Por: Clarín. 28/07/2022
En el marco del Día Internacional del Trabajo Doméstico, que se celebra el 22 de julio, hablamos con Carolina Villanueva, cofundadora y directora de Grow, género y trabajo.
Durante el Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en 1983, se declaró el 22 de julio como el Día Internacional del Trabajo Doméstico para contribuir al reconocimiento de la labor de las mujeres dentro de los hogares. En este marco, hablamos con Carolina Villanueva, cofundadora y directora de Grow, género y trabajo, sobre las inequidades que aún persisten a la hora de la división de tareas en el hogar.
– ¿Cuán vigente continúa hoy la famosa frase de Silvia Federici sobre “eso que llaman amor es trabajo no pago”?
– Esta frase, que refiere al trabajo al interior de cada hogar y familia que hacemos las mujeres y los varones, es bastante vigente.
Cuando mirás las estadísticas de cuidado en América Latina de la CEPAL, las mujeres dedican más tiempo a cuidar que los varones en todos los países de la región. En promedio, nosotras cuidamos 36 horas por semana y los hombres no llegan ni a 15 horas: estamos dando más del doble. En algunos países la diferencia es el doble; en otros, el triple; y en otros, hasta cuatro veces más.
Entonces, que las mujeres dediquen menos tiempo al trabajo remunerado tiene un impacto directo en su capacidad de generar ingresos propios y de ser autónomas y, además, tiene un impacto en el desarrollo de las sociedades. Así que es un tema muy importante.
Que las mujeres dediquen menos tiempo al trabajo remunerado tiene un impacto directo en su capacidad de generar ingresos propios. Foto: ilustración Shutterstock.
En la frase de “eso que llaman amor” -porque en el nombre del amor y en la construcción de esa maternidad está ese cuidado- está esa construcción de no solo cuidar, sino de ese amor inquebrantable e incondicional y paciencia infinita, que en realidad es otra forma de construir una idea de ser madres que tampoco es real.
Nosotras sabemos que no es ni inquebrantable la paciencia, ni el tiempo es infinito, ni nada. Entonces, es una forma un poco romántica de vender ese proyecto de vida, que a un montón de mujeres les gusta, a otras no, y que eso es un poco lo que está en jaque: que las cosas cambiaron.
Es cierto que antes no se hablaba de cuidados: el tema está en agenda; el proyecto de ley Cuidar en Igualdad que está en el Congreso lo pone en evidencia. Entonces, la frase sigue vigente, pero por suerte quisiera creer que un poco menos. Creo que el hecho de que las empresas empiecen a trabajar sus políticas y sus licencias con una mirada integral de cuidados es un cambio que empezamos a ver desde Grow y nos parece bastante novedoso. Así que, en un punto, hay un cambio, pero todavía está muy vigente.
Antes no se hablaba de cuidados: el tema está en agenda. Foto: ilustración Shutterstock.
– La discusión sobre la división equitativa de tareas domésticas y de cuidado empezó a darse en algunos sectores, por ejemplo, en alguna publicidad que incluye a algún hombre lavando o cuidando. ¿Cómo evalúan ustedes la situación actual y qué expectativas tienen acerca de un cambio más o menos próximo?
– Todavía la distribución es muy inequitativa. Sí hay cierta valoración más hacia las tareas de cuidado a partir del COVID y del encierro, ya que todos tuvimos que enfrentar esas tareas de cuidado de cara a nuestras parejas o a nuestras soledades dentro de nuestros hogares, y ahí se revalorizó un poco la tarea. Creo que hoy nadie te puede decir ‘qué fácil es cuidar un chico todo el día’, porque todos entendemos el valor de ese trabajo, o de limpiar la casa y demás, pero todavía la redistribución está bastante lejana.
Entonces, las tareas desde el Estado, a través del cambio de las licencias, a través del cambio de la ley de contrato de trabajo, a través de los convenios colectivos y de este proyecto de Cuidar en Igualdad tienen cambios bastante sustantivos en cosas a mejorar (aunque en el mejor escenario posible nunca equiparan a las licencias de maternidad y de cuidadoras primarias, pero bueno, estamos hablando de un cambio de paradigma, de una crianza un poco más compartida).
Carolina Villanueva, cofundadora y directora de Grow, género y trabajo.
Pero lo más importante es que incluye a otros modelos de familia y a todas las identidades de género y también desde ese lugar vemos un cambio: ya no se asume que la cuidadora principal o primaria es la madre; no se habla de licencia de maternidad, se habla de licencia de cuidado primario; se habla de personas gestantes, y se empiezan a entender otros cuerpos, otras identidades, otras familias.
También, por ejemplo, se empiezan a dar más días de licencias para los trámites de adopción o de subrogación de vientres, o para hacer los tratamientos de fertilidad. Así que desde ese lugar sí sentimos que hay un cambio, pero también a la vez falta muchísimo para hablar de una distribución equitativa. Y eso se ve muchísimo todavía en las empresas, en las licencias, en el tiempo de ausencia de las mujeres versus los varones y en el impacto que eso tiene en sus trayectorias laborales.
“Sentimos que hay un cambio, pero también a la vez falta muchísimo”. Foto: ilustración Shutterstock.
– La feminización de las tareas de cuidado se hacen aún más evidentes cuando se ve que a mayor de cantidad de hijos, los hombres tienen mayor carga laboral, y las mujeres, al revés: se quedan en casa. ¿Qué medidas consideran más urgentes -y factibles- para empezar a modificar esto?
– Según las estadísticas del INDEC de la EPH del Tercer Trimestre 2021, la tasa de actividad de una mujer sin hijos es del 73%, con dos hijos/as del 72%, con tres hijos es de 61%, y con cuatro hijos ya es el 57%.
Mientras tanto, la tasa de los varones se mantiene estable sin importar la cantidad de hijos (de los varones en Argentina, sin hijos, el 90,6% son económicamente activos; con un hijo, el 95.6%; con dos hijos, 97%; con tres hijos, 98%). Es decir, no hay un impacto en tener hijos o no para los varones, y sí hay un impacto enorme en tener hijos para las mujeres. Así que la presencia de hijos en el hogar es esencial para explicar las diferencias en las brechas de la actividad económica entre mujeres y varones.
¿Qué se puede hacer para resolver esto? Lo más importante son las medidas sobre licencias equitativas de cuidado, y sobre la batalla cultural.
Lo que vos decías que de repente vemos varones que limpian y todo eso, está muy bien. Yo creo que hay cierta valorización de las tareas del hogar y que las hagan los varones también cambia el paradigma de cómo se adaptan a esas tareas porque se revalorizan cuando se ve a un varón hacerlo… Lamentablemente tenemos todavía ese sesgo.
Y después, por otro lado, hay una batalla cultural muy fuerte con esto de la distribución de los cuidados, de cómo criamos a nuestros hijos e hijas, con el ejemplo de cómo el Estado manda mensajes específicos sobre lo que hacemos mejor los varones y las mujeres.
A su vez, una ESI bien implementada, por supuesto: eliminar todos los estereotipos en la crianza de nuestros hijos es esencial a estas nuevas sociedades y perder el miedo de criar varones que estén en contacto con todo lo que tenga que ver con el universo femenino propiamente dicho, como los juegos de roles. Criar varones que entiendan el concepto de empatía, de ponerse en los zapatos del otro, que entiendan la importancia de cuidar, de querer y de contener. Todo eso creo que es esencial.
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Fotografía: Clarín
