Por: Bilha Calderón. 04/01/2024
Las redadas nocturnas que se están dando en lugares como Jenin, Qalqilya, y en Belén alimentan los temores de la gente.
Entrevista con el Chef palestino Fadi Kattan
Este año, por primera vez desde que comenzaron las celebraciones modernas, no habrá Navidad en la ciudad de Belén. El lugar en donde la tradición religiosa dice que un la noche de un 24 de diciembre Jesús de Nazareth, el hijo de un humilde carpintero que habría de volverse la figura central del catolicismo no tendrá festejo, no habrá pesebre ni árbol decorativo, no en medio de un conflicto bélico.
Los líderes cristianos y las autoridades municipales de la ciudad de Cisjordania anunciaron a finales de noviembre que renunciarían las festividades este año en solidaridad con el sufrimiento de las víctimas en Gaza, a raíz de la guerra entre Israel y Hamas. Solo quedarán los servicios religiosos en las iglesias, que se llevarán a cabo de manera sobria en las iglesias.
Este año no habrá luces parpadeantes, no habrá turistas y peregrinos de todas denominaciones caminando entre vendedores, faros, vinos, artesanías de madera, cuentas de rosario y la mezcla de las canciones navideñas de Feiruz con el ding ding ding de las cajitas musicales.
También puedes leer: Gaza: Traer vida al mundo en medio de la guerra
Desde el estallido de la guerra, el 7 de octubre de este año, cerca de 20 mil palestinos han sido asesinados en la sitiada Franja de Gaza y se estima que hay 2 millones de personas desplazadas.
En Cisjordania, por su parte, los palestinos han pasado semanas de violencia y acoso.
Al menos 300 palestinos han sido asesinados por el ejército israelí o colonos armados, según estadísticas del Ministerio de Salud de la Autoridad Palestina, mientras que otros 4 mil 600 palestinos, aproximadamente, han sido arrestados en redadas casi diarias en ciudades y pueblos de toda Cisjordania.
A unos días del festejo de la Navidad, cuando el mundo occidental comienza a reflexionar sobre el lugar donde nació Jesus y su significado, cuando las familias se reúnen para una cena abundante, según sus posibilidades, en la franja de Gaza comienza a hablarse de hambruna.
En una charla a distancia hasta Belén hablamos con el chef Fadi Kattan, quien nos habla sobre el lugar, el conflicto y, claramente, sobre la comida y la alimentación.
Fadi Kattan es un chef franco-palestino internacionalmente reconocido que ha cocinado en algunas de las capitales gastronómicas del mundo, colaborando con chefs igualmente renombrados en proyectos culinarios y sociales. Su cocina sofisticada que integra la comida de origen palestino ha contribuido mucho al conocimiento y discusión sobre la comida local y su influencia.
Su trabajo transmite la diversidad cultural y culinaria de Palestina y muestra cuán rico es su patrimonio. Sus restaurantes, tanto en Belén (Fawda), como en Londrés (Akub), así como su canal de divulgación en YouTube son un reflejo del conocimiento y aporte amplio que Kattan ofrece desde el entendimiento de su pueblo, de la situación que está pasando, siempre con un profundo sentido de solidaridad.
***
Bilhá Calderón (BH)- Sabemos que este año las iglesias cristianas en Palestina han hecho un llamado a celebrar la Navidad discretamente en casa, como forma de respeto y duelo hacia el pueblo palestino, y mi primera impresión sobre esto fue: bueno, esto debe ser un cambio muy grande, siendo que la gente en Belén se enorgullece de estas celebraciones, porque es algo que comparten los cristianos y musulmanes de la zona. ¿Podría contarnos cuál es el ambiente en Belén en estos días?
Fadi Kattan (FK)- Cierto.
Todos estamos en una posición muy frágil en este momento, porque todos tenemos familiares y amigos en Gaza. A nivel personal, creo que la gente está muy preocupada. Lo que no podemos descartar de todo esto es que el ejército israelí ha estado extremadamente activo en Cisjordania y, a su vez, los colonos han sido extremadamente violentos en el área durante este tiempo. Entonces, la pregunta que más escucho de la gente es «¿seremos los siguientes?”
Y algunas de las declaraciones hechas por ciertos ministros israelíes no han ayudado a que esa pregunta no esté en los temores de la gente.
