Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 5 de noviembre de 2022
Apprentice
Aprendiz (Junfeng Boo, 2016)
Ataviado impetuosamente entre un campo naturalista y un avinagrado debate moral, el tercer largometraje formal del realizador Junfeng Boo, oriundo de Singapur, no busca allanar su ruedo con confusiones sorpresivas, no osa beneficiarse de elementos rimbombantes con respecto a ciertas ideologías o algunos parámetros pseudo-ontológicos, al contrario, su apuesta es clara y simple al denotar la vida como tantos otros autores fílmicos han hecho ya: un camino, en este caso uno que implica un propósito mayor que da balance tanto a los momentos de azar como a los planificados. El proceder de la experiencia aquí es el resultado de la búsqueda aunada al hecho de que, al escarbar para hallar el recoveco citado, se ha soltado la grava que había mantenido por años la calma. Tenemos aquí, entonces, de lleno, la ironía de aquel que al ir en pos de la respuesta que implique la tregua ha desatado el horror de la verdad para él y para todos aquellos que le rodean.
Dentro del marco de la pena de muerte, Boo le da la vuelta al reflector más común: el condenado. Posiciona entonces así su canto en aquellos que deben realizar la labor de apagar el candor de la vela con un simple y llano movimiento: el verdugo. La voz que brinda aquí no es el ingenuo pretexto por ver las cosas desde el otro lado; la argucia de la conciencia o la treta del remordimiento. Todo lo contrario, el encadenado que construye es alimentado del humanismo inherente al oficio, al trato y pacto que se tiene con el profesionalismo de la labor, al coraje forjado a través de los años y un pasado que ha moldeado una cúpula y un imaginario, burbuja, que ha de reventar para dar paso a un futuro que en realidad no implica grandes cambios. La tradición está fundamentada bajo las normativas impuesta tras criterios a modo de una heterogénea sociedad: el humano muerte/el humano mata.
Recién llegado a una de las mayores prisiones de su país, el oficial Aiman -nuestro protagonista- se va adentrando por los protocolos y pasillos de la cárcel disimulando siempre su disposición a terminar cerca del pabellón de los condenados… Cuando la maquinación y la eventualidad coinciden, habrá de integrarse en el más recóndito circuito del encierro; allí ha de conocer a Rahim, el oficial al cargo de las ejecuciones, quien también habrá de tratarle. La fraternidad pone su manto sobre ellos, pero las develaciones harán su trabajo entre las discrepantes agendas de cada uno de ellos. El nexo que los une no es presente, es un cordón umbilical que habrá de enfrentarlos externa e internamente.
Construida inteligentemente peldaño a peldaño sobre un escenario que termina por dotarse de una franqueza inquebrantable, el logro de Boo es adentrarnos de lleno entre las galeras de aquellos que tienen el destino pactado; un destino que alza los brazos hasta envolver a aquellos que también rondan fuera de las rejas. Con un tratamiento cristalino, la fotografía de Benoit Soler, el montaje de Lee Chatametikool y Natalie Soh, así como el Diseño de Producción de James Page y la partitura de Alexander Zekke se colocan a disposición de lo que el pequeño pero portentoso cuerpo histriónico tiene para generar una densidad que nos habrá de llevar por una senda de insinuaciones que van de la incomodidad a la aflicción. De la real tristeza a la falsa pesadumbre.
El Aprendiz de Junfeng Boo termina por ser un entramado de atuendo cauto, pero con un subtexto poderoso. Las sutiles líneas con las que traza el dibujo sobre el lienzo de la pantalla son el volumen de aquello que entre silencios y miradas apagadas nos dictamina un grito desesperado por la supervivencia. Al final, claro, todos somos aprendices a alguno u otro nivel. No hay salida alguna que garantice el perdón, el sosiego y la quietud. No somos más que animales que no se saben estar quietos; nos mantenemos eventualmente al acecho y es así, manifiestamente, que hemos dado los trágicos pasos para crear toda una industria alrededor de nuestro propio exterminio.

Aprendiz de Junfeng Boo
Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena).
Fuente:
Fotografía: celuloidedigital