Por: Salvador López Arnal. Rebelión. 16/07/2018
Profesor de Historia de Europa y de Teoría de la Historia en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Comahue (Argentina), Ariel Petruccelli ha publicado numerosos ensayos y artículos de marxismo, política y teoría de la historia. Es miembro del consejo asesor de la revista Herramienta. En esta conversación nos centramos en su libro Ciencia y utopía, Buenos Aires, Ediciones Herramienta y Editorial El Colectivo, 2016. Se define como “marxista libertario con una amplia participación política en el movimiento estudiantil (en tiempos ya lejanos) y sindical docente”. Ha cultivado el humor político en un colectivo de agitadores culturales (El Fracaso) que editó a lo largo de más de una década dos publicaciones satírico-revolucionarias: La Poronguita y El Cascotazo.
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Seguimos en el capítulo 3 estimado amigo. Me gustaría centrarme en el apartado X, cuatro páginas apenas, de la 230 a la 233: “Excursus: marxismo e indianismo en José Carlos Mariátegui”. Permítame antes de ello volar hacia Rusia. Acabo de conocer el resultado del Argentina-Islandia: 1-1. ¿Le tengo que dar ánimos? ¿Le interesa el fútbol? Si fuera así, ¿cómo es que a un marxista tan erudito como usted le tienta este “deporte de masas” tan usado para manipular personas y consciencias por dirigentes, en muchas ocasiones, de pasados y presentes muy turbios? ¿Por qué arrastra el fútbol tantas pasiones en casi todo el mundo?
Después del desabrido 1-1 con Islandia vino la catástrofe del 0-3 con Croacia. Cuando todo parecía perdido, el 2-1 agónico sobre la hora dio vida a la selección. Quizá aquí está una de las claves por las que el fútbol sea tan apasionante: es el menos lógico de los deportes de equipo. Es, además, el que requiere de menos equipamiento y condiciones para poder jugarlo y disfrutarlo. Cuando yo era chico jugábamos en los recreos de la escuela con cualquier cosa que pudiera imitar una pelota, incluyendo un bollito de papel. Como todo, o casi todo, en el capitalismo, el fútbol es un gran negocio. ¿Qué otra cosa podría ser? Pero ello no quita que siga siendo un hermoso juego. Quizá el fútbol sea en nuestro tiempo, como la religión, el opio de los pueblos, que dijo Marx. Pero al igual que la religión, este opio del pueblo tiene doble cara: protesta y resignación.
¡Menos mal!, de buena me he librado porque a mí también me gusta aunque cada vez menos y con menos pasión. Una segunda pregunta fuera de guión: ¿qué ha significado en su país la reciente aprobación de una nueva ley del aborto? ¿Una importante conquista popular y feminista?
Por ahora sólo es la media sanción, dentro del sistema parlamentario bicameral que rige en Argentina. Se aprobó por estrecho margen en diputados. Queda por ver el resultado en la cámara de senadores, que usualmente es más conservadora. No me atrevería a cantar victoria todavía, aunque se ha dado un gran paso adelante. Hay en Argentina una gran lucha feminista, que está a un paso de anotarse una gran conquista legal. Con todo, quizá lo más rico del feminismo pase por fuera de las disputas parlamentarias.
Me centro en el libro, en el apartado X. Sé más o menos qué es el marxismo, pero no ando tan informado en asuntos de indianismo. ¿Qué entiende usted por indianismo?
Hay que diferencia indianismo de indigenismo.
Diferencie.
El indigenismo -surgido en la primera mitad del siglo XX- fue en sus diferentes versiones algo así como una política desde el estado y las elites políticas dirigida hacia los pueblos originarios. Una serie de medidas más o menos progresistas, diseñadas y aplicadas de arriba hacia abajo, sin auténtica consulta ni mucho menos autonomía de los sujetos indígenas que eran sus supuestos beneficiarios. El indianismo -o quizá deberíamos decir los indianismos- es la emergencia de autonomía de los pueblos originarios, con organizaciones propias y propuestas y exigencias autónomas.
Le parecerá imposible, un disparate y una injusticia político-institucional, pero aquí, en la supuestamente desarrollada y culta UE (España incluida), Mariátegui sigue siendo, en general, un gran desconocido (con excepciones: Paco Fernández Buey, por ejemplo, escribió sobre él hace unos años). ¿Nos hace un resumen de lo esencial de las aportaciones de este marxista peruano?