Algunas personas mencionan que al comienzo de la guerra circuló un folleto de los colonos que decía: “Palestinos de Cisjordania, váyanse a Jordania antes de arder”. Las redadas nocturnas que se están dando en lugares como Jenin, Qalqilya, y en Belén -no cada noche, pero casi- alimentan los temores de la gente.
Hay mucha decepción hacia las iglesias y también hay mucha decepción hacia la comunidad internacional. Hacia las iglesias, porque desde el comienzo del ataque a Gaza hemos visto iglesias bombardeadas, mezquitas atacadas, hemos visto instituciones culturales embestidas, y la gente tiene razón en estar preocupada. Yo estoy preocupado, todos lo estamos.
Sobre las celebraciones navideñas tienes toda la razón: la gente está extremadamente orgullosa de ellas. Hay dos tipos de celebración: está la liturgia pura dentro de la iglesia, que continúa, y esa es la celebración ritual. Pero la gente siempre ha estado muy orgullosa de la celebración pública, que hizo que todos los palestinos, independientemente de su fe, celebraran la Navidad.
Porque, cuando decimos que Jesús era palestino, sé que algunas personas se molestan; las personas que se molestan son las que son analfabetas en historia, porque históricamente, si tomamos el nacimiento de Jesus como una realidad, entonces, en el año cero, esta era la provincia romana de Palestina, y él era hijo de un judío. Judío no significa no palestino y viceversa.
Creo que eso es nuevamente lo que estamos viendo hoy en el mundo: la gente no puede ignorar que antes de la creación del Estado de Israel -cuya ley estatal dice «somos el Estado de los judíos únicamente”- cada persona, aún bajo diferentes ocupantes, pensaba que el lugar se llamaba Palestina, era la provincia otomana de Palestina, era el área del Mandato Británico de Palestina, donde todas las religiones, incluidos samaritanos, judíos, cristianos, musulmanes, ateos o agnósticos convivían.
BC- No fue excluyente, segregacionista y tampoco nacionalista
FK- Exactamente. Nunca fue una exclusión de las religiones.
Y hoy, donde la gente se siente extremadamente abandonada, es cuando escuchamos toda esta retórica, como la que escuchamos de su vecino el señor Joe Biden, donde le cuenta al mundo cómo lleva a sus hijos cuando cumplen 14 años, y a sus nietos, a visitar un campo de concentración. Y nosotros estamos consternados por esto, porque ¿por qué se vincula esto con aquello?
La Shoá [Holocausto] es el peor crimen de la historia moderna que ha ocurrido en los últimos 100 años. Tratar de incluirlo siempre en la narrativa de Palestina personalmente creo que es obsceno. Es obsceno hacia la memoria de las víctimas y los supervivientes de la Shoá. Pero también es obsceno con respecto a lo que viven los palestinos.
Un amigo mío, al principio de esta locura, dijo “esto no es un partido de fútbol”, y tiene razón: no es un partido de fútbol cuando hablamos de salvar seres humanos. Detener el asesinato de personas no es un partido de fútbol, no es conseguir que mueran más personas aquí que allí.
Pero en Belén estamos ahora a 13 de diciembre (fecha en que se realizó la entrevista). Sólo puedo pensar en la escena bíblica de los mártires, sólo puedo pensar en Herodes enviando soldados sedientos de sangre para asesinar niños. Porque eso es lo que nosotros vemos todos los días.
Yo no soy un experto militar, tengo problemas para creer la narrativa israelí de “estamos tratando de no dañar a los civiles”, pero con 18 mil muertos, casi la mitad de ellos niños… Vamos ¿en serio?
Y el mundo está en silencio.
Es impactante que en lugares como México, como Centroamérica, como Sudamérica, donde la gente practica su fe cristiana, es impactante que la gente haya olvidado que dentro de pocos días estarán celebrando un evento que sucedió aquí.
BC- A veces hay esta queja de los palestinos de que durante la guerra ellos deben mostrar al mundo a sus muertos, a sus hijos, para que se crea que les está sucediendo una tragedia. Perciben que por un minuto reciben la atención y cierta preocupación desde el exterior, pero luego, cuando sucede algo “más importante”, como, por ejemplo, celebraciones cristianas occidentales o algún escándalo, inmediatamente su sufrimiento queda relegado y desaparece. Y es muy cruel y parece que simplemente no hay suficiente solidaridad hacia los palestinos.
