Por: Jorge Ivan Peña Rodríguez. 13/05/2020
La pandemia del nuevo coronavirus, SARS-CoV-2 Covid 19, ha dejado en descubierto lo que la mayoría de las y los mexicanos ya sabíamos: el sistema de salud pública es insuficiente y deficiente. No cabe duda que el personal médico, de asistencia, operativo y de limpieza que atienden los casos sospechosos y positivos de Covid, están dejando todo por salvar vidas. Sus enemigos a vencer han sido la enfermedad, la decadencia estructural y deliberada del sistema nacional de salud. Ello ha sido reconocido por un sector importante de la población, para muchas y muchos mexicanos el personal médico son la representación de verdaderos héroes, pero también, otro sector de la población, sobre todo los denominados intelectuales, se niegan a llamarlos así.
La disyuntiva héroes-trabajadores precarizados nos obliga a recurrir a la historia, por lo menos a la más reciente; la del periodo neoliberal.
Con el agotamiento del modelo económico de sustitución de importaciones en nuestro país, que implicó su remplazo por el modelo emanado del Consenso de Washington; los sectores que compartían la rectoría del Estado fueron paulatinamente liberados (entregados) al libre mercado, a la competitividad: a la privatización. Tres de esos sectores fueron la educación, la seguridad social y la salud.
En el caso mexicano, como en la mayoría de los países de la región, el proceso de privatización de la salud comenzó a finales de los años ochenta con la reducción de presupuesto, lo que generó, entre muchos otros acontecimientos, el aumento de los
conflictos laborales; al personal se le comenzó a pagar menos y fueron encontrando en la iniciativa privada nichos de crecimiento profesional y de ingresos, algo que a la fecha se mantiene. Por ejemplo, el ingreso promedio mensual de un médico especialista del sector público es de $20,000.00, mientras que en el sector privado puede llegar a los $86,000.00.
Otro ejemplo, de acuerdo con el Centro de Investigación de Política Pública, es que durante el sexenio de Peña Nieto el presupuesto a la salud disminuyó en términos reales un 20%. Aun con ello, México siguió siendo de los países de la OCDE que más recursos destinó a este rubro. ¿Cómo es posible que se gaste tanto en un servicio que en la práctica es insuficiente y deficiente?, la respuesta es sencilla: corrupción.
Aunado a la reducción de presupuesto, con el tiempo, en el subsistema estatal público aparecieron las cuotas de recuperación lo que no solo ocasionó el constante desentendimiento de los gobiernos en la prestación de servicios de salud, sino que también, fue limitando el acceso de la población, sobre todo a la más marginada, a una atención pronta y oportuna. La salud comenzó a ser un la práctica un privilegio y no un derecho.
A todo ello, hay que agregar la puesta en operación de la subrogación de servicios en 1991, la propuesta de venta de servicios o activos al sector privado, la atención médica amparada por seguros privados que durante mucho tiempo tuvieron los altos funcionarios públicos y sus familias. El Plan Sexenal que iniciara Abelardo L. Rodríguez en 1932 y que continuara Lázaro Cárdenas, que incluía avanzar en la atención médica para la población, así como el proyecto que se estableció de 1958 a 1970, en el que la salud pública se establecía como una herramienta para alcanzar el desarrollo del país, fueron abandonados por los gobiernos neoliberales.
En resumidas cuentas, el gobierno que encabeza López Obrador heredó un sistema de salud pública abandonado, precarizado y con indicios de prácticas de corrupción. Hoy se avanza con el tema de la cobertura médica universal, pero falta mucho por hacer.
Como lo hicieron los conservadores con el tema educativo, se culpó durante mucho tiempo a los trabajadores del desastre en el sistema. El que hoy la población los reconozca como héroes, es un gran logro para el gremio. Se revaloriza su trabajo en condiciones poco favorables. Se les regresa su estatus de referentes ético-sociales. Se les visibiliza y con ellos, a sus condiciones laborales.
Claro que son trabajadores precarizados, y claro que se tiene que luchar para que recuperen sus derechos laborales, pero eso no les quita su papel de héroes.
Fotografía: El Sol de México.