 20.8 a 32.9 millones. En la parte metodológica del informe se indica que este cambio tiene que ver con que a las personas bajo la responsabilidad del ACNUR se sumó las personas de interés del ACNUR, es decir, DFIs, de tal forma que hay un incremento de 56 % en la cifra global, cuando en realidad el número de refugiados se mantiene casi en lo mismo.
En el informe de 2005 se hace el diagnóstico de que mientras el número de refugiados está disminuyendo, hay una tendencia al incremento del DFI. La decisión de incluir DFI en la cifra global en el informe de 2006 se apoya en ese diagnóstico y en lo que denominó el “enfoque basado en grupos temáticos”, que es para organizar la ayuda humanitaria a las poblaciones desplazadas internamente frente a emergencias diversas. Aunque el enfoque basado en grupos temáticos fue un acierto porque muy frecuentemente el DFI carece de ayuda humanitaria internacional, ponerlo en las cifras globales de refugiados y desplazamiento internacional ha servido para alimentar medidas securitizadas y discursos xenófobos contra los refugiados porque da la falsa idea de un incremento logarítmico de la migración forzada, una crisis inexistente.
Los informes de 2005, 2006 y 2007 presentan cifras caóticas, pero a partir de 2008 hay más sistematicidad y se empieza a manejar una cifra global que subsume el DFI y coloca la cifra en 42.8 millones, un número que se mantiene estable oscilando entre 42 y 45 millones hasta 2013, cuando la cifra global asciende de 45.2 millones en 2012, a 51.2 en ese año. No obstante, resulta que de ese más de 50 millones de desplazados, 33.3 millones son DFIs. Ya para 2009 la metodología era clara, y en 2010 el informe cambia de nombre a UNHCR Global Trends, un título que permite subsumir el desplazamiento externo y jugar con la fragmentación de la categoría de refugio pues las personas de interés pueden incluir cualquier cosa, desde DFI hasta migración mixta.
La pantomima de la “crisis de refugiados” vio la luz desde las cifras oficiales de la ACNUR en 2015, cuando el informe presentó la cifra de 65.3 millones de desplazados, cuando en 2014 había 59.5. Sin embargo, el número de refugiados fue de 21.3 millones y el de DFI de 40.8. Aun así, el énfasis sobre la gravedad de la cifra se hace en el número de refugiados, y se describen los conflictos internacionales creando refugiados: Afganistán, Sudán, Somalia. No hay mención de los problemas causando el desplazamiento internacional (cierre legal y físico de fronteras del primer mundo, el involucramiento de Estados Unidos y Rusia en los conflictos de Afganistán y Siria, la política intervencionista del excepcionalismo moral de Estados Unidos en temas de democracia y drogas) y mucho menos del DFI (proyectos de desarrollo, actividad extractivista de corporaciones internacionales, cierre de fronteras del primer mundo, y la instrumentalización de grupos criminales por parte de las corporaciones).
Este informe vino también a totalizar las cifras de asilo y refugio producidas por la ACNUR, pues en 2015 ya no salió el informe Asylum trends in industrialized countries, que se empezó a publicar periódicamente cada año desde 2003. Hasta su última edición en 2014, este informe detallaba el número de solicitudes de asilo nuevas interpuestas en Europa, Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón. Su desaparición va de la mano con el hecho de que para 2014, el 86 % de los refugiados se encontraban en países pobres vecinos del país de origen de los solicitantes de asilo.
De 2012 a 2022, la cifra ha incrementado a más del doble: pasó de 45.2 millones a 103 millones de personas desplazadas. El número de refugiados en 2013 era de 16.7 millones mientras que en 2022 era de 32.5 millones de refugiados, es decir, casi un tercio de la cifra global. Es evidente que lo que se ha incrementado escandalosamente es el DFI (ver gráfica), no el refugio que causa responsabilidad internacional. Aun así, este manejo de las cifras da el fundamento para el discurso político maniqueo de una “crisis migratoria”, el cual se ha usado para cerrar las fronteras del primer mundo y externalizar las fronteras, lo cual ha incrementado el tráfico de personas y el DFI en torno a los intereses económicos que empujan a la gente a huir de sus hogares
El UNHCR Global Trends viene a reafirmar lo que empezó a hacerse desde 2006: subsumir el DFI en el desplazamiento que incluye el refugio y el asilo. Esto tuvo el fin de invisibilizar el hecho de que en términos de proporción poblacional, el aumento de número de refugiados era estable y lo que se ha salido de control es el DFI, que ha aumentado logarítmicamente desde los noventa. Invisibilizar el DFI del informe tenía entonces y sigue teniendo el objetivo de construir la posverdad de que los países ricos cargan con la mayoría de los refugiados, lo cual es falso porque desde principios de los noventa, los países pobres cargan con entre 75 % y 90 % de los refugiados.
En todo caso, el número de solicitantes de asilo que llegan al primer mundo es apenas una proporción mínima de la cifra global de desplazamiento forzado anual —250 000 solicitantes de asilo de Estados Unidos. Las razones de este ocultamiento es que el aumento del DFI se debe al cierre de fronteras a través de legislación bilateral y el derecho suave que sustituye el régimen de asilo de la segunda posguerra. Estos cierres son tapones legales al desplazamiento ocasionado por actividades extractivistas, guerras intervencionistas y el cambio climático, en los que los gobiernos de países ricos y sus corporaciones son los principales responsables.
Inflar las cifras de refugio e invisibilizar las de DFI en el informe anual de la ACNUR no fue un acto inocuo ni aislado. Fue la supuesta “evidencia” de que hay una “crisis de refugiados” en la que presuntamente los países del primer mundo llevan una carga desproporcionada. Las cifras fundamentaron el discurso político xenófobo de que hay una “crisis de refugio” que rebasaba las capacidades de Europa. Asimismo, fue la base para justificar la elaboración de un nuevo marco legal para desplazar su responsabilidad respecto de la migración forzada por proyectos de infraestructura, cambio climático extractivismo y el incremento de la criminalidad de la que se hacen uso los estados y las corporaciones para deshacerse de poblaciones que están en medio de sus objetivos.
Ariadna Estévez
Investigadora titular adscrita al Área de Estudios Estratégicos, Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), UNAM
Este texto es una colaboración entre el Observatorio de Política Migratoria de El Colegio de la Frontera Norte y nexos.
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Fotografía: Migración nexos. Estelí Meza