Por: Maricruz López Martínez. 28/06/2025.
“¿oíste / corazón? / nos vamos
con la derrota a otra parte /
con este animal a otra parte /
los muertos a otra parte /
que no hagan ruido / callados como están / ni
se oiga el silencio de sus huesos /
sus huesos son animalitos de ojos azules /
se sientan mansos a la mesa /
rozan dolores sin querer /
no dicen una sola palabra de sus balazos /
tienen una estrella de oro y una luna en la boca /
aparecen en la boca de los que amaron /”
—Juan Gelman, Otros lugares.
Memoria
Empezar este documento no me es nada fácil, sobre todo siendo un tema tan complicado en mi vida personal y sobre todo a nivel familiar.
Quiero comenzar diciendo quien soy y por qué tuve que esperar tanto tiempo para poder alzar la voz.
Soy Maricruz López Martínez hija de la periferia y del silencio heredado, hija de un hombre trabajador y noble nacido en la Costa Grande en Guerrero, quién alguna vez me compartió que cuando era niño en más de una ocasión se recostaba en los costales llenos café mientras miraba las estrellas…
…mi padre orgulloso obrero por muchos años de una fábrica de calzado, su nombre Cruz López Miranda, hijo de Daniel López Castañeda sembrador de protección y de maíz, de café y cuanta planta o árbol tuviera al alcance, cuidador de vacas, puercos, patos, guajolotes y sabrá cuanto animal…
Un 28 de junio de 1995 cuando el sol brillaba y el cielo se miraba tan azul en el vado de Aguas Blancas en Guerrero…
El 28 de junio de 1995 en el Municipio de Coyuca de Benítez en Guerrero el gobierno mexicano cometió un crimen de Estado. La Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS) meses antes protestaba para exigir la salida del Ejército y la policía: lo pidieron al gobernador Rubén Figueroa Alcocer. El 24, el vocero de la organización fue desaparecido forzadamente: todo apuntaba al Ejército. La OCSS decidió seguir las movilizaciones y el 28 de junio policías ejecutaron sumariamente a 17 personas e hirieron a otras 23. Uno de los 17 fue mi abuelo: Daniel López Castañeda.

En un país de impunidad, con un largo historial de crímenes de Estado, pareciera que Aguas Blancas quiere ser sepultado en el olvido: quieren hacer lo mismo con los sucesos de Ayotzinapa, con la masacre de Tlatelolco en 1968, en el “Halconazo” en 1971, en el Charco y más sucesos criminales del gobierno mexicano.
Entre el dolor y la esperanza la OCSS ha continuado con la lucha: pero las consecuencias no han sido el juicio y castigo a los culpables, sino el aumento a la represión a quienes exigen justicia. Rocio Merino y Miguel Ángel fueron ejecutados en 2005 y Norma Mesino, la actual vocera de la OCSS, siguen viviendo el acoso del estado mexicano. ¡Vaya! Son 36 asesinados por el caso; además de los 17 ejecutados, decenas de los compañeros han sido torturados, 2 de los compañeros están desaparecidos. Antonio Barragán tiene 24 años preso. Norma le fueron retiradas sus medidas cautelares. La impunidad no termina: seguirán y seguirán atacando para evitar que exista justicia.
Memoria
Años pasaron y las revistas y los periódicos se escondieron en el ropero de mamá, avergonzados de su contenido, tratando de camuflajearse entre los dobleces de las cortinas. Alcancé a leer: matanza en aguas Blancas, huérfanos, viudas, pum… emboscada… policía motorizada… Daniel López …
Las páginas gritaban palabras que no querían ser leídas por eso era difícil enderezarlas para poder leer bien…desgastadas por el tiempo, queriéndose olvidar… pregunté de todo aquello que vi pero era tan solo una niña… sigo soñando con despertar…
Llorar por mi abuelo…
Re-leer y re-cordar, grabado sobre cada detalle de aquel informe de cómo lo mataron, sin piedad a sangre fría, pese a que no opuso resistencia. Llorar violento. No. Duelo en silencio. Tristeza en veladoras. No hay discursos, no hay fechas oficiales, no hay justicia… De las pocas fotos que tenemos, apenas un retrato mandado hacer en grande para ampliar la mirada, para no olvidar el rostro de quien fue en búsqueda de menos injusticia.
Ausencia, desvelo, noches de pensar…La consigna es hacer memoria aunque a veces pareciera que apenas si existe una leve voluntad en querer sacar los recuerdos, porque las grietas son la deuda histórica no solo de mi abuelo y mi familia sino de los campesinos que además fueron esposos, padres, hermanos, hijos que fueron en busca de caminos, escuelas, hospitales, insumos para trabajar el campo pero encontraron balas y despojo de su ser y de su hacer… que las camionetas estaban cargadas de sueños y en los bolsillos la promesa de volver a casa…
Consecuencias, mi vida en el espejo
Estos años una va sobreviviendo… dicen: un día a la vez. Era momento de elegir si continuar estudiando o no hacerle al cuento y ya ponerme a chambear. Algo que alcance para pasajes, copias y un café para la panza y la mente…
Una noche cansada de la larga jornada de trabajo… veía un perro que parecía dibujado en cartón y de periódico, color gris, apenas sí podía sostenerse.. con sus patas de trapo sucio y viejo apenas apoyándose del suelo, olfateando alrededor, sin más en la oscuridad de la noche el perro comenzó a comer del cuerpo seco de otro perro, la imagen no la olvido y me recuerda lo que es vivir, encarnar la pobreza y miseria en la periferia de la ciudad de México
Nací en la periferia de la ciudad de México, dónde los niños del barrio aunque tengan buenas notas en la escuela quedan condenados a la muerte prematura o al reclusorio, claro que todo es cuestión de un poco de suerte o el azar…como en la ruleta rusa…
Mi corazón se viste de tristeza permanente pero de esa que no mata pero que no puede hablar. ¿Sentir?, ¿pensar? Pero si lo que hace es hambre. La justicia…
Vivir, resistir, luchar, seguir, son palabras que se piensan en las grandes hazañas..
Aunque también existen las peleas del día a día: como alcanzar asiento en el transporte público, desayunar antes de salir a trabajar, mantenerse con vida hasta llegar a casa… dormir porque mañana toca madrugar para trabajar… un bucle sobre la inercia del sistema capitalista… ¿dónde queda el espacio para el duelo, para la consigna de justicia para mi abuelo asesinado en manos del Estado? Las cosas como son…
Solo tengo la palabra un poco apachurrada, sus manos eran territorio, su cuerpo herramienta para trabajar la tierra y protección para su familia. Fue despojado de lo único que poseía: La vida. Hoy elijo vivir, y quiero vivir plenamente tal y como mi abuelo lo hubiera querido.
Fotografía: tomada de las redes de El Tlacolol