Por José Eduardo Celis Ochoa Cordero. 30 de noviembre de 2017
En el marco de los festejos de CXXXI aniversario de la fundación de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”, comparto con ustedes este texto publicado en la edición 52 del Fuego Normalista (07-01-2013), alusivo a ese mural que recibe a quienes acuden a nuestro auditorio. Con la finalidad de ser más ilustrativo, hice un estudio fotográfico.
Obra del artista Mario Orozco Rivera. Acrílico sobre muro con polvo de mármol y cuarzo.
3.17 x 13.36 m2, superficie 42.35 m2.
Descripción de Joaquín S. Macgregor. (Crítico de arte. Fue director de la Universidad Veracruzana, 1925-2008).
Realizado en 1958 para el auditorio del Museo de Antropología por Mario Orozco. Desde 1985 se encuentra en el vestíbulo del Auditorio de la Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen”. “Se observan cinco gigantes encima de figuras complementarias, a sus espaldas formas arquitectónicas prehispánicas, símbolos del sol y de la luna, un cielo con ráfagas y nubarrones.
Hay tres secciones definidas por líneas rectas: los brazos que apuntan al fuego central, las divisiones inferiores, la línea de la pierna y el torso en la figura que blande, el zapapico en las pirámides. La verticalidad de los gigantes de medio cuerpo se compensa no solo con el escorzo violentísimo y admirable del hombre desnudo con la piqueta, sino con los episodios inferiores, que tienden a la horizontalidad y con el movimiento de los brazos.
En la sección izquierda, los protagonistas son un estudiante de antropología, un antropólogo y un maestro, cuyas diferentes actitudes relacionadas con las estatuas Olmecas que tienen abajo le imparten vida a la escena.
El eje central lo ocupa un hombre (de facciones indígenas como en los otros tres) que en sus brazos extendidos ofrece el fuego purificador y renovador, representa la integración e integridad de México.
En la sección derecha se vive plenamente el drama humano una figura memorable, el titán desnudo con la piqueta destructora, su esfuerzo heroico se deja sentir en la fuerte inclinación del torso, en la flexión de la pierna derecha y en la insólita extensión de la izquierda. Se levanta encima de lo que hay que destruir, se ve (poliangularidad) saliéndose de su medio propio. Este Hércules que se dispone a la acción constituye una masa orgánica en movimiento, perfecta en sí misma, aun cuando en ella lo capital no sea el cuerpo, ya que se omiten varias de sus partes, sino en el movimiento. La nudosidad de la pierna izquierda, los brochazos blancos, rojos, azules, los ocres, en fin más subido de tono, más matiz e intensidad que en el resto del mural, su furia sagrada hace de este personaje el logro más notable de una composición por lo más unitariamente articulada y simétrica.
Las secciones que hemos distinguido son en realidad, áreas ya que la intersección central está muy acentuada merced al impulso direccional de las figuras laterales y merced también a las divisorias horizontales descendentes.
El hombre alucinante arremete contra un grupo de seres deformes Orozquianos los saqueadores y traficantes de nuestras reliquias arqueológicas que están enquistados en sus pies.
En un mural con gran simbolismo arqueológico y cósmico que da un arraigo ancestral y de vitalidad. Va más allá́ del naturalismo en varios aspectos se observa en los brazos, en las ropas del maestro de antropología y del portador del fuego que se marcan en el cuello, en el muslo del primero y en la manga y en la cintura del segundo.
Es un mural que nos permite reflexionar sobre nuestra historia como país y que marca toda una época cultural, política y artística.
DEL AUTOR
“El Arte por el arte ni existe, es inminentemente social, comunicativo, es diálogo no monólogo”
Mario Orozco, nace en la Ciudad de México en enero de 1930 y muere en 1998.
Realiza sus estudios en la academia “La Esmeralda” en la Cd. de México, alumno de Manuel Rodríguez Lozano y de Carlos Orozco Romero, más tarde de David Alfaro Siqueiros, con quien compartió́ la creación de obras como la del mural “La marcha de la humanidad” en el Polyforum Cultural Siqueiros.
La obra de Mario Orozco, es caracterizada por un expresionismo figurativo, en donde él y trazos geométricos son, herencia del taller de Siqueiros, su obra más destacada se observa en el muralismo y la escultura aunque también presenta obras de caballete. Su ideología pertenece al movimiento de los tres grandes –Diego Rivera junto con José́ Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros formaron la tercia de grandes muralistas mexicanos, los tres dejaron una huella indeleble en el arte contemporáneo mexicano de la primera mitad del siglo XX. Su temática refleja la realidad de México, las luchas sociales, los valores como la realidad de los pueblos.
Realiza también trabajos de poesía, de ensayo y de composición musical, grabó cuatro discos en la Unión Soviética. De 1959 a 1964 radica en el estado de Veracruz realizando una serie de pinturas murales en el estado, varios para la Universidad Veracruzana, fue catedrático de la UNAM y de la Universidad Veracruzana, fundando en esta el Taller de Artes Plásticas (1963).
Gran parte de su obra se exhibe en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México; en Praga. En la casa de Américas en Cuba, en Venezuela, Argentina, Estados Unidos y China, por lo que ha sido reconocido mundialmente y galardonado con varios premios.
Fuente: http://www.benv.edu.mx/fuego_normalista/FUEGO_52.pdf
Fotografías: José Eduardo Celis Ochoa Cordero