Por: TANIA ROJAS. 06/09/2022
Ainicios de 2021 el precio promedio del kilo de tortilla en tortillerías era de 15.57, para enero de 2022 subió a 18.72 pesos, y para agosto alcanzó los 21.23 pesos (SNIIM). Sin embargo, hay estados donde el precio del kilo de tortilla ronda entre los 25 y 30 pesos, más de lo que cuesta un litro de gasolina (El Financiero, 19 de agosto de 2022). Un factor importante detrás del fuerte incremento en los precios de la tortilla es el aumento de los precios del maíz blanco, materia prima con la que se elabora el 65% de la tortilla en México. En enero de 2021 el kilogramo de maíz costaba 7.65 pesos; un año después subió a 8.52 pesos y para este mes se colocó en 10.5 pesos (SNIIM). En otras palabras, en el mes que corre, la tonelada de maíz cuesta en promedio $1,890 pesos más que en enero de este año, y $2,850 más que en enero de 2021.
La reciente racha alcista de los precios del maíz viene desde finales de 2020. Entre las causas: las malas cosechas, por un lado, y una vigorosa demanda causada por el fin del confinamiento, por el otro. No obstante, hay un elemento adicional que vino a inflar aún más los precios: la especulación financiera a través de los movimientos de los fondos de cobertura. Los analistas refieren que, sobre todo en los mercados agrícolas, existe una fuerte correlación entre los movimientos de los fondos de cobertura y los precios de los productos agrícolas. Y es que, ante la expectativa de aumentos en los precios de los granos, entre ellos el maíz, los especuladores en súbita exaltación se vuelcan hacia los mercados de futuros apostando a que los precios subirán más. Así, en marzo se registró la mayor inyección de dinero en fondos de cobertura de materias básicas agrícolas que ha habido en los últimos 11 años, un total de 57 mil millones de dólares (The Wall Street Journal, 8 de agosto de 2022).
Aunque poco se habla de ello, la especulación financiera es una causa detrás del fenómeno inflacionario actual. Intentaremos explicar con más detalle cómo es que se da esta relación entre especulación e inflación. Para ello debemos empezar por conocer qué es un “derivado”. Un “derivado” es un instrumento financiero cuyo valor depende de (o se deriva de) el valor de otro activo. Estos activos pueden ser financieros, como acciones y divisas, o no financieros, como el oro, el petróleo o el maíz. Pongamos un ejemplo de un derivado no financiero, un “contrato de futuros”. Un productor de maíz acuerda hoy, en el presente, vender a una comercializadora 40 toneladas de maíz en una fecha futura a un precio de 5 pesos el kilo de maíz, o lo que es lo mismo, 5000 pesos la tonelada. Así, el contrato de futuro formaliza un acuerdo para realizar una compra-venta de cierto activo (en nuestro ejemplo 40 toneladas de maíz) en una fecha futura a cierto precio (5000 pesos la tonelada).
¿Con qué objetivo se realiza este acuerdo? Cuando existe incertidumbre sobre el precio futuro del maíz, al productor le interesa asegurarse un precio mínimo en caso de que una vez que lleve su producto al mercado el precio del maíz sea tan bajo que no le permita recuperar una ganancia mínima o simplemente recuperar la inversión inicial. Por otro lado, la comercializadora busca protegerse ante la posible subida de los precios del maíz. Sin embargo, cuando llega la fecha convenida, si el precio de mercado del maíz alcanzó los 5.5 pesos, en lugar de los 5 pesos estipulados en el contrato, entonces la transacción resulta conveniente para la comercializadora, pues en lugar de pagar 5.5 pesos el kilo de maíz pagará solamente 5 pesos. Y viceversa si el precio se coloca por debajo de los 5 pesos convenidos.
Más pronto que tarde aparecieron en escena otro tipo de agentes distintos al productor y comercializador de nuestro ejemplo: los especuladores financieros. A diferencia de los primeros que buscan proteger sus ingresos ante alzas y caídas inusuales de los precios, estos últimos utilizan estos instrumentos financieros para obtener una ganancia a partir de la variación de estos. Para ello, no necesitan producir, ni comprar ni vender activos reales, ya sean metales, materias primas, alimentos, energéticos, etc.; los especuladores financieros obtienen su ganancia de la compra-venta de los mismos contratos de futuros, ya no de la compra-venta de los productos en sí. Por tanto, tenemos ahora dos mercancías, y por tanto dos mercados, el del maíz y el de contrato de futuros sobre el maíz.
El precio de los futuros de maíz está ligado, hasta cierto punto, al precio del maíz. Ante la expectativa de una racha alcista de los precios del maíz, el precio de los contratos aumenta. Entonces los especuladores ven conveniente “invertir” masivamente en la compra de estos contratos de futuros, para después venderlos en el momento en el que hayan alcanzado su precio máximo. En el ínterin, este incremento artificial de la demanda de maíz empuja al alza su precio, lo que a su vez retroalimenta el precio de los contratos de futuros, y así sucesivamente, hasta que la burbuja especulativa se rompe y los especuladores se retiran con cuantiosas ganancias. En el terreno de la especulación financiera ligada a los mercados agrícolas, las estrategias de enriquecimiento, como la aquí expuesta, son incontables y tanto más complejas, así como la cantidad de “derivados financieros” creados para armar con ellos sus apuestas.
La Bolsa de Valores de Chicago (CME, por sus siglas en inglés) es el mercado con el mayor número de operaciones de contratos de futuros sobre materias primas. En 2021, del volumen total de sus operaciones, cerca del 30% correspondió a futuros del maíz (IG Group, 2021). La especulación que tiene lugar aquí, y en otros mercados bursátiles como el de Nueva York y Tokio, alcanzan volúmenes tan desligados de la producción real de maíz que llegan a ser una de las causas principales del alza desorbitante de los precios de este grano tal como sucede ahora en México y en el mundo.
La inflación es un fenómeno complejo. Sus causas son variadas y en muchas ocasiones difíciles de rastrear. En parte por ello, pareciera ser que la inflación solo puede ser comprendida por académicos de altos vuelos, por los respetados banqueros centrales y por gente muy entendida en el mundo de las finanzas y los negocios. Pero detrás de la inflación se esconde la esencia de un sistema económico en el que la ganancia fácil y rápida está por encima del hambre del pueblo trabajador. Un ejemplo concreto es este, el de los especuladores financieros. Por esta razón, en lugar de resignación frente a la inflación, debemos hacer el esfuerzo de entender por qué sucede y exigir racionalidad y justicia en este sistema económico desquiciado.
Tania Rojas es economista por El Colegio de México e investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
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Fotografía: Cemees