Por: Gilberto González Colorado. 25/05/2018
¡La Plaza está abandonada!
¡No se ven más los guerreros
combatientes de mil glorias,
los que ofrendaron sus sueños
para cincelar la Historia!
¡La Plaza está desolada!
Sólo sombras espectrales
de las épicas batallas;
sólo rostros fantasmales,
deambulando, sollozando,
agazapando sus miedos
tras de las viejas murallas.
¿Y aquel inmenso decoro?
¡El que nació en el fragor,
al combatir con denuedo
la ignorancia y el dolor!
¡El que atemperó el crisol
que forjó para este pueblo,
como sublime tesoro,
su pública educación!
¿Dónde quedó tanto Honor?
La Plaza hoy es simulacro
de amor a las libertades;
Altar fue de culto a algún
Santo Patrón de fatalidades.
¿Y su estirpe y su linaje
que le dieron tal nobleza?
¿Dónde quedó su laicismo?
¿Dónde toda su grandeza?
¿Es que acaso ciegos todos
no ven que esa fortaleza,
cuna del Normalismo,
hoy es víctima de ultraje?
¡Hoy el caudal generoso
de esta Plaza portentosa,
no es más que cieno y olvido,
hoy todos somos testigo
que la Plaza es otra cosa:
un lamento reprimido;
un reproche de su Historia!
Mas esa Dignidad porfía,
emblema de los forjadores
fundadores de esta Plaza,
clama porque su raza
en la cual ella confía,
recupere sus blasones:
¡Dignidad, Valor, Decoro!
¡Normalista!, ¡Alto, escucha!
¡Haz de esta causa tu lucha!
No se fragüe más la ruina
de esta Plaza Centenaria!
¡Alma Mater soberana
de raigambre libertaria!
¡Plaza de Educadores!
¡Plaza de mis amores!
¡La Normal Veracruzana!