FK- Así es. Sabes, hemos escuchado mucho, desde el comienzo de los ataques a Gaza, que la gente está deshumanizando a los palestinos. Creo que… lo que me volvió loco desde el principio es que, cuando mirabas cualquiera de los canales de noticias internacionales, las víctimas palestinas no tenían una historia, no tenían sueños, no tenían una vida, no nos hablaban de eso. Esto es en parte porque, por supuesto, las autoridades israelíes no permiten la entrada a Gaza a los periodistas internacionales en estos momentos. Pero, con las redes sociales todos podemos acceder a los 5, 10, o 12 jóvenes periodistas locales de Gaza y todos vemos las imágenes que ellos publican. Nada prohíbe a la gente [periodistas] escribir sobre esas historias, entonces ¿por qué siempre estamos hablando de un solo lado?
Acercándonos al tema de la comida. A lo largo de los años hemos estado hablando de la cultura alimentaria palestina y de la apropiación de esa cultura alimentaria por parte de los chefs israelíes. A veces la gente escuchaba estas historias y las omitía o no tomaba una posición clara al respecto. Puede que hoy suene tonto ante la masacre que está ocurriendo en Gaza, pero es un ejemplo de toda una postura: la de no ver a los palestinos tal como son. Y lo que son es un grupo humano de personas, como cualquier otra persona. No somos mejores que nadie, pero tampoco somos menos que nadie.
BC- Una cultura que es rica
FK- Exactamente. Como todas las culturas.
Creo que aquí es donde, en lugares como América Latina, lo encuentro un poco desconcertante, porque la mayoría de los países de América Latina han tenido que lidiar con los resultados de la ocupación colonial, han tenido que lidiar con colonizadores que han eliminado o sometido a poblaciones enteras. Y es como: ”espera, pero no somos diferentes”. No somos diferentes.
***
BC- La Navidad en Palestina se parece mucho a la Navidad en México: se trata principalmente de la comida y de la comida que se aprende a asociar con la familia y la comunidad. Entonces ¿cuál es la comida palestina para Navidad?
FK- Ésa es la gran pregunta. No hay comida palestina para Navidad. No hay un solo plato que esté asociado a la Navidad. Por esa misma razón que usted ha tocado, que es la idea de familia y hospitalidad. Para Navidad, las familias cocinaban todos los clásicos: cocinaban musakhan, mansaf, hojas de parra rellenas, cordero asado, pavo asado y arroz con carne y castañas.
La única diferencia para Navidad es que se ve la aparición de castañas y relleno de arroz, que solemos hacer durante todo el año: se llama Ruz Hashweh, donde Hashweh significa relleno: es un arroz especiado con carne picada y luego piñones, almendras encima. Para Navidad, se le añaden castañas.
La otra cosa es que la Navidad realmente no comienza en Navidad en Palestina, comienza en la fiesta de Santa Bárbara, el 4 de diciembre, que es la fiesta donde se dice que Santa Bárbara, que era una hija de un gobernante pagano en el pueblo de Aboud, al norte de Ramallah, se convirtió al cristianismo. Su padre estaba muy molesto, por lo que envió a sus hombres para atraparla y hacerla entrar en razón. La historia dice que ella se escondió en el campo de trigo y el trigo creció mágicamente para esconderla. Así que para este día de Santa Bárbara hacemos un plato de trigo cocido con anís e hinojo, azúcar y luego le ponemos pasas, higos secos, orejones y le ponemos encima semillas de anís confitadas.
Para mí la Navidad empieza entonces.
Cada familia tiene una tradición gastronómica navideña que es diferente. En mi familia, mi difunta abuela, la madre de mi madre, solía hacer su versión de un pastel de Navidad. Es un poco como el pastel navideño anglosajón pero con frutas secas que son puramente palestinas, por lo que lleva muchos dátiles, muchos albaricoques, muchos higos secos y nueces.Ella lo cocinaba normalmente el primero de diciembre, que es el comienzo del adviento, pero también convenientemente mi cumpleaños, por lo que yo era el niño afortunado de estar en su cocina cuando ella lo estaba preparando. Hacía cerca de 50 o 60 pasteles, luego los envolvía en papel de horno y los guardaba en la nevera hasta el 24 de diciembre. Entonces lo distribuía a familiares, pero también a amigos, y la cuestión de la religión nunca estaba presente, por lo que eran amigos cristianos y musulmanes quienes recibían el pastel.
