Por: Martina Korol y Matias Guffanti. 06/07/2024
Ixim Ulew es el verdadero nombre de Guatemala, con el que los pueblos originarios identifican a su territorio, más allá del nombre impuesto desde la conquista. Uno de sus pueblos, entre selvas y altura, es el Maya K’iche’. Un pueblo rebelde, que defiende la tierra de los poderes capitalistas que saquean los bienes comunes, y se levanta cada vez que son amenazados por las empresas extractivistas. A una de esas comunidades pertenece Aura Lolita Chavez, autoridad del CPK (Consejos pueblo K’iche’s), feminista comunitaria, sanadora ancestral, y defensora territorial.
Lolita junto al pueblo Maya logró sacar de su tierra e impedir que se instalen en ella muchas concesiones mineras y madereras, luchando contra las empresas transnacionales, el gobierno que las autoriza y el sicariato que trabaja para las mismas.
Por estos y otros combates, como la defensa del cuerpo territorio contra la violencia patriarcal hacia las mujeres y disidencias, Lolita sufrió atentados a mano armada, amenazas, judicialización, y en diálogo con su comunidad (para no correr el mismo destino que decenas de mujeres combativas defensoras del territorio), tuvo que exiliarse, dejando a su pueblo, a su tierra y a su familia.
Luego de siete años de migración forzada, fue desjudicializada, y logró la posibilidad del regreso a su comunidad. Sin embargo el riesgo no está resuelto con la definición de un tribunal, hay más amenazas a su vida, por lo que una Delegación Internacional retornó junto a ella. Desde Chiapas (Territorio Zapatista) hacia la comunidad Maya K’iche en Guatemala.

«Me río, me río de forma irónica porque cuando me sacaron pensaron que me estaban atacando, y que sacándome de la forma en cómo me sacaron, criminalizada y con intento de asesinato muchas veces a mano armada, dijeron: ‘esta como se ve tan chiquita, y como se ve tan miedosa, y como sus ojitos se le llenan de lágrimas, se va a noquear’, pues no. Pues estoy aquí dignamente», afirmó Lolita Chavez, en su primera conferencia de prensa desde Chiapas, México.
El retorno hacia Ixim Ulew (Guatemala) planteó una ruta que manifiesta una posición política en la articulación de organizaciones que se representan y acompañan las experiencias de los territorios que fueron recorridos en la misma. Se arrancó por la tierra de la resistencia zapatista, en una escuela de formación política para la autonomía de los pueblos, con una ceremonia plurinacional, y pensando colectivamente en un proceso de formación, las complejidades en cuanto a la criminalización de luchadoras/es, el avance extractivista, la derechización en América Latina, y cómo enfrentar el sistema capitalista de dominación desde el feminismo plurinacional, comunitario, popular, indígena, campesino, con el confederalismo democrático como propuesta del movimiento de mujeres de Kurdistán, y el poder popular a partir de las comunidades y la autonomía respecto a los Estados nacionales.

“Lo que estamos expresando es la voluntad de construir una manera política entre los feminismos plurinacionales, populares, comunitarios, de hacer política más allá de las lógicas estado céntricas. Y de conseguir un retorno que parta de las comunidades, del abrazo de los territorios y de la voluntad de terminar con las políticas de muerte, de destrucción de la naturaleza y de hacer que la vida de las comunidades sea la que prevalezca. Es eso lo que estamos caminando y lo estamos haciendo con mucha emoción, porque Lolita Chavez fue desjudicializada”, enfatizó Claudia Korol de Feministas del Abya Yala.

Continuó la ruta por México (DF) hasta llegar a La Esperanza – Intibucá en Honduras, para el encuentro con el COPINH (Concejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), territorio de Berta Cáceres, que hoy continúa resistiendo contra las empresas transnacionales y en la lucha de justicia para Berta. En donde, su hija y actual coordinadora general del COPINH se expresó sobre la situación judicial del caso, a 100 meses sin su madre.
“En estos momentos en el proceso de busca de justicia para nuestra compañera Berta Cáceres hemos venido viviendo momentos de mucha tensión, porque todo lo que hemos logrado durante estos ocho años que es la condena a ocho hombres que participaron del vil asesinato de ella está en peligro. Estamos exigiéndole a la Corte Suprema de Justicia que confirme las sentencias y que falle de acuerdo a lo que fue aprobado en el juicio donde claramente se evidenciaron estas estructuras criminales con participación de sicarios, estructuras intermediarias relacionadas con la empresa, militares y una autoría intelectual del crimen que no ha sido enjuiciada y de la que todavía no tenemos una respuesta por parte del Estado, obviamente.”, denunció Berta Zúñiga Cáceres.

