“Ni Dios podrá hundir este barco”.
Jorge Salazar Garcia. Junio 2022
El 15 de abril de 1912, aquel lujoso barco, considerado insumergible, fue a parar al fondo del océano con todo y su tecnología de punta. Era el segundo de una trilogía programada para construirse en los astilleros de Irlanda. Sus nombres originales fueron: Olympic (1911), Titanic (1912) y Gigantic (1930). Este último, después del hundimiento del Titanic, fue rebautizado como Britannic por los ufanos propietarios de la Linea Estrella Blanca. Al presidente de la compañía, Joseph Bruce Ismay, se le atribuye la arrogante frase del epígrafe, pronunciada, probablemente para dar seguridad a los pasajeros que viajaban en primera clase aquella noche fatídica. No obstante tanta tecnología y dinero invertidos la tragedia ocurrió, dejando un saldo mortal en las 3 clases a bordo. Claro está, no de igual manera. De la primera sólo murió el 38%, en cambio de la 3ª clase se ahogó el 76%. Se dice que el choque con el iceberg pudo ser evitado si se hubiera corregido el rumbo, inmediatamente después de recibir la alerta de su presencia. La arrogancia lo impidió. Lo mismo puede ocurrir con Estados Unidos de no enmendar el rumbo a tiempo: lo hundirá su soberbia imperial.
Por supuesto, corresponde al pueblo norteamericano sacudirse de quienes lo gobiernan dando preferencia a esa clase opulenta que convirtió el sueño americano en una pesadilla, sólo para satisfacer su insaciable codicia. Es la misma clase, promotora de las políticas de mercado, la que sobreexplota al hombre y destruye la Naturaleza. Siendo los Estados Unidos el oasis de esa sociedad opulenta y cede de la tecnocracia capitalista que la alimenta, un fin parecido al del Titanic podría ser su destino, llevándose consigo otros barquitos que le circundan.
¿Fracasó el Capitalismo?
Para los capitalistas, definitivamente no. Las ganancias de las corporaciones nunca han estado mejor. Ya lo confirmó el presidente Biden; refiriéndose a las ganacias por el petróleo, dijo: “Exxon ganó más dinero que Dios el año pasado” (06/06/22). Sí, hay una crisis; pero estas es, básicamente, de credibilidad, debido a que son cada vez menos quienes creen sea posible superar la inequidad social privilegiando a los dueños de los medios de producción. Esta gran mentira fue desnudada por el economista John Kenneth Galbraith al evidenciar que el propósito de la economía de libre mercado es la apropiación de los bienes públicos y despojar al trabajador. Este canadiense (1908-2006), nacionalizado estadounidense en 1930, fue asesor de John F. Kennedy, catedrático en Harvard y autor de varios libros. Para la elaboración de esta nota se consultó su libro “La Sociedad Opulenta” (1958) y algunos de sus textos recopilados con el encabezado “El engaño del libre mercado”.
Capitalismo Yanqui
Kenneth, en el año 2000, dijo que los economistas creadores de la semántica neoliberal, destinada a cambiar la connotación de la palabra “capitalismo”, cometían un fraude porque rinden así un servicio sigiloso a los capitalistas. Dicho término fue desplazado por las frases “modelo de mercado, “ libre mercado” , liberalismo, principalmente. Agregó que “Este cambio minimiza, o aun borra, el papel que juega la opulencia individual en la sociedad. Es difícil imaginar un cambio semántico que beneficie más a los que disfrutan del poder que concede el dinero”. Kenneth, consideró además que la riqueza de esa sociedad opulenta estaba sustentada en la promoción artificial del consumo masivo, la inflación y en las desigualdades. En este sentido, expresó: “Cuanto mayor sea la cantidad de bienes que adquiere la gente, tanto mayor es el volumen de envoltorios que desecha y tanto mayor es la cantidad de basura que se debe eliminar. Todo es negocio. “Si no se proporcionan los servicios de saneamiento adecuados, la contrapartida de una opulencia creciente será una suciedad (y pobreza) cada vez más intensa”. Naturalmente, aunque no fue llamado conspirador, sí fue censurado y reprimido por el poder.
La ciencia a constatado que ningún lugar del planeta podrá soportar, ni a mediano plazo, el ritmo de expoliación actual. La demanda de mayores ganancias es un hoyo negro voraz cuyo futuro es engullirse a si mismas y al planeta, por igual. Se entiende que ante las alternativas del colapso o la hiperinflación el sistema, este opte por sobrevivir. Lo inaceptable es que lo haga implantando su “Nuevo Orden Mundial” a costa de la vida toda. Esta no es una postura conspiranoica, sus voceros del Foro Económico Mundial (FEM) han confirmada cada año la existencia de esos planes.