Además, mi abuela fue una de las fundadoras de la Unión de Mujeres Árabes, por lo que organizaba, con las otras damas de esa ONG, la fiesta de Navidad para niños huérfanos o de entornos frágiles, nuevamente, sin excepción religiosa.
BC- Debe ser especialmente duro como chef ver lo que está pasando en Gaza con el bloqueo. Al principio de la guerra hubo un durísimo bloqueo total de agua y alimentos. Aún ahora, que el bloqueo se ha levantado un poco para entregar algo de ayuda humanitaria, la gente cocina en el suelo y apenas tiene acceso a alimentos o ingredientes.
Como chef, ¿qué pasa por su mente cuando se enfrenta a estas imágenes e historias de desnutrición severa?
FK- Es lo peor.
Durante mucho tiempo me solía enorgullecer como palestino diciendo: “nunca un palestino pasará hambre”.
En parte se debe a que nuestras ciudades son pequeñas y hay un tejido social muy fuerte: hay un sentido de solidaridad entre familias y vecinos, donde las personas que no tienen acceso a la comida siempre encontrarán un vecino, un primo, alguien que los apoye. Ahora mismo en Gaza no se trata solo de no tener acceso a alimentos, sino de no tener un lugar para cocinar, porque no tienen dónde dormir, porque sus casas han sido bombardeadas a diestra y siniestra. Hemos visto en los últimos días imágenes de personas atacando convoyes de ayuda porque tenían hambre. Y eso, para mí como chef, va más allá…
Ya sabes, cocinamos… He tenido la suerte de poder cocinar para personas que provenían de entornos frágiles. Eso siempre tuvo sentido para mi. Hace poco cociné en el Refettorio Ginebra; el sistema es así: cocinas una comida que se paga y luego otra que es gratis, pero se sirve exactamente de la misma manera, en el mismo espacio. Entonces eso realmente tenía sentido para mí. Ese proyecto lo inició Massimo Bottura, el chef italiano, y hay algunos de ellos en todo el mundo. Esa idea de servir a las personas con dignidad en un espacio de belleza, todo tenía sentido.
Ahora viendo lo que está pasando en Gaza… desde ayer ha habido tormentas y lluvias muy fuertes. Es como, ¿cómo puedo…? Si tuviera una varita mágica, querría alimentar a todas estas personas ahora mismo. Sinceramente, no he podido cocinar desde el 7 de octubre. Quiero decir, he cocinado alimentos de sustento, pero realmente no puedo practicar la cocina.
Todo el mundo en Gaza… Incluso si imagino que haya un milagro navideño y un alto el fuego ¿cuántos años pasarían antes de que la gente tuviera una casa donde cocinar?
BC- Supongo que, con tanta gente que está siendo desplazada, esto traerá muchos recuerdos de la Nakba de 1948, pero en una especie de huracán de inmediatez, porque en la Nakba sucedió durante varios meses y años, mientras esto está sucediendo en sólo unas pocas semanas.
Además, entre toda la gente que esta muriendo, también están siendo asesinados poetas, médicos, maestros, intelectuales y abuelas y, a su vez, el conocimiento intelectual del pueblo palestino está desapareciendo con los bombardeos de bibliotecas, universidades y archivos.
Si piensa en el enorme patrimonio cultural que aporta la comida, ¿ve usted también una destrucción de este?
FK- Por supuesto. Sabes, tenemos que recordar que la gente de Gaza, en su gran mayoría, son personas que ya se convirtieron en refugiados en 1948 y que ya habían perdido la vida diaria de su propio microcosmos. Se habían desplazado a un lugar que no era el mismo donde vivían, entonces muchas cosas desaparecieron, muchas recetas, muchos hábitos alimentarios. Pero encuentras que la gente perseveró, creo que la comida tiene esa ventaja mágica: la comida también es un sanador del dolor. Y tal vez la gente logró conservar un poco de sus hábitos alimentarios más que otras cosas, porque les proporcionaba un poco de consuelo.
Pero hoy al volver a ser desplazados de esa manera, no sólo ser desplazados sino también al tener personas asesinadas de izquierda a derecha y de centro, de todas las diferentes generaciones. El miedo es: ¿qué quedará?
Hemos visto gente cocinar en el suelo de las tiendas de campaña. A la gente le están dando lentejas y lo que haya. La comida que les dan no tiene mucho que ver con lo que comerían habitualmente.