José Carlos Mariátegui fue uno de los marxistas más brillantes de lo que usualmente se llama Latinoamericana durante la primera mitad del siglo XX. Fue a la vez un precursor, un revolucionario y un pensador original. Desgraciadamente falleció muy joven: 36 años apenas. Sus aportes, por consiguiente, fueron mayormente bosquejos; intuiciones. En sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana evaluó la posibilidad de que los indígenas fueran un sujeto revolucionario del Perú, en base a un análisis de las potencialidades comunistas de los ayllus indígenas que tenía muchos puntos de contacto con lo que Marx llegó a pensar sobre las comunas campesinas rusas, aunque aparentemente si haber podido conocer los escritos tardíos del autor de El Capital. Políticamente luchó contra el reformismo de Haya de la Torre, en favor de una perspectiva socialista revolucionaria. Su heterodoxia, empero, determinó su aislamiento al interior una ya estalinizada Tercera Internacional.
En su país, en Argentina, y en el conjunto de América Latina si no abarco demasiado, ¿Mariátegui es hoy un autor vivo?
Es un autor que se sigue leyendo y estudiando. Además de sus escritos más propiamente políticos fue un profuso autor literario y de crítica literaria. Hay muchas vetas en la producción intelectual de Mariátegui. Es un autor vivo, y cabe esperar que lo seguirá siendo.
¿Autor literario, crítica literaria? Nos da algunos ejemplos.
Bueno, para empezar, los Siete ensayos no son estrictamente una obra de historia o de sociología. Son ensayos argumentativos, con un gran componente estilístico, que incluyen análisis históricos y reflexiones políticas. Amauta, la revista que fundó y dirigió, contenía una dosis importante de textos literarios o de crítica de los mismos. En sus páginas desfilaron: Isaac Babel, Henri Barbusse, André Breton, Waldo Frank, Vladimir Maiakovski, José Ortega y Gasset, César Vallejos, Jorge Luis Borges, entre otros. Algunos títulos publicados por Mariátegui pueden ayudar a calibrar la importancia de la literatura en sus preocupaciones: La escena contemporánea, escrito junto a su hermano Julio César; o La novela y la vida, que es su único texto de ficción.
Déjeme insistir. ¿Qué tienen de singular, de heterodoxo, sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana?
En primer lugar es uno de los primeros intentos de análisis de una realidad latinoamericana desde una perspectiva marxista. En momentos en que la IC consideraba inviable una revolución socialista en estas tierras, contentándose con una revolución democrático-burguesa, el peruano valida una revolución socialista, producto de la alianza del proletariado con el movimiento campesino indígena.
¿Qué significa señalar, como usted hace, que Mariátegui considerada la cuestión indígena como un problema fundamental? ¿Qué es aquí fundamental?
Significa varias cosas. Por su magnitud, es un problema que afecta a la mayor parte de la población. Por sus características económicas -el problema de la tierra- pone en juego las perspectivas de desarrollo y eficiencia económica, tanto como las de justicia social. Culturalmente entraña profundas preguntas sobre la identidad peruana.
Y, a día de hoy, ¿siguen valiendo esas consideraciones suyas sobre la cuestión indígena?
Bueno, Perú es hoy en día un país muchísimo más urbanizado y mestizado. Las cosas cambiaron mucho en el siglo transcurrido. Con todo, los análisis históricos de Mariátegui siguen siendo intuiciones bastante válidas; sus propuestas políticas concretas tienen algo de anacrónicas, ante una realidad profundamente transformada; su inspiración libertaria e igualitaria, sin embargo, son imperecederas.
¿Cuál es la situación actual de los pueblos indígenas peruanos?
No soy un experto en la materia; pero podría decir que aún cuando se ha hecho avances en los últimos lustros, subsiste un fuerte racismo cultural e institucional. Su situación económica es en general precaria. Los indígenas siguen siendo, por supuesto, mayoritariamente pobres en Perú. Hasta donde alcanzan mis conocimientos -o desconocimientos- tengo la impresión de que los diferentes movimientos indianistas han logrado en Perú un menor peso político y una menor autonomía que en Bolivia o Ecuador, por ejemplo.
Descansemos un momento.
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Fotografía: Quisqueya Sera Libre