Nuevo Orden Mundial
Al respecto, Ralph Epperson, autor del libro “El Nuevo Orden Mundial” (1989) aclaró que dicho plan estaba programado para que comenzara el primero de enero del año 2000, pero que la primera referencia se encuentra en los billetes de un dólar; en los cuales se imprimió, en 1935, el sello de E.U. que incluye la frase: “ANNUIT COEPTIS NOVUS ORDO SECLORUM” cuya traducción es “Anunciando el nuevo orden mundial”. En 1975 (periódico Seattle Post-Intelligencer) Kissinger presumió: nuestra nación esta especialmente dotada para desempeñar un papel creativo y decisivo en el nuevo orden mundial. Al año siguiente 32 senadores y 92 congresistas presentaron el documento “La Declaración de Interdependencia” en Washington D.C. la cual dice: “Hace dos siglos nuestros antepasados hicieron nacer una nueva nación; ahora debemos unirnos con otras para hacer nacer un nuevo orden mundial”. De este plan se originaron la terapia de choque, los gánsteres económicos, el Consenso de Washington y la 4ª revolución industrial. Todo coordinado por los dueños de los monopolios farmacéuticos, tecnológicos, militares y financieros, y sus aliados del FMI, Banco Mundial, ONU y la OMS.
Modus Operandi.
Después de la caída de la cortina de hierro en 1989, el imperio intensificó sus planes para despojar a los trabajadores de identidad de clase. Utilizó la llamada Psicología Oscura (ciencia de la manipulación y el control mental) para persuadir, manipular o coaccionar a otros. A modo de ejemplo vea cómo les es inducido y condicionado un comportamiento grupal específico a los monos del video subido en este link: https://www.youtube.com/watch?v=0rlvzqgWzns. Los resultados están a la vista: millones de jóvenes, formados bajo las premisas del Consenso de Washington, aceptan a priori como derechos humanos la propiedad privada, la libre empresa y el individualismo, porque las cosas “siempre han sido así”. Asumen que la verdad, lo bueno y el éxito únicamente son asequibles dentro del mercado. Quienes no acepten estas “verdades”; de locos, fracasados, enemigos del progreso, conspiracionistas, comunistas no los bajan. Y en caso de atreverse a organizarse y protestar fuera de los sindicatos y partidos, la exclusión, la cárcel o el panteón es su destino.
Este modelo se impuso a los gobiernos induciéndo la corrupción e ineficiencia en los partidos, instituciones y políticos. Es común que asciendan en la escala de poder a quienes dócilmente ($) aceptan cambiar las estructuras para favorecer al gran empresariado,local y extranjero. Por esa causa no hay país, aliado de E.U.A., donde no existan alianzas entre las mafias políticas con las criminales, pués ambas sirven a las corporaciones controlando a la población con dádivas y terror. En síntesis: no hay democracias sino Kakistocracias que mantienen al pobre en su miseria y al rico en su opulencia (Mészáros Itzván, 2017).
¿Quiere más evidencias? En 2017 el fundador del FEM, Klaus Schwab dijo: “De lo que estamos muy orgullosos es de que penetramos en los gabinetes de los países con nuestros Jóvenes Líderes Mundiales. El mundo globalizado se gestiona mejor mediante una coalición auto seleccionada de corporaciones multinacionales, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil selectas. Ha llegado el momento de un nuevo paradigma de partes interesadas en la gobernanza internacional”. Entre sus propuestas incluyó los confinamientos masivos y eso sucedió con la Pandemia tres años después. El Trasnational Institut (TNI) calificó al Foro como “un golpe de estado global silencioso” para capturar la gobernabilidad.
¿Son fake news?
Para nada. De todo hay evidencias. En enero de 2018 el veterinario Albert Bourla (director ejecutivo de Pfizer) declaró: “Creo que es fascinante lo que está sucediendo. Es decir, la FDA aprobó la primera píldora electrónica. Es básicamente un microchip biológico que está en la pastilla y una vez que se toma la pastilla y se disuelve en el estómago envía una señal”. Para el 2025 (confirmado por el FEM) habrá ropa con pasaporte digital rastreable por Microsoft y, en 2030, será posible implantar teléfonos en el cuerpo con la tecnología 6G (Pekka Landmark, CEO de Nokia). Esto no es malo en sí mismo, si no que lo usen a conveniencia de la élite oligarca. Les saldrá barato y sencillo controlar las mentes, registrar la huella de carbono por el consumo personal y controlar el crédito individual. El dinero habrá desaparecido.
No todo está perdido, la gente comienza a ver en el Capitalismo la fuente de la desgracia humana. Por esa causa los señores capitalistas, frente a las alternativas del patíbulo o la eutanasia, generan terror paralizante amenazando con la guerra nuclear o más pandemias. Refiriéndose a esto, Michael Hudson, ex analista de Wall Street, expresó el 6 de junio pasado: “Las personas que están a cargo de la política estadounidense piensan que pueden hacer estallar el mundo. He trabajado con estas personas antes y realmente están dispuestas a hacer estallar el mundo si no pueden mantener la hegemonía y dominación” (Cita tomada de la columna de José Steinsleger, publicada en la Jornada el miércoles pasado). Esta declaración se complementa con lo dicho por John Kenneth poco antes de morir: “La globalización … no es un concepto serio. Nosotros, los americanos, lo inventamos para disimular nuestra política de penetración económica en otros países.
Afortunadamente surgen despertares por doquier; seres dignos que buscan formas de organización horizontal rechazando el modelo que desclasa, destruye y deshumaniza. Todos vamos en el mismo barco, nuestro Titanic es la tierra. La contaminación, la hambruna, la guerra por el agua y la privatización de lo que es de todos, son algunas alertas de que debemos cambiar el rumbo o nos hundiremos.