La última vez que estuve en Gaza fue en 1987, y mis recuerdos de niño Gaza son de shatta, que es un condimento picante, húmedo y fermentado, son los dátiles rellenos de almendras y escalfados en almíbar de clavo, son el zibdiyet gambari, que son langostinos cocidos en salsa de tomate, el sayyadiyeh samak, al que llamo maklouba de pescado, pero ese plato es arroz y pescado. Mis recuerdos de Gaza son cosas como los campos de naranjos en el mar, de gente que conozco en Gaza, es el mercado de pescado antes de que Israel comenzara a limitar la cantidad de pescadores que podían entrar al mar y antes de que los israelíes bombardearan todo el espacio.
¿Cómo sanamos esto? Creo que en mi vida esto es lo peor que he visto como palestino y no creo que realmente tengamos las herramientas para afrontarlo.
BC- Las autoridades israelíes también han hablado de inundar los túneles con agua de mar y algunas personas, analistas y expertos, han advertido que esto destruirá la capacidad de esa tierra para volver a ser utilizada para la agricultura, lo que significa un cambio en la tierra y en los productos que cultiven ahí.
FK- Mencionaste antes el asedio [de Gaza]. Y ahora oyendo la inundación del pueblo con agua de mar ¿sabes a qué me recuerda? A la edad medieval. Cuando se asedia a una población, privándola de agua, alimentos, energía, combustible y medicinas; lo que se evoca es la imagen de un asedio medieval a una ciudad, como la reina Isabel asediando Córdoba. Es oscuro, oscuro, lo que está sucediendo.
Creo que esto es algo que la gente [externa] no comprende en su totalidad: es que la gente en Gaza está atrapada y sitiada. Lo que tenemos que recordar sobre la tierra de Gaza es que, desde la sobrepoblación de Gaza, que comenzó hace casi 56 años, ha habido contaminación crónica, ha habido problemas crónicos de aguas residuales. Eso es mucho antes de este ataque y esto ha sido agravado por el bloqueo israelí.
Ahora, con esta idea de inundar todos los olivares de Gaza, eso va a suceder. Hemos escuchado a la Organización Mundial de la Salud hablar de todas estas enfermedades que están matando a la gente, miles de personas en Gaza mueren de hambre, el invierno ha comenzado… y el mundo está en silencio.
Ayer [12 Dic.] la Asamblea General de la ONU votó una resolución para pedir un alto el fuego: 153 países [la aprobaron]. La gente en ciertos momentos sintió un poco de «ah, esto es bueno», pero en realidad, cuando lo piensas, creo que ha habido ochenta y pico resoluciones de la ONU desde 1948, que fueron votadas condenando a Israel por su acción: ninguna de ellas fue aplicada. Entonces, ¿por qué pensar que ahora va a ser diferente?
BC- ¿Existe una percepción de inutilidad de la ONU?
FK- ¡Un sentimiento de inutilidad, no: un sentimiento de rabia contra la comunidad internacional para debilitar así a la ONU! No creo que la ONU sea inútil. Soy un utópico que todavía cree en la libertad universal de las personas, que todavía cree en la hermandad universal de las personas. Sigo creyendo que algún día la humanidad podrá vivir y ser respetuosa unos de otros. Y suscribo la declaración básica de derechos humanos, que celebramos hace diez días. Irónicamente, es desde hace 75 años que los palestinos se ven privados de los 30 artículos de la Declaración de Derechos Humanos.
***
BC- Hemos seguido hasta ahora sus esfuerzos de solidaridad y su activismo por un alto al fuego, pero especialmente su llamamiento a poner fin al bloqueo que está matando de hambre a miles y miles de personas en Gaza. ¿Podría describir algunas de estas campañas en las que está involucrado en este momento y quizás cómo pueden las personas unirse o ayudar también?
FK- Empezamos algo llamado “Cocinar para Palestina”, que está dirigido por una organización llamada Choose Love; ellos son los que iniciaron “Cocinar para Siria” hace unos años, “Cocinar para Irán”, ellos tienen actividades para Palestina y han elegido las organizaciones que están presentes en el terreno de Gaza.
