Por: IBEROAMÉRICA SOCIAL. 24/07/2020
Carmen Cariño Trujillo.
Ñuu savi, de Chila de las Flores, México.
Campesina y socióloga rural, maestra en Desarrollo Rural y doctora en Ciencias Antropológicas.
Docente de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco.
Integrante del Grupo Latinoamericano de Estudios Formación y Acción Feminista (GLEFAS).
Estudiante de la Escuelita Zapatista y activista vinculada a luchas y movimientos sociales en defensa de la Tierra-Territorio.
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Fb: Kame Kriño.
La intención de este escrito es plantear una reflexión sobre el femicidio desde una perspectiva descolonial, que implica a su vez, un abordaje desde la imbricación de opresiones. Parte de esta apuesta tiene que ver con el hecho de que el feminismo blanco hegemónico ha planteado una versión universal de la mujer oprimida por el hombre. El énfasis en el odio hacia las mujeres por parte de los hombres o la violencia de género como la principal causa de los asesinatos de mujeres, muestra la existencia de una exclusión teórico-práctica de la “raza” y el racismo, así como de la clase en el análisis del femicidio.
Desde el mismo feminismo hegemónico, así como desde posiciones que se consideran como críticas o de izquierda, las mujeres son las principales víctimas de la violencia solo por el hecho de ser mujeres, pero este planteamiento oculta otras violencias que son inseparables en los cuerpos y vidas de muchas mujeres no blancas. El énfasis mayor en la violencia de género o la violencia machista como la principal causa del asesinato de mujeres no ve a las mujeres negras homosexuales, a las mujeres transexuales de los barrios populares de las favelas o a las de las villas asesinadas en las calles sin alumbrado público.
Desde posiciones descoloniales se ha planteado la necesidad y urgencia de analizar el femicidio a la luz del colonialismo y el capitalismo, pensarlos desde la imposición de un sistema moderno colonial de género, como plantea María Lugones (2008) que ha jerarquizado también la vida de las mujeres y que hace que la mayoría de las asesinadas sean mujeres racializadas, cuyas vidas han sido consideradas de poca valía. Es la colonialidad del género, concepto también planteado por Lugones (2008), el sistema de organización social introducido con la colonia, que dividió a la gente entre seres humanos (hombres europeos blancos burgueses y mujeres europeas blancas burguesas) y bestias (machos y hembras de los pueblos colonizados), esta separación es clave para analizar el sistema vigente que podría contribuir a explicar ¿Quiénes son las asesinadas, qué cuerpos, que vidas?
La lógica de la fragmentación de la vida, fundamento de la razón moderna/colonial, plantea una mirada que secciona la realidad e impide identificar las múltiples causas de los problemas. La mirada colonial que prevalece para el estudio de los problemas sociales piensa a las mujeres sin “raza”, sin clase, sin edad, sin nacionalidad, y de esta forma se sostiene la idea de que el problema es que se mata a las mujeres por igual, solo por ser mujeres. La pensadora afrocolombiana Betty Ruth Lozano (2019) ha planteado que el análisis del asesinato de mujeres debe superar los ámbitos de los privado-familiar y de lo romántico-pasional para entender el asesinato de mujeres como una estrategia de guerra en el que el cuerpo de las mujeres se convierte en un instrumento de intimidación contra las comunidades que se resisten a los procesos desarrollistas que pretender expropiarlas de sus territorios. Lo cual requiere también analizar el contexto en el que son asesinadas, el modelo de acumulación actual, el desarrollo de las fuerzas productivas, las violencias generalizadas, el narcotráfico, entre otros.
El reto es plantear el asesinato de mujeres no solo desde la mirada fragmentada que plantea el género como la categoría más importante de discriminación y violencia que viven las mujeres, sino desde la inseparabilidad de las opresiones, discriminaciones, explotaciones que viven mujeres racializadas por debajo de la línea de lo humano. El colonialismo y la colonialidad del género, juegan un papel fundamental en los femicidios, ¿Quiénes son las mujeres asesinadas? Es una pregunta necesaria a realizar cuando se habla del asesinato de mujeres, porque esto permitirá visibilizar a las negras empobrecidas, las lesbianas de los barrios populares, las trabajadoras de maquila, las jóvenes morenas migrantes trabajadoras indocumentadas, las migrantes con “rasgos” indígenas, las negras del pacífico colombiano que defienden su territorio frente a la minería y muchas más.
La mirada universalista que señala que el femicidio se da por el solo hecho de ser mujer parte de la dicotomía hombre/mujer, que borra a les no privilegiades dentro de esa dicotomía y peor aún, a quienes no se reconocen en ese binarismo sexual. Desde una perspectiva descolonial, como plantea María Lugones: “raza” no es ni separable, ni secundaria a la opresión de género sino co-constitutiva. Justo lo que lo que las izquierdas y los feminismos blancos han terminado por excluir del análisis, y este abordaje no fragmentado es hoy más que nunca necesario para analizar y enfrentar el femicidio en contextos de emergencia.
Referencias bibliográficas
Lozano, B. R. (2019). Asesinato de mujeres y acumulación global. El caso del bello puerto del mar, mi Buenaventura. En X. Leyva Solano y R. Icaza (Coords.) En tiempos de muerte: cuerpos, rebeldías y resistencias (pp. 47-66), Buenos Aires: CLACSO.
Lugones, M. (2008), Colonialidad y género. Tabula Rasa, 9, pp.73-101.
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Fotografía: IBEROAMÉRICA SOCIAL.