Desde Honduras hacia los territorios mayas de Ixim Ulew, el viaje continuó en comunidad y finalmente se logró entrar por la puerta grande a Guatemala. Lolita junto a su Comunidad de Retorno llegaron al territorio del cual fue desplazada, al grito de «Lolita retornó, y no retornó sola», demostrando la fuerza del internacionalismo. Allí la caravana fue recibida por las comunidades maya k´iche´, y por el presidente Bernardo Arévalo a quien se le exigió garantizar la protección estatal para las y los defensores, respetar el proceso de autonomía de los pueblos y generar condiciones para el retorno del exilio de otras luchadoras.
En este sentido, Adriana Guzmán, feminista comunitaria antipatriarcal de Bolivia, desde la plaza principal de la capital de Guatemala, aseguró: “Estar ahora en Ixim Ulew, para nostras es realmente haber cumplido el pacto sagrado con un nuevo tiempo. Este tiempo de retorno en comunidad, que no termina aquí en Ixim Ulew ni en El k’iche, sino, que es el inicio del retorno en comunidad para muchos pueblos, para muchas hermanas criminalizadas. Lo que sigue de aquí en adelante es organizarnos para que sean posibles estos retornos de otras hermanas, organizarnos para que vayamos haciendo concreto, cada día, esta comunidad de comunidades, estos confederalismos.”

Una delegación internacionalista de militantes de derechos humanos se conformó con más de 50 personas de distintos países, entre ellos: Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, México, Honduras, España (Pais Vasco), Italia, Kurdistan. Cada integrante de la delegación llegó por pacto político con Lolita Chávez, para en un acto de reciprocidad acompañarla y proteger sus pasos, al igual que ella se manifestó y luchó contra toda violencia hacia los territorios saqueados y hacia los cuerpos de mujeres, disidencias, pueblos y comunidades.
El riesgo que significaba este Retorno tiene una complejidad profunda, ya que existe una experiencia y una continuidad de ataques hacia defensoras territoriales como son los casos de Berta Cáceres (Honduras), Macarena Valdes (Chile), Bety Cariño (Mexico), Marielle Franco (Brasil), entre tantos otros.
Si bien el expediente de causas armadas que se planificaron para obligar a Lolita a la expulsión forzada se anuló en los tribunales con su desjudicialización, el peligro que significa retornar a un territorio con sicarios al servicio de las empresas extractivistas transnacionales; del poder económico en mano de las grandes burguesías con sus aparatos de inteligencia; del narco que controla y aplasta a las comunidades; de la militarización de los territorios; de la violencia capitalista, racista y patriarcal; el riesgo está a la vista con esa historia de crímenes continuos, por lo que la delegación plantó una pedagogía del retorno, para que esos desplazamientos forzados por ataques y amenazas sean enfrentados de forma colectiva, comunitaria y que de la misma manera se exprese el regreso de las defensoras, con comunidades que ofician de observadores.

“Esta pedagogía del retorno tiene que ver primero con construir un feminismo con los pies en la tierra, con un feminismo comunitario, antiextractivista, campesino, popular. Pero por otro lado, construir un internacionalismo que requiere de la caída de las fronteras.»
Las fronteras han sido una imposición colonial occidental que nos han colocado para dividir a los pueblos, mientras el capital sigue operando de manera transfronteriza”, señaló Francisca Fernandez Droguett del Movimiento por el agua y los territorios de Chile.
La presencia internacionalista en ese sentido da muestra de la ruptura de fronteras nacionales, más allá de las lógicas estatales, como parte de esta pedagogía que se constituyó de varios ejes: la denuncia a la criminalización a defensores y defensoras, a la militarización de los territorios, la lucha por la libertad de los presos y presas políticxs, la descolonización de cuerpos, de territorios y de los feminismos, el romper las fronteras coloniales, patriarcales y racistas de los Estados, la construcción de un proyecto político de comunidades, el combate contra la fragmentación y cooptación de las organizaciones sociales, la mercantilización de las luchas, la crítica al rol del estado.La caravana internacional finalmente llegó al pueblo Maya K’iche donde fue recibida por las comunidades, y en una gran marcha se llegó al territorio ancestral donde Lolita logró encontrarse con la fuerza espiritual de su pueblo y con la naturaleza de su territorio.
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Fotografía: Anred