Por: Cristina Bazán. 02/12/2024
En Nueva Prosperina, uno los sectores más violentos de Ecuador, situado en la ciudad portuaria de Guayaquil, un grupo de niñas se preparan para competir en las Olimpiadas Mundiales de Robótica tras haber diseñado y programado sus propios prototipos, un hito dentro de su convulso distrito, marcado por la violencia de las bandas del crimen organizado.
Cuando Valeria Sancán tenía 8 años vio cómo su hermano mayor, de 15, salía de Ecuador para representar al país en un Mundial de Robótica, y decidió que ella quería hacer lo mismo.
Siete años después dice que su vida ha cambiado y que ahora ya no quiere ser chef, sino que sueña con programar, hacer prototipos y seguir una carrera en el mundo de la informática y la robótica.
“Esto me parece increíble porque demuestra que podemos dar lo mejor de nosotras y que todos tenemos la capacidad de aprender y desenvolvernos como somos”, dice la menor a Efeminista.
Sancán es una de las tres niñas y adolescentes que, junto a otros tres chicos, viajará en noviembre a Turquía para participar en las Olimpiadas Mundiales de Robótica de la mano del programa Innova, de la organización Hogar de Cristo, que desde hace diez años trabaja en la reducción de la brecha digital en este sector del norte de Guayaquil.
“Me siento nerviosa y feliz porque nunca pensé que me elegirían para esto. Estoy orgullosa de mí”, agrega la niña, quien trabaja en el perfeccionamiento del prototipo con el que esperan triunfar en el Mundial.
Su madre, Soledad Vera, no puede ocultar la felicidad y afirma que ingresar a este programa la ayudó a mejorar su rendimiento escolar, pues ahora su hija “sobresale en sus clases”, ya que tiene conocimientos para afrontar los últimos años del colegio, en donde eligió a la informática como especialidad.
Niñas sueñan con ser informáticas e ingenieras
Andrea Quito es la menor del equipo, pero con 14 años ya sabe que no será doctora, como había deseado cuando era más pequeña, sino que se involucrará en la tecnología. “Me gustan este tipo de carreras, además que hay más oportunidades”, señala.
Dice sentirse contenta porque puede ser una guía para otras niñas más pequeñas, “quienes no conocen nada sobre este tema”. “Me hace sentir feliz porque les puedo dar consejos sobre cosas que ellas no sabían que podían lograr”, menciona.
A su corta edad, no sólo ha aprendido a utilizar la computadora, sino también sobre programación, creación de videojuegos, historietas y más.
“Cuando entré no pensaba que me iba a quedar de largo, pero fui avanzando, me llamaba la atención y mi madre decidió escribirme en otros niveles. Ahora estoy pensando en terminar”, señala.
El camino que Andrea y Valeria están recorriendo es el que Yendry Sánchez, de 18 años, está a punto de terminar. Ella será la representante femenina del equipo senior que irá a Esmirna, en Turquía, y ya lleva media vida en ligada al programa.
“Ha sido una experiencia maravillosa porque me ha ayudado mucho en mis conocimientos, a poder desarrollar muchas habilidades y a poder pensar en lo que quiero para mi futuro”, dice la joven.
Recuerda que cuando ingresó por primera vez estaba en un equipo con muchos niños, pero que eso le ha permitido ver cómo se van cerrando esas brechas tecnológicas y cómo van cambiando los estereotipos ligados a las carreras informáticas.
“Las niñas también son demasiado inteligentes y también son muy pilas en esto y saben desarrollarse muy rápido y cómo resolver algo demasiado rápido”, señala.
Ahora ella quiere mezclar su pasión por la medicina con la tecnología. “A lo largo de los años, con lo que me involucré en la robótica, cambió mi percepción y ahora quiero estudiar biomedicina, que también abarca las máquinas del hospital y todo eso”, señala.
Pioneras en competencia mundial de robótica
Gandhy Sánchez, coordinador de Innova, explica que es la primera vez que las adolescentes van a las competencias nacionales e internacionales en las que este equipo participa y triunfa desde 2015.
En 2016 empezaron a recibir a las primeras menores, dentro de un piloto que buscaba impulsar el ingreso de las niñas en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, conocidas como STEM.
“Al principio había un porcentaje mayor de niños, pero la diferencia se ha ido reduciendo hasta llegar a un 55 % (de niños) y un 45 % (de niñas)”, precisa. Actualmente en el programa participan 90 niñas y 124 niños.
“Lo que queremos es que ellas se enamoren del proceso y que tengan las mismas oportunidades de elegir qué es lo que desean ser en el futuro”, destaca Sánchez.
“Al principio muchas quieren ser enfermeras, doctoras, profesoras y cuando terminan el ciclo (quieren seguir) ingeniería en mecatrónica, industrial… y por ahí tenemos alguien que quiere ser biomédica”, agrega.
Esa evolución también la ha visto de cerca Jonathan Figueroa, quien es entrenador del equipo junior, y unos años antes también fue parte de las aulas de Innova y Hogar de Cristo.
“Siempre se ha dicho que a los niños les interesa un poco más el tema de técnico, pero con el pasar del tiempo hemos visto cómo eso ha ido cambiando. Las niñas están más involucradas en el área de la tecnología. Y es bonito porque se demuestra ante el mundo, ante la comunidad, que tanto los niños como las niñas pueden desenvolverse en este ámbito de la computación, de la electrónica, programación, robótica, de todo relacionado a las nuevas tecnologías”, agrega.
Ahora trabaja para que los niños y las niñas de ese sector que reciben sus clases logren un día ser “agentes de cambio”, como él también se considera.
Vivir en el sector más violento de Guayaquil
Un estudio de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) de Guayaquil señala que sólo el 19 % de las mujeres ecuatorianas trabaja en las áreas de ingeniería, industria y construcción, mientras que un 38 % lo hace en ciencias naturales, matemáticas y estadísticas.
Unas cifras que disminuyen cuando se habla de mujeres que provienen de hogares de bajos ingresos, quienes tienen menos probabilidades de obtener un título en STEM, como es el caso de las que viven en Nueva Prosperina.
Además, en 2023, este sector cerró con una tasa de 114 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, uno de los índices más altos del planeta, y en lo que va del 2024, sigue a la cabeza de los sectores más violentos de Guayaquil, según datos del Municipio, en un contexto en el que cada vez más niños y niñas son reclutados por bandas del crimen organizado.
“Cuando hablamos de que el proyecto está trabajando acá, muchas personas lo ven como algo peligroso, pero Hogar de Cristo ofrece un espacio seguro y las comunidades y familias lo saben. Las niñas vienen y encuentran un espacio lúdico y sobre todo un espacio donde pueden aprender muchas habilidades”, señala Sánchez, quien hace un llamado a las empresas públicas y privadas y a organizaciones internacionales a que se unan “a este gran proyecto que busca involucrar a las niñas en las tecnologías”.
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Fotografía: Efeminista