ANERA es la Asociación Estadounidense de Refugiados del Cercano Oriente, que ha estado haciendo un gran trabajo, he trabajado con ellos en el pasado. Sean Carroll y su equipo siempre han estado ahí, muchos de su equipo son de Gaza y están ahí en el terreno. El otro es PRCS [Palestine Red Crescent Society], brinda apoyo médico a Cisjordania y a todas partes y están haciendo un gran trabajo. Y por último, Medical Aid Palestine, que es una organización británica que lleva años presente sobre el terreno.
Te diré: hace años, antes de volver a cocinar, en 2014, formé parte del equipo que participó en la “evaluación de necesidades de daños” encargada por la ONU después del ataque a Gaza. Y moralmente me sentí muy torturado por la tarea de “¿cómo se prioriza la ayuda?” Dices: ¿necesitamos más suministros médicos que alimentos? ¿O necesitamos educación? ¿O necesitamos sistemas de alcantarillado? ¿O hacemos turismo o decimos que necesitamos salvar el patrimonio material e inmaterial de Gaza?
Esta vez sí creo que nuestra prioridad tiene que ser distribuir ayuda médica y alimentaria a Gaza, a todos los que viven en refugios inseguros, a las personas que viven en tiendas de campaña. Me refiero a que las tiendas de campaña para nosotros, los palestinos, son un fuerte recordatorio de la Nakba.
En otros lugares, como el Refettorio Ginebra, he trabajado junto con otro chef preparando un menú inspirado en sabores palestinos. Porque creo que hay dos niveles de trabajo que debemos hacer ahora mismo. Una es garantizar que cualquier ayuda que podamos llevar a Gaza llegue a Gaza.
También sabemos que la magnitud de la catástrofe es el frente, pero también tenemos que recordar que en Cisjordania, lugares como Belén, la gente se ha visto afectada en su vida económica. Belén es un pueblo que depende del turismo. En este momento no hay tal turismo, los hoteles cerraron el 8 de octubre, la gente fue enviada a casa y, por lo tanto, esto afecta directamente, creo que, alrededor de 5 mil personas, además de 16 mil jornaleros, que solían trabajar en Israel durante el día, que fueron despedidos. Están también todos los servicios anexos para el turismo como el carnicero, el verdulero, todos han perdido trabajo enorme. Así que yo diría que Gaza es, por supuesto, la prioridad, pero también, cuándo y cómo la gente pueda, si han estado ayudando a otras instituciones en el pasado y en Cisjordania, eso no debería detenerse, porque cuanto más dure esto, más estamos viendo el horrible impacto económico.
Estas son, yo diría, las diferentes cosas que la gente puede hacer.
No se trata sólo de que la Navidad no se celebra en Belén, sino que la gente de Belén ha perdido sus ingresos.
BC- Ha habido despidos masivos. Lo que la gente en Palestina nos decía hace unas semanas era que los precios de los alimentos habían subido mucho, por lo que la gente también se está pasando hambre en zonas de Cisjordania, porque no pueden permitirse comprar alimentos o no pueden llegar físicamente a los mercados o a las tiendas, debido a los nuevos puestos de control establecidos, a la violencia de los colonos o al miedo al acoso.
FK- Exactamente. Por otro lado, también es importante que la gente siga hablando de la cultura palestina, porque creo que mucha gente no tiene idea de la diversidad, de lo que somos, de quienes somos. La gente no tiene idea de que en Gaza hay cristianos y musulmanes. Creo que, para mí, uno de los mensajes más poderosos de Gaza fue durante la guerra de 2014, cuando hubo bombardeos sistemáticos de mezquitas y el sacerdote ortodoxo griego de Gaza hizo una declaración y le dijo a su compañero musulmán: “si no hay más mezquitas para convocar la oración de la tarde para el Ramadán, yo haré el llamado a la oración desde la iglesia”.
Creo que eso es fundamental, para que la gente entienda, que nuestra diversidad es también nuestra fortaleza, de ser un pueblo como todos los pueblos del mundo, de poder celebrar y de poder vivir la vida. Si bien estamos en la diáspora, también hay que recordar que en América Latina hay muchos palestinos, mucha gente que está en la tercera generación: a lo largo de los años perdieron el idioma árabe, [porque sus padres y abuelos intentaron integrarse], pero una cosa que todos conservaron fue la comida.
La imagen principal fue tomada del diario El Confidencial y es una foto de un nacimiento que instaló en 2019 el artista británico Bansky un hotel en Cisjordarnía
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ
Fotografía: La dobe