Por: Solórzano. 11/04/2016
Al no tener Veracruz autoridades confiables y creíbles todo lo que pasa en el estado termina bajo la descomposición y la confrontación. Al no existir un estado de derecho que ofrezca seguridad y justicia, la vida se mueve bajo la ley de la selva y bajo la descomposición social ante la ausencia de espacios que desarrollen la gobernabilidad.
Los problemas en Veracruz son estructurales. La responsabilidad recae en diversos niveles de la vida en el estado, pero está en el gobierno estatal y en los municipales la concentración del mayor deterioro.
La corrupción, la complicidad, la opacidad, el dejar pasar las cosas y los muchos arreglos públicos y privados, han llevado a la sociedad a poner en entredicho todo lo que le dicen y hasta lo que no le dicen. Veracruz vive bajo la incredulidad y en espera de que pueda pasar cualquier cosa.
No se ve cómo en el corto o mediano plazo vayan a cambiar. Más bien en la medida en que pasan los días los veracruzanos amanecen con nuevos escenarios, los cuales les rompen aún más sus precarios equilibrios.
En el gobierno federal algo le deben al gobernador, es muy amigo del presidente, o parten del falso supuesto de que algún día cambiaran las cosas. No se explica de otra forma el hecho de que ante el deterioro el gobierno federal se muestre impávido.
De los últimos sucesos que tienen que ver con Veracruz, y con el propio gobierno federal, se encuentra la sentencia a 20 años de prisión por lavado de dinero en EE.UU. a un conocido personaje local, el cual se movía por todo el Estado y que presumía su relación con gobernadores, Francisco “Pancho” Colorado.
Independientemente de las particularidades que pudiera tener este caso, el asunto se suma al deterioro. En la mesa está la violencia cotidiana que no es propia de un sector de la población, el caso Daphne lo confirma.
Está la corrupción; la agresión contra periodistas y jóvenes; la complicidad de las policías municipales, como son los casos Tierra Blanca y Papantla; está el gran problema económico, que coloca al estado en una barranca sin fondo y que tiene a la Universidad Veracruzana como uno de sus damnificados.
No se puede responsabilizar solo a un gobierno, aunque en los últimos años todo se haya agudizado de una manera tremenda. Estamos en medio de un escenario que tiene que ver con estos tres años, pero también con una historia en donde las responsabilidades se comparten.
A Veracruz le urgen salidas que ni se vislumbran con las elecciones del cinco de junio, gane quien gane. Meterán a algunos a la cárcel y querrán quedar bien con sus promesas de campaña. No es que no se deba hacer, lo que sucede es que eso no soluciona el problema de fondo.
Se requiere de un diagnóstico preciso, conciencia, saber que se necesita tiempo y quienes están o aspiran al poder no parecieran tener claro esto; quieren sentarse en la silla que luego los quema.
Fuente: http://javiersolorzano.com/?p=13576
Fotografía: elcentronoticias