Por: Egbert Méndez Serrano. 23/12/2024.
“La juventud le había echado a perder”
(Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray)
La sustancia (The Substance, 2024) es el segundo largometraje de la francesa Coralie Fargeat. En Latinoamérica tuvo su estreno el 19 de septiembre del año en curso y se puede ver en la plataforma MUBI.
La película es una nueva propuesta de un viejo tema: el hedonismo, una vida basada en la búsqueda de goce. En la literatura moderna se encuentra en Fausto de Goethe (que data de 1808), cuyo personaje hace un pacto con el diablo, el cual le ofrece todo tipo de placeres para así poder hacerse de su alma. Un ingrediente principal de la obra es la pócima que toma Fausto para rejuvenecer. En su Fenomenología del espíritu, Hegel va a retomar esta figura para mostrar la tragedia a la que lleva el individualismo moderno en su disfrute hedónico: tomar a la humanidad únicamente en su aspecto útil —como cosa (algo para el goce)— conduce a la desgracia de no reconocer la subjetividad que hay en ella y por lo tanto se va perdiendo el sentido de comunidad.
Ochenta y tres años después, en 1891, Oscar Wilde presentará su novela El retrato de Dorian Gray. En ella, retomará el tema, “Un nuevo hedonismo: esto es lo que quiere nuestro siglo”, solo que centrará la trama en la juventud y la vanidad. “No he buscado nunca la felicidad. ¿Quiénes desean la felicidad? He buscado el placer” —se lee en los diálogos del eterno joven Gray. Para eso recurre al mítico Narciso, que se enamora de su propia imagen, pero ¡ojo!, estamos hablando del contexto propio del capitalismo pujante inglés y no de la antigüedad.
Una de las riquezas filosóficas de ambas obras, es el resultado que producen las acciones de los personajes y en el que no se reconocen; su obra cobra vida frente a ellos, revirtiéndoseles en una tragedia. (A este resultado extraño, producido por los actores, se le llama enajenación, aquello que perciben ajeno y se les vuelve opuesto, deshumanizado, a sus intenciones originales).
La sustancia nos recuerda a estas dos grandes obras, la pócima que toma Fausto y —sobre todo— la pintura que Basil Hallward le ha hecho a Dorian Gray que “Por medio de alguna extraña vida interna, la lepra del pecado iba corroyendo aquel objeto”. Incluso se podría decir que la novela de Wilde es un spoiler del filme de Coralie Fargeat:
“¿Degeneraría aquello en una cosa monstruosa y repugnante que tendría que esconder en una habitación cerrada con llave, alejada de la luz del sol, que acarició tantas veces el oro brillante de la maravilla de su pelo?”
Y siguiendo la fórmula de que una doble tragedia es una comedia, la directora recurrió a Braindead (popularizada como Tu madre se ha comido a mi perro) de Peter Jackson, consumando un filme que te mantendrá al filo de la butaca, haciéndote pasar por el horror, el asco, la comedia y la tragedia.
Fotografía: tomada de Facebook
- Estimado lector, la nota se publicó el 23 de diciembre de 2024. Añadí este pie de página el 30 del mimos mes, para aclarar lo que me parecía obvio, pero puede ser que no sea así en general. La obra extraña deja de serlo porque se descubre que los objetos (un retrato o un contexto dado) son subjetividad, esto es, producto de la humanidad (deshumanizada si que quiere, pero humanidad al fin y al cabo). Por otro lado, si bien la anhelada juventud eterna no es propia de la modernidad capitalista, estoy suponiendo —con bastante ignorancia de por medio— que su vínculo directo con el hedonismo sí lo es. El capitalismo desprecia a los adultos mayores porque los considera fuerza de trabajo superflua, inservibles al modo de producción capitalista. En cambio, la juventud burguesa es la que vive para disfrutar del mundo. ↩︎