Por: Sofia Barrios. 28/06/2025
La tecnología se volvió una herramienta para dar continuidad a ciertas actividades como la educación, el entretenimiento o la comunicación con familiares y amigos. Esto generó un aumento del tiempo que los niños, niñas y adolescentes pasan frente a las pantallas, expuestos a todo tipo de contenido.
Muchos niños y niñas saben cómo usar los dispositivos (antes de los 6 años utilizan el control remoto de la televisión o saben bajar una aplicación), pero que sean nativos tecnológicos no significa que sepan usar las TICs con responsabilidad y autocuidado. Uno de los riesgos que enfrentan los niños por el contacto a temprana edad con las redes sociales es la hipersexualización. Muchas veces, sin quererlo, se encuentran con contenido que no está pensado para ellos y comienzan a normalizar conductas de adultos que no coinciden con la etapa de desarrollo que atraviesan.
Desde El Grito del Sur consultamos con Laura Ferré, psicóloga que trabaja en el área de terapia familiar y es docente universitaria en ISalud, para abordar esta problemática.
La hipersexualización infantil se da por la exposición de los menores a contenido y comportamiento en tono sexual pensado para adultos. “Los niños no tienen una capacidad elaborativa, si está en formación ni su aparato psíquico ni su cuerpo puede procesar toda esa información. Son estímulos muy importantes, es una carga emocional y sensorial que no pueden elaborar, relacionar ni procesar”, menciona Ferré como parte de los efectos que ocasionan el acceso a este tipo de información o videos que circulan en redes. Como consecuencia de esto, se repiten las acciones vistas en redes sociales sin comprender el contexto en el que éstas se inscriben quemando etapas y corriendo riesgos en diferentes áreas del desarrollo infantil.
La psicóloga explica cómo todo esto se traduce en conductas ansiosas y muchísimas veces en angustia o sufrimiento que los niños ni siquiera pueden nombrar. Como resultado de la ansiedad y los miedos profundos aparecen dificultades en el sueño y alteraciones en el apetito, dos territorios donde la ansiedad se muestra fuerte. Por otro lado angustia a nivel cognitivo, dispersión y la dificultad para concentrarse se desarrollan cuando la energía que podría ponerse en favor del aprendizaje se aboca a tratar de comprender sensaciones que pueden tener producto de las imágenes que vieron, destinos demasiado prematuros para su edad.
Asimismo, las imágenes de cuerpos adultos sexualizados en redes sociales pueden llegar a los niños modificando así conceptos todavía en desarrollo sobre la corporalidad, intentando replicar gestos o posturas. “Un chico o una chica que está viviendo hipersexualización tiene otros códigos, tiene otra relación con su propio cuerpo y con el cuerpo del otro, por eso afecta las interacciones con pares que es lo que más necesitamos alimentar”, continúa Ferré. El encuentro con otros es un factor clave para un desarrollo psicosocial adecuado, ya que “hay nenes con redes sociales a edades super tempranas y que dependen muchísimo de la mirada del otro, hay que ayudar a ese nene o nena a poder construir su propia mirada, desde su propia validación”.
En este sentido, la Educación Sexual Integral (ESI) es una herramienta clave para que los niños comprendan desde una pedagogía apta para su edad diferentes aspectos de la corporalidad, resolver dudas que pueden surgir desde la curiosidad y detectar problemáticas relacionadas a la hipersexualidad infantil. Según el análisis de la situación de niñas, niños y adolescentes en la Argentina, realizado por UNICEF en 2021, “la ESI, además de tener un impacto importante sobre el goce de los derechos sexuales y reproductivos, es una política clave para actuar positivamente sobre el entramado de normas de género en que socializan varones y mujeres desde edades tempranas”.

Como adultos es un derecho y un deber cuidar el desarrollo de esta etapa evolutiva para que el niño juegue y tenga los intereses propios de esa edad. El objetivo es que no se pierda la latencia de esa etapa evolutiva entre los 6 y 11 años, donde la energía está puesta en estudiar y en otro tipo de descubrimientos. Evitando así que quemen etapas y corran riesgos de caer en grooming. La psicóloga destaca como fundamental acompañar el tránsito de los chicos en las redes sociales y su permanencia allí: preguntar, ver con quiénes interactúan y sobre todo ir sembrando una confianza para que cualquier cuestión pueda ser hablada. Muchísimas veces lo que ven los avergüenza, los confunde, los atemoriza y se inhiben de poder contarlo a los adultos y es importantísimo que esté sembrada esa confianza construida por fuera de las redes.
Ferré nos invita como adultos a repensar qué vestimenta compramos, qué juegos les proponemos, cómo los ayudamos a conectarse, a ejercitar sus habilidades, la capacidad de la empatía, de ponerse en el lugar del otro, de esperar un turno. Todo esto se logra estando con pares y no con una pantalla, donde rápidamente se resuelve todo. Fomentar el desarrollo de vínculos reales que demandan tiempo, espera y muchas veces frustración, lo que es un eje central y necesario para poder crecer sanos y aprender cómo gestionar emociones. Ferré resalta la importancia de darle a los chicos otros estímulos que no sean mediatizados por la pantalla: “que tengan contacto e interacciones reales con personas, con pares, con quienes puedan compartir juego, naturaleza. Si bien es una tarea difícil, la idea es que puedan tener habilidades sociales y emocionales que se deben ejercitar en el contacto con el otro, en especial con otra persona de su edad”, concluye.
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Fotografía: El grito del sur