Por: Mario Rivera Guzmán. Perspectivas comunistas. 28/08/2024.
Después de los dos últimos gobiernos del PAN y el PRI (Calderón y Peña Nieto), en que los presidentes huían despavoridos por las azoteas, montados en helicópteros, con tal de no dar de cara con el pueblo, las mañaneras de López Obrador, con sus menciones recurrentes al pueblo sabio, heroico y leal, restauraron la confianza perdida y la multitud de votantes se entregó incondicionalmente al caudillo. Algunas reformas tibias, entre las que más se presume es la de los “importantes” aumentos salariales (donde se ganaba 1 peso y ahora se ganan 2, ha ocurrido un incremento del 100 por ciento), cierta tímida regulación estatal de los sectores estratégicos (energía), un modo diferente (selectivo) de aplicar la represión contra los movimientos sociales no reductibles a ser estatizados y, sobre todo, un arsenal de gestos populistas que buscaron capitalizar con apapachos todo el amor propio perdido por el pueblo luego de treinta años de panegíricos oficiales al éxito empresarial.
Con todo, pese a la modestia de sus logros y lo poco que transformó en el fondo social su gobierno, AMLO obtuvo el apoyo de una aplastante mayoría de los votantes del 2 de junio en favor de su candidata presidencial, Claudia Sheinbaum Pardo, y del llamado Plan “C”, dirigido a obtener la mayoría constitucional en los órganos camerales y en el Poder Judicial. El triunfo abrumador de la candidata de MORENA significó también un mandato popular para la supresión política de la vieja y rancia oposición heredera del ancien régime.
Como fenómeno político, no obstante, la 4ª Transformación representa un cambio de régimen. No sólo por esa supresión política de las fuerzas hegemónicas en el llamado periodo neoliberal, sino porque trajo al Gobierno de la República a nuevos sectores sociales que maduraron políticamente en la oposición democrática durante los últimos sesenta años. A saber, a una pequeña burguesía que se aburguesó por completo en el lapso de aquellas décadas.
Durante el sexenio de AMLO no sólo ocurrió la agonía del prianismo, también la izquierda revolucionaria fue borrada de las coordenadas políticas. Su reconstrucción sobre nuevas bases y en otro escenario será tarea de los próximos años.
Contradictoriamente, fin del caudillato sexenal ejercido por AMLO. Y este será el principal problema y peligro del próximo gobierno, encabezado por primera vez en la historia del estado mexicano por una mujer. Veremos si ese masacote disciplinado por vía policiaca que es MORENA puede resistir unos meses sin fracturarse una vez desaparecido el caudillo como el soporte de la escena. Quienes pretenden revivir el fantasma de Plutarco Elías Calles en el Maximato, no tienen la menor idea de los profundos cambios generados por la expansión convulsiva del mercado mundial sobre las formaciones sociales que integran el espacio del T-MEC.
La debilidad que significa para el gobierno de Claudia Sheinbaum el retiro del caudillo en su rancho “La chingada”, es una asunto que la propia Claudia y el grupo dirigente de MORENA comprenden perfectamente, de ahí que la presidenta electa no haya hecho sino lanzarle guiños a la iniciativa privada nacional y extranjera desde que los mercados respingaron por las posibilidades de que una mayoría absoluta en las cámaras pudiera servir para demoler los últimos bastiones del conservadurismo en el Poder Judicial. Otro pilar fundamental del nuevo régimen serán las Fuerzas Armadas, por cuya relegitimación puso AMLO todo su prestigio político acumulado desde la primera mitad de los años 1990.
AMLO, Ebrard, MORENA y toda la 4T han repetido con claridad que su proyecto estratégico está ligado al mercado de Norteamérica para derrotar en la competencia a China. Los primeros guiños de Sheinbaum-Ebrard hacia los capitales extranjeros en materia de política económica, marchan en la misma dirección. Entonces, de profundizarse las tendencias de la guerra comercial EU-China es de esperarse que el tal nearshoring no vaya a ser otra cosa que el eslabonamiento de la industria nacional con Estados Unidos y Canadá con el fin de abastecer a la economía de guerra del vecino país del norte. En esto, como en todo, el devenir y su curso dependerán de la correlación de fuerzas en cada momento. Vamos, que una cosa es lo que pudieran planear los gobiernos del T-MEC y otra muy distinta lo que les permita hacer la potencia china.
Es en los subterráneos de la lucha de clases donde se forjará el próximo sujeto-fuerza de la globalización capitalista. El proletariado de la gran industria “nacional”, los obreros de la industria automotriz y aeronáutica, los trabajadores de las minas, están todos bajo la dominación ideológica del Partido Demócrata norteamericano y de MORENA. En cambio, los flujos incesantes de trabajadores migrantes surcan la brecha de las luchas proletarias en su nueva fase global. La libre movilidad por todo el territorio mundial y el fin de las aduanas fronterizas. Abolición de los aparatos policíacos de migración en el espacio del T-MEC, en principio. El nivel de lucha que se registra en estos flujos no gremiales puede observarse en el grado organizativo alcanzado — y avanzado— por las Caravanas en los últimos seis años. Desde el momento en que apareció esta forma de organización internacional, los traficantes de seres humanos y sus órganos vieron reducidos sus márgenes de acción. Pregúntenselo, si no, a García Luna.
Texto original publicado en el suplemento Cambio de rumbo.
Fotografía: tomada de Facebook (editada)