Por: Scarlett Lindero. El Heraldo de México
21/10/2018Laura García Arroyo, promotora de la lectura en el programa La dichosa palabra, deja de lado la sonrisa que la caracteriza para confesar “con mucho pesar” que “he dejado de leer por gusto. No tengo rutina de lectura porque ya no leo como una actividad que me gusta hacer; se ha convertido en trabajo, por una parte, es un privilegio porque me pagan por leer, pero ya no disfruto igual el coger un libro”.
La española, que recientemente publicó Funderelele (Destino, 2018), cuenta que tan sólo hace un par de meses tuvo que leer 33 libros en un mes,ya que fue jurado en un certamen de novela. “Eso no es lo normal y además no se lo recomiendo a nadie, no lo disfruté”. Este año lleva alrededor de 60 libros leídos.
Laura García confiesa que sigue siendo una compradora compulsiva de libros, en su biblioteca tiene alrededor de dos mil ejemplares, “sigo llenando mis anaqueles, pero no sé qué tiene que pasar para ponerme al día con todas esas lecturas”.
La también lingüista recuerda que le resultaba placentero leer en la playa o en los aviones, pero, “¿cuántas veces se va de viaje?”, agregó. “En mi buró siempre tengo libros que tengo que leer, y por las noches cuando cojo alguno siento que aún estoy trabajando y mejor me distraigo con el celular, en Netflix o con otra cosa”.
AMANTE DE LAS PALABRAS
Sin embargo, García no ha dejado de lado su amor por las letras, en Funderelele escribió anécdotas e historias que tiene de ciertas palabras como tija, osias, núbil, diastema, clinomanía, entre otras.
Existen 300 mil palabras en nuestro idioma y sólo usamos 300 para comunicarnos, estamos dejando de lado 99.9 por ciento del vocabulario. Este libro recoge algunas de las que no usamos habitualmente y que forman parte de nuestra cotidianidad”, dijo.
En el libro, por ejemplo, se encuentra la palabra arrebol, que significa el rojo de las nubes cuando están iluminadas por el sol; o ulusmear: acto de oler o probar lo que se está guisando.
“No creo que haga falta conocer las 300 mil, pero sí me gustaría que nuestro vocabulario se acercara a las 3 mil, creo que es consecuencia de hacernos más flojos a la hora de hablar; una cosa es el lenguaje activo, el que usamos para comunicarnos y otro, el pasivo, el de todas las palabras que conocemos”.
LENGUAJE INCLUSIVO
Este año surgió un debate entre lingüistas, feministas y académicos de la RAE por el uso de “e”, “@”o “x” para sustituir los géneros en el lenguaje como “las” o “los”. “Me parecen muy pesadas las propuestas, particularmente no las uso, son distractores que entorpecen el lenguaje. El decir los niños y las niñas no me parece. No me siento excluida u ofendida cuando se utiliza el masculino genérico. Es una norma del español”.
“Pero es necesaria esta conversación, no tanto por el tema del sexismo en el lenguaje, sino en la sociedad, al fin y al cabo, el lenguaje no tiene la culpa de cómo somos; es un reflejo de los malestares culturales. Se están destapando muchas cosas”.
CIFRAS:
- 2007 año en que se naturalizó como mexicana.
- 43 años de edad tiene.
- 18 años lleva viviendo en México.
SOBRE SU CARRERA:
- Trabajó de 1997 a 2000 en Ediciones SM (Madrid) redactando diccionarios de francés, inglés, latín, sinónimos y antónimos.
- En 2000 dirigió el departamento de lexicografía de Ediciones SM en México.
- En 2002 comenzó a participar en el programa La dichosa palabra.
- Ha presentado un gran número de conferencias y charlas en ferias de libro de México.
- En 2015 publicó su primer libro Enredados.
CITA:
“Mi amor por las palabras tiene que ver con la estética, la sonoridad y por lo que transmiten, me gusta jugar con ellas, me divierten mucho”.
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Fotografía: El Heraldo de México